El partido del expresidente Evo Morales naufragó en medio de una batalla interna entre evistas y arcistas, al extremo de que el “líder indiscutible e histórico” perdió el control de la sigla.
eju.tv
Juan Carlos Véliz / La Paz
El Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido que llevó a la presidencia a Evo Morales en 2005 y a Luis Arce en 2020, sufrió este año una fractura que lo dejó dividido en dos bloques mientras el liderazgo del otrora “líder indiscutible e histórico” quedó desportillado y se tambaleante.
El MAS es una organización política fundada en 1995 por organizaciones sindicales como la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSTUCB). Antes de consolidarse como MAS-IPSP se llamó Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP) y se definió como el brazo político del movimiento campesino de Bolivia en un claro divorcio con el movimiento obrero y con la izquierda tradicional.
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Los fundadores coinciden en que el MAS, sigla que inicialmente perteneció al diputado izquierdista de la Falange Socialista Boliviana (FSB), David Añez Pedraza, nació sin Evo Morales, pero fue éste el que encaminó el instrumento político hacia la presidencia de Bolivia desde el trópico de Cochabamba.
El MAS-IPSP ganó desde 2005 hasta 2020 cuatro elecciones nacionales y tiene el control de la mayoría de los municipios rurales y las gobernaciones del país y es uno de los partidos con la mayor cantidad de militantes en el país.
El partido que fue imbatible en procesos electorales y sólido debido a su estructura interna sufrió un colapso a partir de un desencuentro entre Evo Morales y Luis Arce en 2021, aunque hay quienes señalan que la “desgracia” del partido gobernante comenzó con el afán reeleccionista del entonces Presidente.
La pugna interna fue subiendo de tono desde entonces y contaminó a la Asamblea Legislativa Plurinacional donde el MAS tenía mayoría, que terminó fracturada en dos bancadas, una funcional a Evo Morales y otra leal a Luis Arce.
La división interna también puso en riesgo la gobernabilidad de Luis Arce, quien en numerosas ocasiones denunció intentos de golpe de Estado y conspiraciones internas. Este escenario repercutió en las calificaciones internacionales de riesgo, quienes alertaron que la división interna del partido gobernante aumenta el riesgo país.
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La lucha alcanzó el clímax este año. Evo Morales dirigió en septiembre una marcha contra Luis Arce, su exministro de Economía y candidato presidencial elegido, desde Caracollo hasta La Paz con el objetivo de acortar su mandato, pero la reacción política del Gobierno y su denuncia internacional de “golpe de Estado” moderó la movilización evista.
Un mes después, en octubre, los seguidores de Morales protagonizaron un bloqueo de caminos casi durante un mes para evitar la aprehensión de su líder investigado por abuso a una menor de edad en 2015. La protesta fue levantada con la intervención de la Policía y las Fuerzas Armadas ante el clamor de sectores productivos que fueron perjudicados por la protesta.
Para analistas políticos, Evo Morales perdió la segunda batalla porque no consiguió el objetivo de acortar el mandato de Luis Arce ni logró anular el proceso legal por estupro.
En medio del bloqueo evista, el 27 de octubre, Evo Morales denunció un supuesto atentado contra su vida con disparos de arma de fuego por parte de “policías de élite” a sus vehículos en los que se desplazaba. Responsabilizó al Gobierno de intento de asesinato, mientras desde el órgano Ejecutivo tildaron el hecho como un “autoatentado” y acusaron al exmandatario de disparar contra policías que realizaban un control antidroga en el trópico de Cochabamba.
En noviembre, el Tribunal Constitucional Plurinacional validó el congreso del MAS arcista que se realizó en El Alto y que eligió a Grover García como el nuevo presidente del partido en reemplazo de Evo Morales.
La decisión fue comunicada después de que esa misma institución encargada del control de constitucionalidad mediante un auto constitucional ratificó que está prohibida la elección de autoridades electas por una tercera vez.
De esa manera puso otro candado a la candidatura de Evo Morales para las elecciones generales de 2025 porque al amparo de la Constitución Política del Estado de 2009, ya fue electo en esas funciones en los comicios de 2009 y 2014.
Con el candado constitucional que le impide otra reelección, Morales fue despojado de la sigla del MAS después de que el Tribunal Supremo Electoral reconoció a García como el nuevo presidente del partido como ordenó el TCP.
Ahora el otrora “líder indiscutible e histórico” como era denominado por sus leales está buscando una nueva sigla política o la creación de una para intentar una candidatura, aunque su liderazgo quedó desportillado por las denuncias de abuso sexual a menores, al menos por una de esas denuncias ahora tiene una orden de aprehensión y permanece refugiado hace tres meses en el trópico de Cochabamba flanqueado por sus decenas de leales.