Bolívar, Bolivia y Marx

Amalia Gonzalez Riveros

bolivar marx Es conocido que a Carlos Marx no admiraba en absoluto a Simón Bolívar. En su famoso artículo Bolívar y Ponte, escrito por Carlos Marx en enero de 1958 para el Tomo III de The New American Cyclopedia, Marx define a Simón Bolívar como vil dictador. Más tarde, en una carta -14 de febrero de 1858- Marx le dice sin tapujos a Federico Engels, coautor con Marx de muchos de los 57 entras que Marx firma para la Cyclopedia, que Bolívar es un canalla cobarde, brutal y miserable, el “verdadero Soulouque”, refiriéndose a Faustin-Élie Soulouque, también conocido como Faustino I, presidente vitalicio de Haití y luego emperador de los haitianos entre 1849 y 1859, famoso por sus múltiples intentos, todos fallidos, de invadir a la República Dominicana, por ser un sátrapa miserable y, finalmente, por ser el padre de la princesa Oliva I de Haití.

Marx, desde mi punto de vista cometiendo un enorme exceso, muestra a Bolívar como un general calculador y como un cobarde, calificándolo como el “Napoleón de las retiradas” y hace alusión a episodios en los que, según Marx, Bolívar huye en plena batalla abandonando a sus soldados, como por ejemplo en agosto de 1814, durante un combate contra las tropas del realista Boves. Como si todo lo anterior fuese insuficiente, Marx dice, ni más ni menos, que Simón Bolívar era un traidor y lo acusa directamente de haber entregado a Francisco de Miranda a manos de los españoles.



El conjunto de las frases de Marx reflejan un desprecio extraordinario hacia Bolívar. Por ejemplo: “un pequeño burgués disoluto y procaz que tras dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe marchó hacia Pamplona, donde pasó más de dos meses en festejos”.

También Bolivia es objeto del furor marxiano. Marx pensaba que Bolívar había fundado Bolivia desde una visión bonapartista; que la Constitución boliviana, que Marx denomina despectivamente Código boliviano, era apenas un mediocre remedo del Código Napoleónico y una demostración de las tendencias despóticas de Bolívar. Denominar bonapartista a Bolívar no es un agravio menor por parte de Marx, considerando que éste lo consideraba como un tipo de régimen despótico en el que se evidencia la existencia de una gran personalidad carismática que se coloca como representante directa de la nación, garante del orden público y árbitro imparcial frente a los intereses contrarios de las clases, aunque esa imparcialidad terminaba favoreciendo explícitamente a las clases dominantes y subyugando aún más a los tradicionalmente dominados.

Dice Marx: “durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Perú (1823-1824) Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringió sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones”.

La pregunta entonces es… ¿se puede ser marxista y bolivariano?

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