La creadora de la campaña Yo soy mi primer amor ha sido blanco de críticas y ataques grafiteros. Pese a ello, ha logrado llevar su programa a varios departamentos y tiene más de 500 voluntarios. Ribera se reinventó en La Paz.https://youtu.be/RnDqpFow4r4Pablo Ortiz / EL DEBERPRENSA YO SOY MI PRIMER AMORTodo es color de rosa. La agenda -rosa- tiene escrito en verde Yo soy mi primer amor. Maricruz Ribera lleva el mismo lema en la gorra y en el bordado de la polera básica que tiene puesta. Está sentada en un sillón de cuero oscuro y mientras mira sus manos y juega con su anillo, de su boca salen cientos de palabras para contar su programa de empoderamiento de adolescentes: “Había muchas campañas de prevención a la violencia que decían ‘ni una más’. Había una campaña que realmente me impresionó y que empieza con una niña que se pinta el ojo morado y dice: ‘Quiero parecerme a mi mamá’.Habíamos naturalizado mucho el tema de la violencia. Decíamos: ‘A mí no me pega, a mi no me levanta la voz, solo me prohíbe hacer cosas, solo me cela’. Eso también es violencia’. Entonces me vino la idea de trabajar para prevenir noviazgos violentos, trabajar con ellas antes de que tuvieran novio, para que no tengan relaciones violentas”, cuenta.Maricruz Ribera, cruceña, 35 años, rubia, ex Magnífica de Pablo Manzoni, esposa del alcalde de La Paz Luis Revilla, creó el programa de prevención de violencia contra la mujer Yo soy mi primer amor y en pocos meses lo difundió por todo el país. Ahora tiene voluntarios en La Paz, Oruro, Sucre, El Alto, Potosí y Santa Cruz. Es un ejército de mujeres y hombres de rosa que incluso pagan para participar de las capacitaciones. Llega a cientos de adolescentes a las que les da mensajes de autoestima, de liderazgo y les enseña a crear un proyecto de vida. Todo está lleno de frases como “elige ser protagonista de tu vida, no la víctima”, “de todas las emociones elige quedarte con la felicidad”, “siéntete linda y el mundo te verá hermosa”.Todo eso hizo que María Galindo, lidereza de Mujeres Creando, feminista y anarquista, llenara las paredes de La Paz con frases como “lo que hace Maricruz es domesticación, idiotización y barbificación, eso no es liberación” o “lo bonito es ser libre y bocona, no como Maricruz, barbie con silicona”. Así, a los empujones -aunque ella de forma inocente diga que no le gusta la política y que no habla de política-, Maricruz Ribera aprendió que cualquier activismo es político.
Maricruz fue una de las reinas de Carnaval más recordadas. Es la única que lució esa corona siendo casada. Nadie sabía de su bodaLa modelo“Te aseguro que no tiene silicona”, dice Robin Peredo, periodista socialero. María Galindo, que atacaba la banalización del discurso feminista y que el lema Yo soy mi primer amor sacaba del foco de discusión al macho agresor, no había conseguido instalar su debate en la opinión pública, pero sí la discusión sobre si la exreina del Carnaval tenía implantes de silicona. Peredo recuerda a Maricruz como una niña que estudió toda su vida en el colegio La Salle. “Era una choquita atractiva, siempre fue nalgudita, con una cintura chiquita y cachetona. Su trauma eran sus cachetes”.Maricruz Ribera se recuerda a sí misma como el patito feo, como una niña llena de inseguridades que sentía pavor de pararse frente a su curso, como una adolescente cuyo cuerpo creció demasiado rápido a la que se le olvidaba la lección cuando tenía que recitarla frente a sus compañeros; como la hija de Armando Ribera, un ingeniero exitoso que le cantaba “sueña que la descubran/para que baile en televisión” y que la convenció de que “si te sentís linda, todo el mundo te verá hermosa”.Rildo Barba, otro periodista especializado en farándula, la describe como una modelo muy profesional, que siempre se tomó su trabajo en serio sin descuidar sus estudios de Arquitectura. “Era de las modelos en las que se podía confiar porque no fallaba: superpuntual y siempre perfecta, peinada, maquillada y bien vestida”, explica. Se hizo tan popular que llegó a ser reina del Carnaval. “Incluso le perdonaron que haya sido reina estando casada”, recuerdan Peredo y Barba. Maricruz Ribera se casó con Juan Pablo Mazone a escondidas incluso de su padre. “Nunca ejercí de casada”, dijo una vez para explicar que jamás dejó la casa de papá.Era una modelo rara. Sus amistades no eran otras modelos, no tenía escándalos de cambios de novio y poseía una disciplina férrea. “Siempre me pedía que le avisara con tiempo las cosas. Cuando hicimos la campaña de Corimexo, me pidió 20 días para prepararse y llegó perfecta”, explica Miguel Chávez, publicista que dirigió la campaña Puro cuero, la misma publicidad denunciada por Mujeres Creando como sexista, cosificadora de la mujer. Así, para las feministas, que Maricruz Ribera haga una campaña feminista es casi una blasfemia.Cambio de vidaNo todo era color de rosa. “Cuando murió mi papá, sentí que se había muerto mi familia”, dice Maricruz Ribera. En enero de 2011 y el Málaga, un edificio de ocho pisos con estructuras calculadas por el padre de Maricruz, se desmoronó atrapando en el sótano al ingeniero calculista y a una docena de profesionales y obreros. Ella, en persona, se hizo cargo de la situación. Fue vocera de su familia y daba los partes de prensa durante los días de búsqueda estéril de supervivientes.En ese momento, Maricruz era presentadora en ATB Santa Cruz. El “patito feo” al que su papá la hacía leer el periódico en voz alta durante los almuerzos para prepararla para dirigir noticiarios, era un cisne que no soportaba su casa sin su padre. Se fue a La Paz, primero tres meses a prueba, y luego encontró una nueva casa y un amor, el alcalde Luis Revilla.“Su padre era todo en su vida. Cuando llegó a La Paz estaba muy afectada, pero aprendió a vivir con eso”, dice Lorena Sánchez, una joven colombiana con la que Maricruz compartió un departamento en Sopocachi. Junto a Florencia, una argentina que trabajaba en ATB, formaron una pequeña familia de expatriadas. Lorena dice que Maricruz las acostumbró a almorzar juntas todos los días y viajar para comer los fines de semana. Su pequeña familia se hacía realidad en la mesa.Lorena, que hoy es voluntaria en la fundación Yo soy mi primer amor, define a Maricruz como una mujer sencilla, capaz de disfrutar del restaurante más caro como del agachadito más sencillo. Lo único que no tolera es que la traten mal. “Una vez le grité y estuvo una semana sin hablarme”, dice. La colombiana fue también testigo del noviazgo con Revilla. “Le organizamos un té en el departamento. Desde que la conoció, Luis se quería casar con ella. Sacaba tiempo para estar con ella y era muy detallista. Eso la enamoró”, cuenta.De pronto, una cruceña, modelo, rubia, había conquistado al “churro” de las paceñas, al alcalde joven, tecnócrata, educado. Se casaron en 2014 en una boda matinal que siguió con un paseo por los puentes Trillizos y terminó con una fiesta en un club de golf. Ahí comenzaron los chismes en Alcaldía de La Paz, donde hay gente celosa de la influencia que Maricruz tiene sobre su marido. “Tienen un contrato prematrimonial que la obliga a estar en todos los actos”. “Ha vuelto al Luis más tardón, de nada se enferma”, dicen las lenguas de fuego. Los que los vieron en su etapa de novio, los describen como dos universitarios que no podían dejar de besarse y demostrarse su amor.“Mi marido es mi marido. En la ciudad podrá mandar él, pero en mi casa mando yo”, dice ella con acento camba-colla que no trata de disimular, “La vida me ha dado un hombre maravilloso, un esposo que sabe dividir muy bien el trabajo de la familia. A veces a mi se me olvida y él me dice, ‘Vidita, no dejes que los problemas afecten nuestro hogar’. Sabe todo lo que puedo hacer y está ahí para mí”.En el matrimonio Revilla-Ribera hay reglas. Si uno de los dos viaja, es solo por el día, tienen que volver para dormir juntos. Si el viaje es más largo, van los dos. Los fines de semana de entrega de obras, van a todos los lugares juntos, porque es su forma de compartir en pareja. “Como nos hemos casado ya mayorcitos y medio devueltos, sabemos que el matrimonio no solo necesita amor, sino comprensión y querer estar casados”, dice.Pero el matrimonio también fue arma política. Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia, le puso el apodo de La Patrona, a Maricruz. La acusó de haber reflotado el término “primera dama”, cuando se creía superado. Hoy, ella dice que se siente orgullosa del trabajo que hace y que a los programas de la Alcaldía de La Paz en los que se involucra le ha tratado de imprimir algo de su sello.Maricruz cree que todo lo que vivió la trajo hasta este momento. Confiesa que cuando era modelo trataba de estar perfecta para los demás. “Creeme lo del patito feo, me dejaba influenciar por lo que decía mi entorno más cercano”, implora.Por eso creó Yo soy mi primer amor. Explica que ahora busca, de manera lúdica, con los colores y la música favorita de los adolescentes, que las adolescentes aprendan a ser mujeres emprendedoras y fuertes, mujeres que se quedan con lo que les hace bien, que se alejan de lo que les hace daño y que aprenden a ser su primer amor.Maricruz repite muchas veces la palabra amor y antes de abandonar su sillón oscuro, advierte: “Escribe con amor, si no le pones amor, pobre de vos, vengo y te quito tu agenda”. La agenda que acaba de regalar es rosa. Tiene dibujitos de mujeres rubias de ojos grandes y redondos. Es como ella.