La salida presidencial coprológica de los últimos días hace temer algún nuevo exabrupto durante la visita que la reina Sofía de España realiza desde hoy a Bolivia. Esperemos que el mandatario sepa mantener la disciplina verbal (la boca cerrada) y no arruine la visita de cooperación, que contribuirá a consolidar la ayuda a múltiples programas sociales por un monto de 42 millones de dólares.Lo que la reina Sofía tal vez no sepa es que aquí también se encontrará con un monarca, aunque no parlamentario como ella, sino absolutista.En efecto, la hiperconcentración de poder en el presidente, que tiene en su mano los tres poderes del Estado, configura una suerte de absolutismo electivo, con ambiciones de perpetuidad vitalicia vía reelección indefinida.El símil con la monarquía se hace aún más evidente si se recuerda la coronación de la que fue objeto Evo I en Tiahuanaco, a manos de un pope de la seudo-religión pachamamista que resultó ser un narco-amauta.Incluso el término República ha ido desapareciendo de la terminología oficial, dando paso al Estado Plurinacional.Y aunque en Bolivia no hay príncipes, el vicepresidente se encargó de protagonizar su “boda real”… [email protected]