Se inaugura una sociedad panóptica

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No crean amigos, esto no es cuento de ciencia ficción, menos cuento de hadas, pero Santa Cruz se ha inaugurado como sociedad panóptica, en la que todos hemos comenzado a temer por nuestra seguridad, en la que todos hemos comenzado a ser sospechosos y a ser pasibles de ser incriminados a simple sindicación.

En las escasas dos semanas que han transcurrido desde la muerte de los tres “muchachos” que han sido sindicados de terrorismo, la sociedad entera de Santa Cruz ha sido inculpada de terrorismo a simple declaración de cualquier vecino que se cruce en el camino y que le caigas molesto o antipático, que le caigas mal porque antes le hiciste algún desplante o se te cruzó en el camino un martes 13 mientras un gato negro se pasó por debajo de una escalera, dejando el anticipo de que esto era signo de malos presagios y que se te avecinarían tiempos difíciles y que esto sería algo que vaticinaba que en cualquier momento serías inculpado de un acto de terrorismo, sin que el gobierno necesite mediar para realizar esta sindicación contra tu persona.



Hoy en día es terrorista el que alguna vez se tropezó en la calle con el “chico” Eduardo Rozsa, o con alguno de los otros que lo acompañaban, es terrorista el que no se tropezó con él ni con sus amigos ni como fruto de la casualidad, pero que en los sueños de uno de los perseguidores que se inauguran ahora en Santa Cruz con una paranoia infiltrada de patriotismo, fue soñado como alguien que estuvo en actividades terroristas, sueño que se puede constituir en la prueba inequívoca de que existen muchos terroristas en Santa Cruz.

El estigma del terrorismo es un arma feroz, ustedes no quieren creer pero los perseguidos ya son muchos, suman no cientos sino miles, cualquiera puede caer en la categoría a simple sindicación y esta es la inauguración estelar que nos está dando el gobierno de lo que es una verdadera y terrorífica sociedad panóptica. Todos los ojos puestos en todos los ojos, los ojos persiguiendo y denunciando a cualquiera que se atreva a ser diferente, a pensar diferente, a plantear ideas que se desmarquen de lo que le conviene al establishment, al poder que quiere entronizarse y permanecer a costa de la inoperancia, de destruir al prójimo, de quitarle las gana de ser y luchar por sus causas participando de la construcción colectiva de una mejor sociedad.

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Con mucho pesar al cumplirse un año de la primera velita de la aprobación de los Estatutos Autonómicos, nos encontramos con que el bebé sufre de parálisis cerebral, no habla, no puede andar, no tiene movimiento y además quieren condenarlo a que no piense, ni reclame, ni diga que lo están matando sin dejarlo defenderse.

La primera velita, es una vela que nos deja sin esperanza, que nos deja sólo una torta aplastada en el rostro como en las comedias donde todos se divierten dándose tortazos en la cara. No hay nada que festejar, mucho que lamentar, mucho porque luchar a pesar de que también muchos de los autonomistas han ingresado como miembros de número de la academia de perseguidores profesionales.

Hoy, día que tenía que ser de esperanza, volvamos al interior de la fe que debe seguir en los corazones nobles, que están inmunes al perseguidismo de la sociedad panóptica que tiene como principal característica el ser devota del pensamiento único. En la sociedad panóptica nadie puede disentir, si alguien dijo que lo único permitido es la autonomía de nombre, pobre de aquel que pretenda hablar a favor del federalismo o de otros modelos de convivencia político, administrativa. En la sociedad panóptica quien se quiera desmarcar del pensamiento único del jefe único tendrá como sanción la cárcel, la acusación, el ostracismo, el aislamiento social en base a injurias, calumnias e infamias perseguidoras.