Los increíbles embajadores de Evo

cuadros Reynaldo Cuadros Anaya, el director de relaciones internacionales de la Gobernación de Cochabamba que saltó a los noticieros por golpear a una funcionaria, fue también el primer embajador designado por Evo Morales ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

En ese cargo, se caracterizó por una serie de irregularidades y excentricidades, como comprar sus efectos personales con dineros fiscales, prohibir el uso de papel higiénico al personal de la embajada y fomentar el tantrismo entre esos mismos funcionarios.

El caso de Cuadros ilustra la destrucción a la que se ha sometido al Servicio Exterior durante el gobierno de Morales, que viene sustituyendo sistemáticamente a los diplomáticos de carrera por militantes del Movimiento Al Socialismo sin la preparación necesaria.



Ahora, con su denuncia sobre una supuesta “conspiración” en la Cancillería, el presidente parece preparar la purga final contra el aparato diplomático, al que exige alineamiento ideológico-partidario, al igual que lo hace con la Policía y las Fuerzas Armadas.

Las visiones de cuño totalitario no reconocen la separación entre el gobierno de turno y la institucionalidad estatal que debe ser políticamente neutral y estable en el tiempo, sino que buscan el copamiento total del sector público con sus militantes. Una receta infalible para la ineficiencia y el abuso.

Sumemos al de Cuadros los casos de Sacha Llorenti, embajador ante las Naciones Unidas y ex ministro de gobierno, en cuya gestión se registró una violenta represión contra los indígenas del TIPNIS; y Jorge Alvarado, ex embajador en Venezuela que antes fungió como presidente de YPFB, empresa que debió abandonar en medio de denuncias de corrupción.

¿Este es el tipo de “funcionarios leales” que Evo quiere en el Servicio Exterior boliviano?

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