El humilde profesor de pueblo se hizo maestro de la política con la misma paciencia de los orfebres que hicieron famoso a su pueblo con la filigrana de sus joyas de plata. Y de asesor de un emergente y carismático alcalde de la ciudad del Cerro Rico pasó a fundar su propio instrumento para llegar a la cima del poder político nacional en menos de una década.
Fue una rauda carrera que culminó en la Presidencia del Senado con interinatos presidenciales que le hicieron gustar las mieles del poder, arropado en el amor de una fiel compañera de 18 años en el hogar y en la enseñanza en la escuelita rural de sus primeros sueños.
Con el puño izquierdo en alto juró cambiar viejas y corruptas estructuras. Lo vitoreaban las bases, lo cercaban los adulones políticos y le tomaban envidia quienes temían quedar relegados por su poder e influencia. Había llegado y era casi seguro compañero de fórmula del candidato a la reelección. O su sucesor natural, incluso.
Pero el dulce encanto del poder trae también otras tentaciones y le tendió el lazo de un nuevo amor bajo el encanto de una diligente compañera en sus nuevos afanes y giras políticas que llegó a su vida con séquito propio de parientes dispuestos a aprovechar fama y poder del galán enamorado.
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Pero se cruzaron los malvados que querían aumentar sus propias ganancias en el mundo de la prostitución para hacer real el aviso de la pitonisa que le dijo a la novel y amante esposa que un muerto mataría su felicidad. Crimen y robo descubrieron que por detrás había también fraude y negociados en la empresa estrella del proceso que lo llevó a la cúspide del poder.
De la cima a la sima en diez días. Su hermano de lucha política lo sacó del entorno, para evitar el escándalo. Su fortaleza de poder se hizo trizas y el nido de amor dejó sola a la doncella que desposó un mes antes, con embarazo de mellizos. En la soledad de su celda busca en sus “Conversaciones con Dios” consuelo ante la ingratitud de los leales de antes. Lo custodia el primer marido de la mujer que lo hizo soñar en una nueva vida, como caballo viejo, mientras en la madrugada aparece un barman negro con parte del dinero. Pero aún es misterio, ¿para otro capítulo?, quién le ganó la guerra con el tiro que destapó la olla.
Guión cursi, claro, pero con todos los ingredientes de culebrón venezolano como los de la televisión. Sólo que real y muy caro para los sueños de cambio y para nuestra economía.
*Juan León C. es periodista.