El MAS apela a artilugios para mostrar que hay disidencia en Santa Cruz. Algunos le hacen el juego y no se sabe si es por ingenuidad.
El MAS no necesitaba sumar forajidos para apalear opositores en algunas zonas de Santa Cruz, donde hace rato vienen consolidando feudos bien pertrechados, como sucede en el Plan Tres Mil, de donde sacaron a machetazo limpio a los seguidores de Manfred Reyes Villa. En Equipetrol, los muchachos de Isaac Ávalos no han hecho más que el ridículo y en la plaza 24 de Septiembre, la espontánea silbatina de los peatones obligó a la retirada a los candidatos oficialistas con su flamante séquito de “barrabravas” y ex unionistas.
De cualquier forma, el MAS, con el aval del presidente/candidato Evo Morales, que según dicen, fue él mismo el que cerró las alianzas con “Chichi” Pérez, los unionistas, el guardaespaldas de Rubén Costas y uno que otro funcionario de la Prefectura, ha estado articulando una estrategia cargada de mensajes cifrados, destinados a generar confusión en la región más hostil al oficialismo y que resulta de una importancia vital para que el masismo pueda o no consolidar la hegemonía política que está buscando.
Algunos creen que el MAS se hizo un autogol al sumar a sus filas a individuos de dudosos credenciales, aunque ha sido Evo Morales, haciendo gala de un proverbial pragmatismo, el que salió a justificar la medida y a callar incluso algunas voces discordantes dentro de su partido con el argumento: “todos los votos cuentan para ganar”. Pero ese gesto va mucho más allá de la aritmética electoral y tiene que ver con un mensaje hacia la dirigencia cruceña, a la que desvaloriza, ataca e ignora por un lado y con la cual también organiza reuniones a hurtadillas. Mientras que con unos el MAS se pasea con gestos de victoria, con otros –empresarios y líderes de las cooperativas-, hace citas reservadas, con el único fin de poner un signo de interrogación en las cabezas de los electores. No son pocos los que aseguran que no hay nada de forzado en esa relación y que el antecedente más claro de un acercamiento pactado está en la Expocruz.
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Con pacto o sin él, ya sea por medio de una derrota o una capitulación, el MAS pone en práctica métodos de la llamada “inteligencia política” para generar nerviosismo, cuando menos. Convencer, con plata o con argumentos al custodio del Prefecto, no deja de ser un acto de intimidación hacia Rubén Costas, de la misma manera que deja un sabor a perforación del movimiento cívico, el hecho de sumar a sus huestes a varios unionistas, por más desvalorizada que hubiera estado la institución juvenil. Para los burdos fines mediáticos oficialistas, ha sido el MAS el que ha promovido la unidad, el abrazo entre collas y cambas, entre bluministas y orientistas. Todo es farsa, pero no hay duda que le ha dado buenos réditos, pues mantiene inmovilizada a la institucionalidad de Santa Cruz, que hasta el momento no se sabe a qué está jugando, salvo contadas excepciones.
La conducta asumida por líderes que no hace mucho estaban defendiendo de manera abierta y entusiasta la autonomía, la libertad y la democracia resulta patética, no sólo porque le hacen el juego a los artilugios del Gobierno, sino porque con el silencio, la modorra y la aparente sumisión, le tienden la mano a un oficialismo que hace todo por salir del embrollo en el que se metió con la intriga del terrorismo y que ataca por todos los frentes por medio de la judicialización de la política.