A pocos días del cónclave que elegirá al sucesor de Francisco, el presidente de Estados Unidos bromea con la posibilidad de convertirse en pontífice.
Fuente: AS
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, vuelve a convertirse en polémica con una declaración inesperada en la que asegura que le gustaría convertirse en el próximo Papa. Aunque formuló este deseo en tono distendido durante un acto en la Casa Blanca, el comentario ha provocado una oleada de reacciones, tanto en medios religiosos como políticos. “Me gustaría ser Papa. Esa sería mi opción número uno”.
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El comentario llega en un momento delicado para la Iglesia católica. Tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, a los 88 años, el Vaticano se prepara para el cónclave que arrancará el 7 de mayo por la tarde, en busca de un nuevo líder espiritual para los más de mil millones de fieles que tiene la Iglesia en todo el mundo.
Dolan, el favorito de Trump
Aunque aseguró no tener preferencia claras sobre quién debería ocupar el trono de San Pedro, Trump no pudo evitar mencionar al cardenal Timothy Dolan, actual arzobispo de Nueva York. “No tengo un favorito, pero hay un cardenal de un sitio llamado Nueva York que es muy bueno. Veremos qué ocurre”, comentó, dejando entrever una simpatía particular por el religioso estadounidense.
Dolan, de 74 años, es uno de los diez cardenales estadounidenses que participarán en el próximo cónclave. Ya formó parte del proceso que eligió a Jorge Mario Bergoglio en 2013, y entonces llegó a recibir dos votos. Su perfil conciliador y dominio del inglés, sumado a su relevancia dentro del clero estadounidense, lo convierten en una figura a tener en cuenta, aunque no parte como uno de los grandes favoritos.
Estados Unidos tendrá una presencia significativa en la elección del próximo Papa, con una decena de cardenales con derecho a voto. Además de Dolan, destacan nombres como Raymond Burke, un rostro conocido del ala más conservadora del catolicismo, y Robert Prevost prefecto de Dicasterio para los Obispos, designado por el propio Francisco y con una destacada trayectoria en América Latina.
La influencia del bloque estadounidense podría inclinar la balanza hacia un perfil más pastoral o, por el contrario, hacia un retorno a posiciones más tradicionales, dependiendo de los consensos que se generen dentro del cónclave. Sin embargo, la posibilidad de que un laica, especialmente alguien como Donald Trump, pueda aspirar al papado no solo es improbable, sino teológicamente imposible, dada la naturaleza del proceso.
Aunque es evidente que la afirmación de Trump no tiene viabilidad canónica, su comentario no ha pasado desapercibido. Algunos analistas interpretan sus palabras como una muestra más de su gusto por acaparar titulares y agitar el debate público. Otros, en cambio, creen que se trata de un gesto estratégico para acercarse a ciertos sectores del electorado cristiano más conservador en Estados Unidos.