El mago de Arkham


Emilio Martínez CardonaPonencia leída en el III Encuentro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica de Bolivia, realizado el 27 y 28 de septiembre en el Centro Patiño de Cochabamba,Con un padre “juerguista, putero y sifilítico” y una madre “prognata como los reyes de la casa de Habsburgo, pero a diferencia de éstos proclive al sufragismo” (según las expresiones del novelista Antonio Prometeo Moyá), Howard Phillips Lovecraft no estaba destinado a una vida común.Se sabe que su progenitor, el mujeriego viajante de comercio Winfield Scott Lovecraft, visitaba su casa sólo de a ratos y que fue encarcelado por estafa cuando su hijo tenía tres años de edad. De la prisión pasaría al manicomio, donde fallecería cinco años después.

La madre, Sarah Susan Phillips, no presentaba un cuadro mejor. Era una puritana neurótica, que odiaba a los Estados Unidos y repetía al pequeño Howard que ambos eran de estirpe británica y, por lo tanto, ajenos a aquel horrible país de salvajes y asesinos lascivos.Entre otras virtudes, la mujer tocaba el piano y a toda hora le decía al futuro escritor lo feo que era. El 13 de marzo de 1919 la augusta dama siguió los pasos de su marido, yendo a parar a una institución psiquiátrica de donde no volvería jamás.En una fotografía de 1891 esta amorosa familia posaba para el lente de la cámara de la siguiente manera: al centro Howard Phillips Lovecraft, vestido y peinado como una niña, flanqueado por una madre con gesto de institutriz histérica y un padre de ojos y mueca burlona.Desaparecido Winfield Lovecraft de la escena, el niño quedó al cuidado de su madre y de sus tías en una lúgubre casona de su natal Providence, donde desarrolló una morbosa aversión al mar a partir de una intoxicación con pescado.Se alimentaba de dulces y helados y sufría terribles pesadillas, que seguramente se convirtieron en la materia prima para sus relatos de horror cósmico y mitológico.Su apretada biografía, que apenas abarca el periodo entre 1890 y 1937, lo muestra editando un tabloide de astronomía a los 14 años, etapa en la que habrá leído el Astronomicón de Marcus Manilius, tratado astrológico del siglo IV al VI D.C. que años después inspiraría el título de su libro más famoso: el tenebroso e inexistente Necronomicón.El nombre árabe de ese libro, Al Azif, tiene su génesis probable en las Supplemental Nights (1887) de Richard Francis Burton, donde se habla de unos textos de carácter esotérico cuyo autor sería “Alí Aziz, efendi de Creta”. Sin embargo, el propio Lovecraft argüía que “Al Azif” era una expresión referida al ulular de ciertos insectos o demonios, encontrada en una nota al pie del Vathek de William Beckford.

Pero lo cierto es que antes de que el Necronomicón o Al Azif o Libro de los Nombres Muertos o Libro de los Árabes surgiera en la imaginación de Lovecraft, éste ya había pergeñado varios relatos macabros donde imitaba a Lord Dunsany y a Poe y al misterioso Arthur Machen.Desde aquellos primeros ejercicios góticos (y en ocasiones satíricos, como es el caso de su célebre Herbert West, reanimador) evolucionó hacia la creación de una mitología personal, no erigida en el vacío sino sobre su erudición enciclopédica, que reciclaba los terrores de arcaicas leyendas acerca de monstruos proteicos y titanes exiliados.Baste citar como ejemplo las similitudes de su descripción del inmortal Cthulhu, dormido en la torre submarina de R´lyeh, con la semblanza del Kraken ofrecida por Tennyson en una de sus piezas juveniles:“Bajo los truenos de la superficie, en las honduras del mar abismal, el Kraken duerme su antiguo, no invadido sueño sin sueños. Pálidos reflejos se agitan alrededor de su oscura forma; vastas esponjas de milenario crecimiento y altura se inflan sobre él, y en lo profundo de la luz enfermiza, pulpos innumerables y enormes baten con brazos gigantescos la verdosa inmovilidad, desde secretas celdas y grutas maravillosas. Yace ahí desde hace siglos, y yacerá, cebándose dormido de inmensos gusanos marinos, hasta que el fuego del Juicio Final caliente el abismo. Entonces, para ser visto una sola vez por hombres y ángeles, rugiendo surgirá y morirá en la superficie”.Poco a poco, los “mitos de Cthulhu” fueron cobrando forma desde las páginas de revistas “pulp” como Weird Tales, en las que Lovecraft colaboraba a cambio de ínfimas sumas que a duras penas le aseguraban una precaria subsistencia.Los mitos no son un sistema acabado y totalmente coherente, sino un magma cambiante donde, sin embargo, puede reconocerse cierto motivo fundamental: la idea de que la Tierra estuvo habitada mucho antes de la aparición del hombre por seres que a nuestros ojos resultarían casi inconcebibles, y que fueron confinados a otras regiones del espacio y el tiempo, donde esperan el momento en que alguien de nuestro lado abra la puerta para su regreso.Aunque se repite que Lovecraft no alcanzó a publicar ningún libro en vida, lo cierto es que William L. Crawford imprimió en 1936 cuatrocientos ejemplares de La sombra sobre Innsmouth, cifra irrisoria para los estándares de casas como Putnam, Vanguard o Simon & Schuster, a lo que se sumaban dificultades de circulación debido a que en esa época no existían las categorías de “fantasía” o “ciencia-ficción” en el mundo editorial.En su Introducción a la literatura norteamericana, Jorge Luis Borges lo describe de manera lacónica:“Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) nació en Providence, Rhode Island. Muy sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tías. Gustaba, como Hawthorne, de la soledad y aunque trabajaba de día lo hacía con las persianas bajas. En 1919 se casó y fijó su residencia en Brooklyn; en 1924 se divorció y volvió a Providence, donde retomó su vida de soledad. Murió de cáncer. Detestaba el presente y profesaba el culto del siglo XVIII. Lo atraía la ciencia; su primer artículo trataba de astronomía. En vida publicó un solo libro; después de su muerte, sus amigos reunieron en volúmenes una obra considerable, antes dispersa en antologías y revistas. Estudiosamente imitó el patético estilo de Poe y escribió pesadillas cósmicas. En sus relatos hay seres de remotos planetas y de épocas antiguas o futuras que moran en cuerpos humanos para estudiar el universo o, inversamente, almas de nuestro tiempo que, durante el sueño, exploran mundos monstruosos, lejanos en el tiempo y en el espacio. Entre sus obras recordaremos The Colour Out of Space (El color que cayó del cielo), The Dunwich Horror (El horror de Dunwich) y The Rats in the Wall (Las ratas en la pared). Dejó asimismo un epistolario copioso. Al influjo de Poe cabe agregar el del cuentista visionario Arthur Machen”.Podemos añadir a estas líneas algunas curiosidades: Lovecraft fungió durante años de ghost writer para el ilusionista Harry Houdini y fue por cierto tiempo -como Freud y Pirandello- admirador del Duce Mussolini.Si bien permaneció desconocido para el gran público durante toda su vida, un grupo de fieles amigos y admiradores se ocupó de mantener encendida la flama de los “mitos”, que se ramificó en sus propias obras, en las cuales Lovecraft aparece como el sumo sacerdote egipcio Luve-Keraf o como el ocultista de Providence Ward Phillips, coleccionista de libros blasfemos y abominables.August Derleth, Robert Bloch, Clark Ashton Smith y Robert E. Howard (autor de Conan el Bárbaro) fueron la generación inicial del “Círculo Lovecraft”, cuya circunferencia –podríamos decir- se extiende hoy por el mundo entero.Al centro de ese universo se encuentra la ficticia ciudad de Arkham, creada por Lovecraft e inspirada en la embrujada Salem.Para quienes se atrevan a recorrer sus páginas sólo nos resta decir, como en las siniestras invocaciones que los sectarios elevan a los Antiguos desde los bosques más densos y en los túmulos de las montañas:¡Ia! ¡Ia! ¡Cthulhu f´tagn!Fuente: estotambiensucede.com