Los Kjarkas se han enfrentado a un vendaval de críticas por la letra de su última canción. Sin embargo, el machismo está presente en varias canciones del folklore.Captura del videoclip de Cara bonita de Los Kjarkas. Foto:Captura de video
Los Kjarkas se encuentran en el ojo de la tormenta debido al vendaval de críticas que trajo consigo su último tema Cara bonita. La canción fue considerada como machista y denigrante al sugerir que “uno debe tener plata para mantener a una mujer bonita”.Sin embargo, no es la primera vez que este tipo de ideas se expresan en las letras de morenadas, tinkus, diabladas y otros ritmos nacionales.El ejemplo más cercano es la morenada Cuánto cuestas, cuánto vales, la cual ha sido interpretada por numerosos grupos bolivianos y extranjeros y que en su letra plantea que el amor de una mujer es algo que se puede comprar con dinero.“Cuánto cuestas, cuánto vales, amor mío; si tú quieres, yo te pago”, dice la letra de la canción.Al respecto, en una entrevista realizada por Karen Mita y Alejandro González al vocalista de la agrupación Rumba 7, Marcelo Valle Espinoza, este tipo de letras es demandado por la sociedad. “A las personas les gusta escuchar estos temas, se emocionan e incluso lloran”, afirmó.Valle, quien interpretó Cuánto cuestas, cuánto vales, admitió entonces que la letra de la canción es machista, pero que fue interpretada bajo la presión de los oyentes que gustan de letras de este tipo.
Miembros del grupo Tupay, autores de la canción Cholero.Foto: Web oficial del grupoAdemás, indicó que si la interpretación es hecha por una mujer -opina Valle-, el mensaje sería igualmente violento pero no machista, sino feminista. “Para el vocalista, las letras de este estilo responden al despecho de un hombre en situación de desamor, por esto los hombres se sienten tan identificados”, concluyen los autores en un documento sociológico.Cholero de Tupay es otra de las canciones cuyas letras pueden ser consideradas machistas, ya que plantea, en ritmo de tinku, que ser infiel, aunque mal visto por la sociedad, no es algo de lo que un hombre deba avergonzarse.La canción Wist’u vida del grupo Semilla ahonda en este tema, al señalar: “Desde ch’iti soy mujeriego… hoy en día más todavía”, lo que denota que desde la niñez se debe aprender que el comportamiento aceptable de un hombre es tener la mayor cantidad de mujeres. Y a medida que el sujeto crece debe tener una mayor capacidad de tener mujeres.Por otra parte, se afirma que “No quiero chicas celosas… pueden irse al mismo infierno”, que denota que las mujeres que sientan celos, es decir, no sumisas, merecen el peor castigo posible.Otro de los ejemplos es la letra de la canción Pícara de Los Kjarkas, en la cual se sugiere que una mujer es como un fruto, que pasado cierto momento está listo para ser consumido.“Tan bonita la imilla, tan bandida y coqueta , como fruta madura, lista para k’achirla”.Por otra parte, la canción indica que el protagonista de la historia que se cuenta, acosa a una mujer, a la que espía mientras ésta se baña en el río.“Era morena y muy bella, estaba loco por ella, atado a su pollera. Bajando por la quebrada, por el camino del río, la esperaba y la seguía”.En la siguiente estrofa se dan más detalles del episodio, llegando a admitir el acoso.
Agrupación folklórica Semilla, creadores de Wist’u vida. Foto:Youtube“Subiéndose la pollera, la pícara se bañaba, sus lindos muslos morenos, mi corazón galopaba, sabiendo que la espiaba, me miraba sonriendo”.Según explica la activista y feminista Patricia Flores en el “artículo científico” de Mita y González, este tipo de machismo es tan sólo un reflejo de cuán arraigado está en la sociedad.“En nuestra cotidianidad, los artistas son parte de esta sociedad y entre la diversión, el entretenimiento y el arte la violencia simbólica y verbal contra las mujeres se filtra como el aceite derramado”.Página Siete / La Paz