Parece que las deidades andinas le están quitando su protección lo que le está ocasionando profunda congoja. Que lejos han quedado aquellos tiempos en los que era recibido en todas partes del mundo con visibles muestras de interés aunque algunos opinen que en realidad se trataba de curiosidad. No era para menos. Hay que reconocer que Evo Morales tuvo en un primer tiempo bastante éxito en la promoción de su imagen como redentor de los pueblos indígenas.
Sin embargo de un tiempo a esta parte podemos constatar que su imagen está en franca caída debido principalmente a que no existe una correspondencia entre sus palabras y sus actos. Es así que todos se preguntaban cómo alguien con un discurso tan agresivo podía pretender obtener el Premio Nobel de la Paz.
Abandonando su retórica indigenista abrazó la causa de la “madre tierra”, a la cual opina tiene mayores derechos que los seres humanos. Pero sin embargo tampoco le fue muy bien en ese nuevo cambio de estrategia al punto que sus propios amigos prefirieron marcar distancia.
Como ya es su costumbre atribuyó esta situación a la plata que habría hecho correr el capitalismo para hacer fracasar la Cumbre de Cancún. Claro que su egolatría le impide referirse a un fracaso de su propia persona y de su “ejército” de burócratas con el embajador Solón a la cabeza. El blindaje que se ha colocado le anula toda posibilidad de autocrítica y le impide una lectura correcta de los resultados de Cancún.
Hasta ahora “no puede entender” que es lo que pasó para que se de este cambio de actitud tan radical y ya no sea recibido en forma tan efusiva como antes y que hasta un canciller europeo, así el no lo crea ni encuentre motivos, lo haya tratado de “ignorante”.
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El amor propio de Evo ha quedado tan afectado que ha puesto de vuelta y media a sus estrategas que andan con el rabo entre las patas y se están dedicando a marchas forzadas a diseñar una política que permita recuperar su imagen que se muestra alicaída, aunque proclame “Han conseguido marginar(nos). Estoy feliz y contento, no me molesta, eso viví en Chapare, lo viví como parlamentario y ahora lo estamos viviendo en el mundo”. Sí le molesta y mucho porque está comprobando que nada es eterno.
Una economía poco confiable
La pregunta es inevitable en todas las conversaciones ¿Qué hubiera ocurrido si es que Morales no hubiera tenido la suerte de contar con circunstancias económicas ampliamente favorables? No se trata de una pregunta arbitraría. Hay muchos aspectos que denotan que las perspectivas para la economía nacional no son muy favorables y que en realidad si existe una cierta estabilidad eso es a pesar y no gracias al actual gobierno.
De acuerdo a cifras de la Comisión Económica para América Latina, Bolivia tiene un crecimiento del PIB que ubica entre los tres más bajos de la región. Para el 2010, este índice ha sido calculado en 3.8 por ciento, una cifra muy por debajo de las obtenidas por países como Paraguay o Perú.
Parece que los altos precios de los minerales únicamente han servido para mantener una muy relativa estabilidad económica pero todo indica que se ha dejado pasar la oportunidad para generar mayores niveles de crecimiento. No deja de llamar la atención que entre los países con menor crecimiento, se ubiquen Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Venezuela, precisamente aquellos que se han adscrito con mayor entusiasmo al plan chavista y a ese remedo de integración llamado ALBA; la similitud de los indicadores económicos de estos países no es producto de la casualidad.