Alfredo Leigue
Septiembre marcara un antes y un después en la historia del país. Y si hasta ahora habían voces que reclamaban liderazgo nacional para Santa Cruz, ha quedado demostrado que a duras penas nuestros líderes son de talla vecinal y mal podrían llevar a Santa Cruz al ejercicio de un liderazgo político de dimensiones bolivianas. En esa perspectiva queda explicada la inoportuna pero acertada definición de Carlos Mesa cuando dijo que Santa Cruz tenía líderes de provincia y creo que exageró.
Cuando quieren echarle la culpa de la desactivación del movimiento que se dio con tanta fuerza en los últimos años de la década pasada, al caso Rozsa, se equivocan. Sumada a la nefasta convocatoria al referéndum revocatorio, la triste reculada en El Trompillo cuando la dirigencia debió ir a Pando a sentar presencia y defender a Leopoldo, marcó el congelamiento del movimiento que movilizo a la Media Luna y enfrió los ánimos de la población. A partir de ahí, el resto fueron desaciertos en medio de una decisión tomada que marcaba una tónica de desarticulación del movimiento.
¿Qué explica que todo esto hubiese sucedido? Aquí van algunos datos que pueden ayudar a construir una explicación:
1. Los líderes cruceños nunca han sido liderazgos naturales. Han sido construcción de las logias basadas en una meritocracia secreta y en un recorrido institucional pre acordado.
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2. Los líderes siempre han sido pobres en formación política. En su mayoría técnicos u hombres de logros empíricos han incursionado en la política en supina ignorancia de la teoría y praxis política, por lo tanto han ido descubriendo la pólvora en cada situación crítica, endosando el costo de su aprendizaje al importante movimiento que lideraban.
3. Al ser portadores de un liderazgo pre acordado o de un gran “encargo” han tenido poco menos que vender su alma para alcanzar su situación, por lo tanto la suma de compromisos y de obediencias debidas han nublado la toma de decisiones correctas en concordancia con el movimiento y el clamor de la población.
4. Los líderes cruceños han sido contagiados por las peores prácticas de la política nacional. Lo que menos importa es el bien común. El objetivo es durar en el ejercicio del poder y en la situación privilegiada. No hay ética de la renuncia ni del paso al costado. Eso frustra a las generaciones en cola y no permite refrescar la causa.
5. En Santa Cruz hay una encarnizada guerra sorda entre dos logias por espacios de poder que cada vez son menos y pegas que son pocas. Las logias han perdido su capacidad de generar empleos pues los mejores empleos escapan a su área de influencia, por lo tanto al pelear cada vez más comensales un plato que no crece, fomenta las luchas intestinas fratricidas y perjudican un acuerdo en torno a una causa común.
6. La política es economía concentrada. Sin embargo el establishment económico cruceño sigue sin poder asimilar el concepto en su máxima abstracción. Siguen confundiendo economía con hacer negocios. Sigue operando en el ámbito de lo concreto y no puede pasar al ámbito de la abstracción y del análisis simbólico que es donde la economía se convierte en poder.
Estas píldoras para la reflexión, luego seguiremos.