Carlos Sabino*El nuevo presidente argentino, en apenas dos semanas, ha relanzado la economía de su país y ha mostrado un estilo propio y atractivo, hacia adentro y el exterior. Mauricio Macri ha comenzado su gestión como debe hacerse, para acabar con el nefasto legado que Néstor Kircher y su esposa, Cristina Fernández, han dejado en la Argentina. Después de 12 años de intervenciones estatales en la economía, enormes subsidios y un clima de confrontación interna que buscaba constantemente enemigos como un modo de dividir a la gente, el nuevo Gobierno ha iniciado sin dilación una serie de cambios que van encaminando al país sureño hacia la normalidad.Lo primero que ha hecho el nuevo presidente ha sido enviar, a sus conciudadanos y al mundo, un mensaje de paz y un llamado a la concordia, enfatizando que va a gobernar para todos los argentinos, sin exclusiones de ningún tipo. Pero este llamado a la convivencia no ha significado ni lentitud ni pasividad frente a la grave situación que afronta: en la primera semana de su Gobierno ha levantado las restricciones que se imponían al cambio de la moneda extranjera y ha declarado, entre otras medidas, el estado de emergencia nacional para combatir la delicada situación de inseguridad que se ha generado en los últimos años.El levantamiento del llamado “cepo cambiario” significa que ahora cualquier persona puede cambiar libremente monedas extranjeras. Hasta ese momento existían prohibiciones, impuestos específicos y severas restricciones que llevaron a la existencia de varios tipos de cambio. El oficial, reservado para ciertas importaciones, no era otra cosa que un subsidio, que pagaba el estado a costa de sus menguantes reservas; el dólar libre, llamado blue, con cierta ironía, se cotizaba a casi el doble de lo que los exportadores recibían por sus cobros en dólares. De este modo se castigaba la exportación, a quienes viajaban al extranjero y finalmente al consumidor final, pues muchos bienes se compraban al exterior con el dólar blue y generaban una fuerte inflación.Al liberar el mercado de divisas se produjo una inmediata unificación del valor de la moneda extranjera, pero no al valor máximo que tenía sino a un precio intermedio, que refleja la auténtica situación económica nacional. Esto último se logró tan fácil y rápidamente porque además el Gobierno tomó, de modo simultáneo, varias medidas complementarias.Entre ellas cabe destacar la reducción de los impuestos a la exportación de productos agrícolas, ganaderos e industriales, la eliminación de las llamadas “retenciones a la exportación”, que no representaban otra cosa que un fuerte impuesto a los productores agrícolas y, por otra parte, diversos convenios y arreglos financieros que garantizan la entrada de más dólares al país.La confianza ha renacido. El dólar ha bajado de un máximo de 16 pesos a menos de 14, en oscilaciones que lo llevan por momentos a solo 13 pesos. Un clima de alivio y de entusiasmo ya se extiende en el mundo de los negocios, lo que garantiza nuevas inversiones. Puede preverse que la inflación, superior al 30% en la actualidad, irá descendiendo sin pausa en los próximos meses.Aparte de esta acción, imprescindible, se encaran otros cambios. De los cuatro millones de empleados públicos —una cifra sin duda desmedida—, se piensa eliminar a los 200.000 o 300.000 que cobran sin siquiera ir a trabajar. Esto contribuiría a reducir el inmenso déficit público, que es la principal causa del aumento incesante de los precios.En materia de orden público, se ha anunciado ya que se reglamentarán las protestas públicas, de modo que los llamados piquetes —que interrumpen el tránsito por las vías principales del país con cualquier motivo, generando altos costos y graves problemas al ciudadano común— no podrán interrumpir por completo el tránsito, sino que deberán dejar franjas libres para la circulación.Su primera acción en política exterior, por otra parte, ha sido la de reclamar, en una reunión de presidentes del bloque del Mercosur, la liberación de todos los presos políticos venezolanos, sometidos a condiciones de reclusión realmente agobiantes e inhumanas. ¡Y todo esto en menos de dos semanas!Macri ha comprendido que Argentina necesitaba medidas urgentes y eficaces para sacar al país del marasmo en que se encontraba, que gobernar no es quedar bien con todo el mundo sino aplicar medidas que generen confianza, gobernabilidad y que reactiven la economía, hoy por completo estancada. Esperamos que se mantenga firme en sus propósitos, que de seguro traerán de inmediato buenos resultados, y que sus acciones se conviertan en ejemplo para otros Gobiernos de América Latina, atrapados hoy en las redes del populismo y la desmedida presencia del Estado en la economía.*Sociólogo, escritor y profesor universitario, director de programas de máster y doctorado en Historia de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Panam Post