Nuevamente a la pesca del Nobel

Es evidente que Evo Morales ya ha perdido la noción de la realidad y las proporciones. La cantidad de muertos bajo su gobierno, que superan la media centena; la sañuda persecución emprendida contra la oposición política desde que inició su mandato así sea bajo un disfraz judicial; y sus inocultables afanes armamentistas; además de su intención de instalar una base rusa en el país y su cercanía al régimen nada pacifista como el iraní, no le acreditan para postularse a un Premio.

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Parece que la cosa va en serio. Evo Morales está decidido a pasar a la historia recibiendo el Premio Nobel de la Paz, una prestigiosa distinción que fue conferida de forma muy merecida a algunos y a otros no tanto. Su anunciada visita a Noruega tiene ese y no otro fin. Quiere promocionar su figura que se ha visto deteriorada por varias acciones en el plano interno lo muestran no precisamente como un promotor de la paz.



La cantidad de muertos bajo su gobierno, que superan la media centena; la sañuda persecución que ha emprendido contra la oposición política desde que inició su mandato así sea bajo un disfraz judicial; y sus inocultables afanes armamentistas; además de su intención de instalar una base rusa en el país y su cercanía al régimen nada pacifista como el iraní, no lo acreditan para postularse a un Premio, que pretende reconocer los aportes de algunas personas para lograr el entendimiento y la fraternidad entre los pueblos y las personas.

Pero es evidente que Evo Morales ya ha perdido la noción de la realidad y las proporciones. Vive sumido en ese mundo imaginario que le han creado sus adulones mientras que ellos se dedican a hacer buenos negocios.

Considera de manera muy ingenua que el haber promovido un peculiar encuentro sobre el medioambiente en Cochabamba lo califica plenamente para postularse al Premio Nobel. Sin embargo no está demás recordar que él mismo se encargó de desacreditar un encuentro que podía haber sido visto con simpatía por muchos sectores.

Resulta difícil de creer que una persona que mostró abiertamente su homofobia pueda ser un candidato a recibir un Premio que promueve precisamente la tolerancia pero Evo Morales se ha erigido una imagen de sí mismo en la que se equipara a un Martin Luther King, a un Nelson Mandela o una Rigoberta Menchú, que recibieron el Premio y con mucho merecimiento.

Luther King, Mandela y Menchú siempre tuvieron un discurso muy diferente al confrontacional que utiliza Evo. Luther King promovió la lucha por los derechos de los negros en Estados Unidos utilizando siempre los métodos pacíficos. Mandela, luego de estar casi 30 años en la cárcel no salió prometiendo venganza, pidió la reconciliación. Menchú denunció con valentía el genocidio de su pueblo pero buscó la pacificación.

Es claro que existe una gran diferencia entre las palabras y las acciones de Evo Morales y esto no podrá ser ocultado con todos los lobbys que pueda hacer Evo Morales. No nos extrañe que con su característica incontinencia verbal, vaya a hablar en Noruega de los sami, más conocidos como lapones, como un pueblo sojuzgado y oprimido por el capitalismo.

Finalmente si se atrevió a decir que los indígenas bolivianos habían luchado contra el imperialismo romano es muy poco lo que podría sorprendernos viniendo de él.

No se puede dejar de decir que la anunciada visita al Papa Benedicto XVI es parte de la misma campaña dirigida a hacer más potable su candidatura el Premio Nobel, una forma taimada de intentar dejar en el olvido pasados agravios de los que fue víctima el mismo cardenal Julio Terrazas.