No fui elegido

Dante Pino Archondo

DANTE Si la cita hubiera quedado en esa frase, alguna vez, los Castro habrían dicho una verdad a su pueblo. Pero lo que sigue de ella, es la reafirmación de una tozuda política que quiere salvar al socialismo de sus catastróficos resultados. Pero el empecinamiento en seguir la ruta de un socialismo que ha dejado en la miseria más grande al pueblo cubano, no es sino la demostración de una enfermiza posición que no quiere verse en el espejo como es, vieja, desgastada por los años y sin fuerzas para seguir.

Y como para no dejar dudas, de la confusión en la que se encuentra, cita a su hermano Fidel cuando dijo: “Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo”. Claro, no sabían que era el socialismo ni como se construía, pero en su nombre, sumergieron a su pueblo en una dictadura de cincuenta años y le quitaron la iniciativa, la capacidad productiva y el incentivo personal para hacer las cosas poniendo el alma en ellas.



El discurso extenso, al que pude acceder, contiene lo siguiente: “El próximo año no podremos darnos el lujo de gastar casi 50 millones de dólares en importaciones de café para mantener la cuota que hasta el presente se distribuye a los consumidores, incluyendo a los niños recién nacidos. Se prevé, por ser una necesidad ineludible, como hacíamos hasta el año 2005, mezclarlo con chícharo, mucho más barato que el café, que nos cuesta casi tres mil dólares la tonelada, mientras que aquel tiene un precio de 390 dólares”

No tienen cincuenta millones de dólares para dotar de café a su pueblo, incluidos los niños, que deberían tomar leche y no ese café mesclado con chícharo. Y prosigue Raúl Castro confesando su desesperación: “Estas decisiones, y otras que será necesario aplicar, aunque sabemos que no son populares, sí son obligadas para poder mantener y mejorar incluso los servicios gratuitos de salud pública, educación y la seguridad social a todos los ciudadanos” Es decir, el pueblo cubano tiene que elegir entre el café y la salud pública. Así están las cosas en la isla de los Castro.

Y este es el modelo que Evo Morales cree que debe seguir Bolivia, tarea que ya comenzó ahuyentando las inversiones privadas, desincentivándolas y creando empresas estatales, que como YPFB solo pudo perforar un pozo este año y sin resultados, o como esas de papel en el Chapare o BOA para el enriquecimiento familiar de su Vicepresidente. El pueblo importa poco para el socialismo del gobierno, para el pueblo menos canasta familiar y escasez de productos, mientras que para sus allegados, negocios estatales. Este es el modelo del cambio.

Paso a paso la situación nacional comienza a mostrar su rostro estancado en el charco del populismo que sostiene una dirigencia sindical fracasada vanguardizada por los cocaleros. El ochenta por ciento de las exportaciones siguen siendo materias primas, como el gas y los minerales, la única producción privada rentable es la coca, a la que el Estado no toca no con el pétalo de una margarita.

Estamos en el camino que Cuba inició hace cincuenta años y del que ahora no sabe cómo salir.