Reporteros sin fronteras denunció que el presidente Gurbanguly Berdymukhamedov prohibió cualquier referencia a la enfermedad en los medios y detiene a las personas que utilizan mascarilllas o hablan de la pandemia en lugares públicos
Frente a la pandemia del coronavirus que acumula unos 41.000 muertos en todo el mundo, la ONU e incluso el papa Francisco piden cooperación, treguas y solidaridad para frenar la crisis. Es por eso que llama tanto la atención que en Turkmenistán se hayan tomado medidas extraordinarias para suprimir la información sobre el COVID-19.
Según la organización Reporteros sin Fronteras, el gobierno de Gurbanguly Berdymukhamedov en Turkmenistán ha prohibido la palabra “coronavirus” y ha detenido a personas que usaban barbijos o hablaban de la pandemia en público.
Los medios de comunicación del país, controlados por el Estado, no pueden pronunciar o publicar la palabra y la información sobre el nuevo coronavirus también fue eliminada de los folletos de salud del gobierno que se distribuyen en lugares de trabajo, hospitales y escuelas.
“Las autoridades turcomanas han estado a la altura de su reputación al adoptar este método extremo para erradicar toda información sobre el coronavirus”, declaró este martes Jeanne Cavelier, responsable de la sección de Reporteros sin Fronteras para Europa del Este y Asia Central.
«Esta negación de información no sólo pone en peligro a los ciudadanos turcomanos más expuestos, sino que refuerza el autoritarismo impuesto por el presidente Gurbanguly Berdymukhamedov», añadió Cavalier en un comunicado.
El portal de noticias independiente Chronicles of Turkmenistan, que está bloqueado en el país, explicó que el gobierno afirma oficialmente que no hay casos de coronavirus aunque periodistas de Radio Azatlyk, el servicio en turcomano de Radio Free Europa/Radio Liberty, han informado de varios casos de infecciones en la nación de Asia central.
Por otro lado, Radio Free Europa informó la semana pasada que los precios de los alimentos se dispararon en Ashgabat, la capital de Turkmenistán, porque el gobierno restringió el acceso a la ciudad en una dura maniobra para evitar la propagación del coronavirus y debido a que el país es vecino de Irán, una de las naciones más afectadas por la pandemia.
Reportes de Chronicles of Turkmenistan explicaron que desde el 24 de marzo se han cerrado todos los eventos deportivos, gimnasios, restaurantes y cafés, y desde el 25 de marzo no se ha permitido a nadie salir o entrar en la pequeña ciudad de Serhetabat, que limita con Afganistán.
En 2019, Reporteros sin Fronteras clasificó a Turkmenistán como el peor país del mundo para la libertad de prensa. Human Rights Watch (HRW) también informó que “sigue siendo un país extremadamente represivo”.
«Los activistas y los corresponsales independientes que critican al gobierno se enfrentan a un aumento de la intimidación, el acoso, las agresiones físicas y el encarcelamiento. El país sigue estando cerrado a cualquier escrutinio independiente», informó HRW.
Líderes de otros países -como los gobernantes de China, Irán, Brasil y Estados Unidos- han sido acusados de manipular la información sobre el coronavirus, pero prohibir la palabra es un paso extraordinario y sin precedentes. “Instamos a la comunidad internacional a reaccionar y a exigirle (al presidente Berdymukhamedov) que responda por sus sistemáticas violaciones de los derechos humanos”, concluyó Jeanne Cavelier.
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