Un viejo sofisma llamado Estado Plurinacional

 

El año 2009, entre gallos y medianoche, se aprobó el texto definitivo de la nueva Constitución boliviana. Amén de su ilegalidad al sobrepasar los límites de su convocatoria y la escandalosa redacción definitiva por abogados españoles, esta norma introdujo de forma maniquea y malintencionada dos visiones supuestamente contrapuestas de la sociedad boliviana, a saber: la idea de un pasado precolombino platónico y no exento de problemas, y una época colonial y republicana que engendraría todos los males presentes. En su exposición de motivos, que parece ser más una patraña carnavalesca o un canto atolondrado, se establece increíblemente la superioridad étnica de determinados ciudadanos contraviniendo el principio universal de igualdad ante la ley.



 

Semejante exabrupto no solo legal, sino carente de significación historiográfica y hasta idiomática, está íntimamente ligada a la concepción del Estado Plurinacional, que es tan sólo un invento de baja calaña.

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Claro está que el nombre oficial de Bolivia no es según el texto Estado Plurinacional de Bolivia. Pero no sólo eso. También es evidente que bajo el sofisma de un Estado Plurinacional se esconden razones claramente etnocéntricas, y cuándo no, etno-nacionalistas que no condicen con la realidad social del país, y el principio constitucional de pluralismo político.

 

Ya en su aplicación, la ineficacia y parcialidad de la nueva Constitución es más que evidente. No se cumple el precepto de más de una treintena de idiomas oficiales. El español es la lengua de todas las leyes aprobadas en el Congreso. Las leyes de desarrollo de la Constitución de 2009, están hechas para perseguir en no pocos casos a los detractores y/o disidentes del gobierno de turno.

 

Hecha la ley, hecha la trampa. Los pueblos indígenas originarios campesinos, así llamados, reclaman el respeto de sus derechos – entre los que se halla el del medioambiente sano – sin que ninguna autoridad del país ponga freno a las calamidades sociales que suceden a diario.

En suma, el Estado Plurinacional es una trampa con la que los poderosos huyen del Gobierno Republicano y el Estado Democrático de Derecho, para asentarse en las tinieblas del peor oscurantismo en siglos de historia. Éste es el germen, y no otro, del paquetazo de leyes con las que el Ejecutivo nacional pretende acallar a la prensa boliviana y a otros sectores de la población.

 

Por Mauricio Ochoa Urioste

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