Para hablar con Zapata no hay que llevar ni bolígrafo y aceptar la compañía de un policía

La charla no dura ni 15 minutos, pese a que en días de visita, el tiempo es ilimitado para hablar con las presas. La requisa previa incluye sacarse los zapatos. Las medidas de seguridad aumentaron. Zapata está semiaislada, luego de que se quedó sin abogados y sin «tía de cariño».Para hablar con Zapata no hay que llevar ni bolígrafo y aceptar la compañía de un policía

La Paz, 19 de mayo (ANF).– No es posible conversar a solas con Gabriela Zapata, la expareja del presidente Evo Morales, en el penal de Miraflores. Un policía la custodia a menos de un metro de distancia, está aislada del mundo exterior, se quedó sin la tía de cariño, Pilar Guzmán, y sin sus abogados.Decir que la visita es para Gabriela Zapata, pone atentos a los policías que están de guardia en la cárcel de Miraflores. Mucho más si la cédula de identidad de la visita dice: Licenciada en comunicación, la policía evita el ingreso, pese a que la expareja presidencial aceptó recibirla. Es periodista no puede pasar, necesita un permiso, dice la policía encargada.A esta advertencia le sigue un interrogatorio: ¿Para qué quiere visitarla? ¿Quiere entrevistarla? Usted es periodista. Y las entrevistas están prohibidas, precisan dos policías, un varón y una mujer, que parece la encargada de ese turno de guardia.Insisten que por ser periodista no se puede visitar a Zapata, quien en las últimas horas se quedó sola, sin tía ni abogados. El Ministerio Público dictó la aprehensión de su tía de cariño, Pilar Guzmán; también de sus abogados, Eduardo León, Willams Sánchez y Walter Zuleta.Después de persistir y ante la mirada atenta de por lo menos cinco policías que esperan que abandone el recinto, uno de ellos en voz baja sugiere que pase, pero después de una estricta requisa. A lo que la policía encargada ordena la revisión. Que pase sin nada, ni libretas ni bolígrafos, señala.En la habitación de inspección, la policía revisa de manera exhaustiva por encima de la ropa, incluso pide que me quite los zapatos. Me indica que debo dejar las llaves y la libreta más el bolígrafo.De repente escucho una voz de reclamo tengo derecho a recibir visitas, es Gabriela Zapata que protesta porque a varios minutos, la visita que le anunciaron no terminaba de pasar.Subimos al primer piso. Es una pequeña antesala hay dos sillones y una mesa larga. Detrás aparece un policía y se para a un metro de ambas. Tengo derecho a conversar a solas, dice la mujer. A lo que el policía le contesta que tiene ordenes de mantenerse en ese lugar.La conversación dura menos de 15 minutos, quizás 10. Apenas muestra su pesar por la detención de su abogado y de su tía, pero ratifica sus denuncias contra el ministro de Obras Públicas, Milton Claros, con quien dice que logró un acuerdo de negociación para que la empresa CAMC sea multada y no se rescinda el contrato, el 16 de diciembre de 2015. Insiste que tiene pruebas.De repente, tres policías aparecen en mi espalda y con voz de mando me ordenan bajar donde la policía responsable. Pero apenas empezamos a conversar, le respondo. Son órdenes tiene que bajar, reitera el policía de manera taxativa.En la planta baja, la policía dice: sus 15 minutos de visita han terminado. Pero es jueves y el tiempo no es limitado, el argumento no sirve, la oficial insiste que hay nuevas disposiciones y que no es posible continuar con la visita. Inmediatamente me entregan el carnet de identidad y me piden abandonar el recinto carcelario.Hasta hace algunos días, no se resitringía el ingreso de bolígrafos ni libretas de notas y la conversación no era seguida por un policía y se podía hablar con Gabriela Zapata por tiempo ilimitado siempre que fuera día de visita, como lo fue este jueves. Esto quiere decir que las medidas de seguridad aumentaron.Zapata está detenida desde el mes de febrero, después que se destapó el escándalo referido a su relación con el presidente Evo Morales (2005-2007) relación de la que ella insiste que existe un hijo; no hay pruebas ni rastros de su afirmación. Por el contrario, hay más voces que dicen lo contrario.Es evidente que la joven maneja mucha información se anima a dar horas, fechas, lugares y hasta números de teléfono, señala con precisión nombres de autoridades, empresas con las que el Estado se relacionó, dice que tiene pruebas, que aún se dejan esperar.

Fuente: noticiasfides.com