Susana Seleme Antelo
Cuando la violencia de Estado “se introduce en la vida social, va gritando ‘soy la violencia… déjame pasar, si no, te aplastaré…’. Cuando no puede posar su poderoso brazo ni todos los días ni sobre cada hombro, llama en su ayuda a la falsedad… entonces, solo pide obedecer a la mentira…”, escribió el premio nobel Aleksandr Solzhenitsyn, antes de ser expulsado de la Unión Soviética en 1974.
Lo escrito por el hombre que sufrió los peores rigores del estalinismo se asemeja a la Bolivia del presidente Evo Morales y del ‘vice’ bolchevique-jacobino, Álvaro García Linera. Para aplicar la violencia sin que parezca tal, recurren a la mentira, como la promovida por el Gobierno con saldo de muertos y heridos en Porvenir para defenestrar a Leopoldo Fernández, exprefecto de Pando, encarcelado desde hace cinco años sin sentencia, solo por ser parte de la oposición política. O las ‘guillotinas judiciales’ contra opositores, bajo cualquier sindicación sin prueba. O el montaje terrorista-separatista contra 39 acusados, presos o en el exilio, también sin pruebas, por ser autonomistas, violencia y mentiras que en este caso suman la extorsión, el chantaje y la amenaza de cárcel al ejemplar general de la República, Gary Prado, hoy en condición de impedido.
¿Cuántas personas creen en la mentira del caso Porvenir; o en las del complot terrorista-separatista contra los autonomistas cruceños, benianos y pandinos? ¿O en las mentiras con las que se juzga al gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, que cumplió con el mandato de autonomía exigido por el 86% de la sociedad cruceña; o en las que llevaron al senador Róger Pinto a asilarse en la embajada de Brasil hace un año, sin que aún obtenga el salvoconducto?
El uso de la violencia, señala Hanna Arendt, deriva en que “cualquier tema público en el debate que plantee discrepancias, es inmediatamente descalificado y posicionado como reaccionario”. En Bolivia se califican de derecha, neoliberal y ahora golpistas, como a las demandas de la COB por exigir equidad en las jubilaciones: ¿Por qué a los militares el 100% y al resto el 60%?
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Arendt apunta que cuando el discurso de las ‘mayorías’ se torna agresivo, se reduce el ser social “a un cuerpo que destruir y un alma que manipular…”. ¿Cómo quitarle el alma a los k’aras del ‘vice’?
Para librarnos de manipulaciones y mentiras vuelvo a Solzhenitsyn: “Aunque la mentira lo oculte todo y todo lo abarque, no será con mi ayuda”.
El Deber – Santa Cruz