Sugerencias (consejos de conejo) a Marcelo


Ayer vi el video de la entrevista que Tuffi Aré hizo a Marcelo Claure. Me impresionó gratamente el obvio compromiso que Marcelo tiene con Bolivia, porque está claro que nada perdería (o ganaría más) si nos olvidara y se concentrara en sus negocios globales. Valoro también como útiles las acciones que se propone llevar a cabo para contribuir a una elección bien informada en 2025, que elegirá la presidencia que inicie el tercer centenario de la República.

Sin duda, los plazos están muy apretados. Para lograr los resultados esperados en su Proyecto 360 (P360), quienes tenemos información o experiencias que pueden ser útiles a ese proyecto, las debemos poner a su disposición. Como Fundación INASET, tenemos casi 40 años trabajando en temas de desarrollo productivo con un enfoque –que sin duda está “fuera de la caja” del pensamiento académico tradicional, y que serán de utilidad si coincidimos en que, la crisis en la que estamos entrando, debe ser la terminal para los dos siglos de extractivismo. Esta es la condición necesaria para iniciar, el tercer centenario, efectivamente encaminados hacia un desarrollo productivo, sostenido y sostenible.



Estoy todavía varado en el exterior y no tengo a mano la documentación que disponemos en INASET. Acumuladas desde 1986, nuestras experiencias serán útiles para respaldar los aportes que creemos debemos hacer como una mínima contraparte a la enorme tarea que Marcelo asume para ayudar a Bolivia a enfrentar y superar la crisis. Parto, por ahora, con un par de comentarios generales al esbozo del P360 que él nos ofreció en la entrevista.

Primero, ¿qué preocupa y que quiere la gente? En 35 años, preguntamos esto a por lo menos 100.000 empresarios, trabajadores, académicos, estudiantes y funcionarios públicos; en general, cada persona tiene más de un aporte, normalmente muy vinculados a temas de coyuntura, por lo que se confunden “temas y problemas” (problema: obstáculo que impide lograr un objetivo; si no tienes objetivos, tienes temas, no problemas). En los años siguientes al 2006, cuando la política introdujo el concepto del “vivir bien”, el 99.99% de las personas coincidieron en definir el vivir bien como “un empleo seguro hoy, vejez digna mañana, y futuro posible para nuestros hijos en esta tierra”. Esta consigna nació en 2008 con las organizaciones sociales de El Alto, que nadie podría acusar de “anti proceso de cambio”.

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Segundo, en la primera encuesta presentada hace una semana por el P360, tres de los cinco temas de mayor preocupación, son elevación de precios, pobreza y desempleo, que tienen como origen común la precariedad y baja productividad de las ocupaciones (no son “empleo”). Es decir, una vez más, la causa-raíz de la insatisfacción, es la falta de oportunidades de empleo digno –no el déficit, tipo de cambio o la tasa de interés (cuyos valores varían con la coyuntura). La solución estructural es el empleo, su productividad, y la mejora en la distribución primaria del ingreso que aseguran el crecimiento productivo sostenido (como reitero la semana pasada en mi columna de opinión “Con los pies en la tierra”, referida al estudio sobre la relación entre inversión y crecimiento en los EEUU desde 1929).

En síntesis, me atrevo a sugerir que se ganaría tiempo focalizando las encuestas hacia este tema –que sí ES problema, e indagar cómo afecta a la gente esta realidad (persiste la pobreza porque 85% de la población ocupada está condenada la cuenta-propismo ante la incapacidad estructural de nuestra economía para crear empleo digno), consultar las reacciones ante posible medidas “duras” necesarias, y, por supuesto indagar cómo y con qué prioridad los posibles candidatos lo abordarían. La gente tomaría conciencia sobre la complejidad del tema, y valoraría a los candidatos no solo por simpatías, sino por elementos concretos respecto a la capacidad para formar equipos de gobierno capaces de llevar al país a buen puerto en este desafío. Evitaría “contratar un Messi como capitán de la selección cuando el campeonato no es de futbol, sino de básquet”.

Respecto al centro académico y al “think tank” privado que ayudarán a diseñar el Plan de Gobierno, sugiero que Marcelo especifique que “recuperar los equilibrios macroeconómicos” no debería estar entre las diez primeras acciones recomendadas: la solución real que Bolivia necesita, es desarrollar capacidades para que, la gente, pueda crear anualmente 150.000 oportunidades de empleo productivo, digno y con una productividad igual o superior a la de América Latina. Hoy, 60.000 empleos de esas características significarían un crecimiento del PIB del 6%; pero, en el mejor de los casos, creamos la mitad de esa cifra y en sectores que generan rentas, no valor: esta es la causa de nuestro centenario crecimiento empobrecedor.

Los lineamientos estratégicos esperados deberían orientarse a cómo, en una gestión de gobierno, logramos que la economía tenga las condiciones de crear el empleo –en cantidad y con la productividad señaladas como piso; si esto se consigue en la realidad, cualquiera sea el déficit, la tasa de interés o el tipo de cambio, serán los correctos. Nunca al revés, como muestran los últimos 50 años de historia económica global guiada por teorías.

Y esta es la parte difícil. Crear 60.000 empleos con la productividad media de América Latina, es una meta accesible en términos de capacidad y potencialidad en sectores como la industria, el turismo y la gastronomía. Pero, de inicio, hay que recuperar y fortalecer el mercado interno; mejorar la productividad, de procesos y la laboral para atender los mercados; consolidar un marco de competitividad que permita y aliente las mejoras en la calidad y la productividad; e iniciar la construcción de una institucionalidad “pro producción y empleo” a partir de medidas focalizadas para eliminar, inicialmente, las trabas más específicas. Para que lo anterior sea posible, debemos rediseñar las autonomías de abajo hacia arriba.

Todo esto muestra que hoy tenemos hoy un Estado anti-emprendedor, que se ha dotado de una institucionalidad disfuncional para la creación de valor y empleo.

Por esta razón, en tanto no adoptemos las más elementales condiciones de acompañamiento positivo a emprendimientos mediante reformas mínimas en los ámbitos mencionados, sugiero que Marcelo no habilite aún su fondo de 10 millones de dólares para emprendimientos nuevos. Por experiencia sabemos que hoy, en estas condiciones, el financiamiento haría más deudores que emprendedores; Marcelo ejemplariza que el financiamiento sigue al emprendedor real. Emprender no es, como hizo creer el Banco Mundial en los años 1980, tan simple como soplar y hacer botellas, y saber hacer botellas no garantiza que las vendas generando utilidades. Con este razonamiento, en 1992 pronosticamos que el microcrédito afectaría mortalmente a toda la producción nacional en general, pero muy especialmente a la de pequeña y mediana escala. Dicho y hecho, transformó ONGs en bancos rentables, y a miles de pequeños productores en micro comerciantes que pasaron a constituir canales de distribución del macro contrabando. No, ahora necesitamos más productores que comerciantes, y debemos crear las condiciones.

Debatir el tema de la precariedad del empleo y sus consecuencias como objetivo táctico inmediato, permitiría que la gente tome conciencia sobre la seriedad de la crisis: que no se limita a unos cuantos ministerios, sino que afecta directamente al bienestar de las familias; que no todos los candidatos “son iguales” respecto a sus capacidades para liderar las tareas para recuperar la economía; y que las tareas necesarias, implicarán medidas y costos a corto plazo. El proceso será complejo.

El desafío de mantener el rumbo correcto, está en seguir una ruta crítica que, con los menores costos y en los menores plazos, elimine los múltiples escombros existentes en niveles micro, meso y macro; en cinco años, deberíamos además ser capaces de posicionar, en la sociedad, nuevos valores sociales compartidos (nivel meta). Y, no menos importante, este camino debería generar “endógenamente” al menos parte de recursos que necesitaremos para llevar adelante las transformaciones a largo plazo con creciente autonomía.

Cierro. Personalmente, el Proyecto 360 de Marcelo Claure se debería considerar como una convocatoria para que todos nos saquemos gorras y sombreros y “dejemos que las mariposas vuelen”. No será fácil –quizás será imposible, que gente de universidad top y Think Tank top tengan la paciencia de analizar todas las ideas que puedan surgir en las próximas semanas y meses, pero sería tonto no aportar con lo que se tiene. Después de todo, los abuelos siempre nos decían “escucha todo consejo, así venga de un conejo”.

Enrique Velazco Reckling, Ph.D., es investigador en desarrollo productivo y Director de INASET.


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