País muy inseguro

Economía de palabras – Humberto Vacaflor Ganam

Campesinos del altiplano tomaron el lunes de esta semana, con ademanes amenazantes, la plaza de ingreso a la “zona sur” de La Paz, exigiendo que se les reconozca los derechos ancestrales que dicen tener sobre todo ese territorio.

Mientras esos campesinos hacían la demostración de fuerza en la Plaza Humboldt, en otra plaza, la Murillo, el presidente Evo Morales proclamaba que los héroes indígenas son más importantes que los héroes mestizos. Y decidía cambiar el nombre de la plaza por el de Bartolina Sisa.



Una marcha de indígenas de las tierras bajas que reclama el derecho a que se preserve un parque nacional, era amenazada por fuerzas del gobierno y se temía enfrentamientos.

Pueblos originarios de Potosí y Oruro estaban a punto de irse a las manos por una diferencia de territorios, mientras que Tarija y Chuquisaca no llegaban a acuerdos sobre la distribución de las regalías del gas natural.

Un general de la policía preso en Miami, narcotraficante confeso, y otros policías sorprendidos en negocios de autos robados.

El capo del sanguinario cártel mexicano de Sinaloa, Pacho Guzmán, está radicado en Bolivia, país convertido en el nuevo paraíso de los narcotraficantes. Un total de 3.000 narcotraficantes colombianos vinieron a Bolivia en los últimos cuatro años, dice la revista América Economía.

Esta enumeración es incompleta, porque los hechos que se están dando sobre la falta de leyes en Bolivia, sobre la existencia de un gobierno que parece alimentarse de conflictos, es mucho son muchísimos más.

Que los medios de comunicación que responden al gobierno intenten desviar la atención es natural, para eso se les paga, pero la realidad se presenta muy difícil.

En este clima es imposible esperar que lleguen inversionistas extranjeros o que los nacionales se decidan a hacer nuevos emprendimientos.

Ahora se entiende que aquello de “seguridades jurídicas” para las inversiones no implica solamente la existencia de leyes –que en Bolivia no existen- sino de un clima social y político propicio.

Y en eso estamos realmente muy mal.