Según la Cámara Inmobiliaria de Santa Cruz (Caincruz), muchos no pudieron costear el precio de los alquileres, que se mantuvieron sin rebaja en la zona. Anticipa que la situación se mantendrá durante unos seis meses
Una estampida de animales mecánicos recorre la avenida Monseñor Rivero. Su bullicio, no altera el sueño de un hombre que duerme plácidamente en el alero de lo que un día fue un restaurante de comida española. Duerme rendido ante la penuria; en ese espacio donde ya no existen mesas, ni nada parecido a aquel local. Los dueños no aguantaron y se fueron, quizás con la idea de volver a empezar, como dice la canción de Lerner.
No es el único negocio que cierra, en el llamado bulevar cruceño. Muchos no soportaron la cuarentena de más de seis meses, ni el precio de los alquileres: vendieron lo que pudieron y entregaron las llaves.
Más allá del tema sanitario, que dejó secuelas mortales, la pandemia afectó a varios sectores, y en especial al gastronómico. Si bien las medidas restrictivas se flexibilizaron, no alcanzaron para que algunos restaurantes sigan de pie.
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Precio alto
Desde hace años, la avenida Monseñor Rivero es considerada como una de las áreas más exclusivas de la ciudad. Con el paso del tiempo concentró negocios ligados a la gastronomía y locales para oficinas. Esto generó un gran movimiento de gente, que llegaba a pasar un momento de relax y charlar con amigos.
Hoy, las personas siguen haciendo esto, pero temerosas.
Cleya Menacho, presidenta de la Cámara Inmobiliaria de Santa Cruz (Caincruz) explicó que varios negocios-del sector gastronómico cerraron porque no pudieron sostener el pago de sus alquileres. Precisó que, al ser un área exclusiva, el precio del metro cuadrado es elevado.
Al estar sobre una avenida, el costo de arriendo por metro cuadrado es de $us 7. Por eso, según Menacho, muchos han optado por cerrar y buscar locales más baratos, otros tiraron la toalla por completo.
En un recorrido que hizo EL DEBER observó que en esta avenida existen espacios de 100, 200 y hasta 360 metros cuadrados.
“Había locales muy amplios; que tuvieron que cerrar porque los alquileres en esta zona no bajaron”, sostuvo Menacho.
Por el momento, según la titular de Caincruz, no existe mucha demanda en el mercado inmobiliario para espacios de usos gastronómicos. “La situación estará así por unos seis meses”, dijo.
Este es un fenómeno que está pasando en todos los negocios donde antes había actividades de consumo.
EL DEBER verificó que al menos, en toda la avenida, hay unos 12 locales vacíos con letreros que dicen: ‘En alquiler’.
Por ejemplo, en un espacio donde funcionaba un local especializado en carnes a la parrilla cerró. El espacio es muy amplio, tiene diseño rústico con ladrillos vistos en el ingreso. Además, cuenta con un amplio alero. En el interior tiene un cielo falso blanco y horcones de madera gruesa, que soportan la estructura.
Hoy la churrasquería está vacía. Ahí, algunos transeúntes se detienen para aprovechar la sombra de la cornisa que cubre la acera.
“Es la primera vez en 15 años que trabajo aquí en que veo que la situación está fea”, dijo Lidia Tordoya, una mujer que vende cigarros y golosinas en la acera de un restaurante que cerró por la pandemia.
Antes, según la mujer, ganaba hasta Bs 300 por día “porque harta gente se tomaba su cafecito o se detenía a comer. Hoy, solo hice 10 pesitos”, dijo.
Mientras, el bramido de los animales mecánicos-que todos llaman autos- sigue, algunos negocios que aguantaron la cuarentena volvieron abrir.
La gente llega de a poco a los cafés. Mientras tanto, aquel desconocido, sigue durmiendo en la cornisa donde funcionaba el restaurante de comida mediterránea.