Navidad con sillas vacías


 

Estamos próximos a la navidad, época donde la mercadotecnia viste la realidad con muestras y deseos de alegría, paz y felicidad, buscando transmitir un mensaje acorde a la llegada del hijo de Dios.



Nochebuena, sin duda alguna, es un acontecimiento donde los niños ilusionados esperan abrir un regalo mientras las familias se reúnen, pero dentro del brillo reflejado por las luces navideñas van resaltando las ausencias de familiares que hoy no están ocupando un lugar en la mesa, sea porque decidieron sembrar raíces fuera del país o porque fueron llamados a dormir el sueño eterno o, en el peor de los casos, porque las peleas y enemistades abrieron distancias irreparables. Así, los espacios vacíos van sumando y la Navidad, para algunos, va cambiando de color y sabor. En las sonrisas para una foto procuran disfrazar tristezas y en la bulla de la noche tratan de esconder la soledad del alma.

No podemos detener el tiempo, tampoco podemos volver hacia atrás para dar un último abrazo o buscar una última sonrisa de quien ya partió, solo queda recordar y volver a vivir esos momentos de aquellos familiares que, aún con su espacio vacío, viven en nuestro ser. Las distancias siempre pueden ser acortadas, por más lejos que estén. La tecnología, los buenos recuerdos y la oración siempre nos permitirán llegar hacia ellos, estén en cualquier parte del mundo o aún más allá del sol. En cuanto a las distancias irreparables, solo depende de cada uno recordar que fueron criados bajo un mismo techo, entre errores y aciertos de sus progenitores y que quizás lo más importante hoy, sea dejar un ejemplo hacia su propia descendencia. Al final, perdonar no es otra cosa que liberarse uno mismo de dolor, rencores y resentimientos.

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Para muchas personas Nochebuena tendrá una mesa con sillas vacías, el recuerdo del ser ausente podrá ser de alegría o de tristeza, dependerá de cada uno de los familiares cómo decidan recordarlo.

Esta nochebuena recordemos con alegría aquellos familiares ausentes, reviviendo y disfrutando aquellos recuerdos junto a los familiares presentes. Valoremos a las personas alrededor nuestro, puede que mañana ya no estén. Que nuestro mayor regalo para con nuestros seres queridos sea nuestra atención, procuremos que nadie caiga en depresión, alegremos al triste, levantemos al caído que sepan que cuentan con cada uno de los miembros de la familia. Que los buenos momentos dupliquen la cantidad de las estrellas del firmamento en cada uno de los hogares, sin importar la condición económica, la cantidad de asistentes o de sillas vacías. Dios nos bendiga,feliz Navidad.

 

Oscar Gómez Berthón


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