En el metro de Múnich suele haber una imagen que puede parecer extraña para la mayoría de turistas que visitan esta ciudad alemana: un grupo de jóvenes, vestidos con trajes de neopreno y tablas de surf. La temperatura afuera baja de cero grados y la costa queda a unos 500 kilómetros, sin mencionar que las playas más cercanas con olas «ideales» para surfear están a más de 1.100 kilómetros.
Pero la distancia no ha sido impedimento para que la capital de Bavaria, en el sur de Alemania, sea reconocida como uno de los principales destinos de surf en el mundo.
El escenario es un pequeño canal afluente del río Isar conocido como Eisbach, ubicado en el sur del parque Englischer Garten. Es tal la popularidad de surfear en el río, que durante los meses de verano es común ver una larga colar de surfistas esperando su turno para correr la ola de un metro de altura contra corriente.
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«La escena ha cambiado mucho desde sus orígenes», comentó a la BBC un surfista habitual en el Eisbach, Quirin Stamminger. «Incluso los que comenzaron hace sólo tres años se dan cuenta de lo molesto que es tener que esperar detrás de otras 25 personas». Se cree que la modalidad se inició a comienzos de los años 70 en Múnich, que desde entonces es considerada la cuna del surf en las ciudades.
Se cree que la modalidad se inició a comienzos de los años 70 en Múnich, que desde entonces es considerada la cuna del surf en las ciudades. La
particularidad de surfear en el Eisbach es que no hay tiempo de pararse en la tabla, sino que hay que lanzarse al agua y comenzar inmediatamente a correr la ola de un lado a otro.
Las autoridades de la ciudad lo prohibieron durante años debido al peligro. Era frecuente ver a policías persiguiendo a surfistas por el parque, mientras que fueron muchos los que tuvieron que recoger sus tablas al día siguiente en la estación de policía.
Stamminger explicó que todo cambió con la aparición de las redes sociales en internet. «Con Facebook y YouTube más gente supo y querían probarlo. Los surfistas dejaron de esconderse y aprovecharon la publicidad para legalizar su afición», comentó.
Fue así que en 2010 la ciudad decidió adquirir los terrenos aledaños a la ola de parte del gobierno de Bavaria y aceptó tomar responsabilidad de lo que allí ocurriera, legalizando el deporte.
«Hay aproximadamente unos 1.000 surfistas activos, mientras unas 10.000 lo habrán intentado alguna vez en Múnich», dijo Stamminger. «Pero no hay un lugar fijo donde se reúnen. La gente llega a Eisbach o a la ola en Flosslände cerca del zoológico y después regresan a sus vidas».
La modalidad de surfear en ciudades se ha extendido por Europa y, en otras partes del mundo como Canadá, también es habitual ver a gente surfeando en ríos.
Fuente: bbc.co.uk