Usos y abusos de Brecht

VARGASWalter I. Vargas*Estos días de caza de brujas gubernamental han motivado que más de un político y/o ideólogo opositor apele a una famosa parrafada (que no poema, como se anda diciendo por ahí en internet) alusiva a los terribles años de la persecución fascista del siglo pasado. Dice así:»Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista/Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío/Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista/Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante/Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.Como se sabe, estas palabras, escritas para alertar sobre el peligro de la indiferencia de la sociedad frente a los atropellos del Estado, fue atribuida un tiempo a Bertolt Brecht. Comprensiblemente, digo yo, no sólo porque Brecht era un comunista rematado, sino sobre todo porque fue uno de esos intelectuales admirables por su habilidad para alimentar el oscuro sentimentalismo que caracteriza al pathos revolucionario de las izquierdas progres. Es una frase digna de Brecht, sin duda.Pero no debe llamar la atención que se la use en una circunstancia como la presente. Es nada más una de las muchas muestras de cómo la inopia ideológica de la derecha nacional obliga a recurrir al santoral izquierdoso para sensibilizar a una sociedad más preocupada por sobrevivir que otra cosa. Si no fuera así, por lo menos llamaría la atención que en este caso son los otrora perseguidos (en el contexto mucho más serio del siglo pasado, los comunistas) los que ahora están resultando tan o más crueles y ladinos que los perseguidores.Para seguir con el ejemplo del «caso Brecht”, fue, se sabe, lo suficientemente ciego o tuerto para no ver más que las barrabasadas hitlerianas, y no las de su competidor Stalin. Dicen que incluso escribió algunos poemas elogiando a éste, pero yo no los he podido leer, porque se los omite prudentemente de las antologías de poesía alemana traducida al español. En cualquier caso, no creo que sean tan necios como los versos que la milicia local le ha dedicado al presidente Morales.En su extraordinario ensayo sobre Brecht (en el libro Hombres en tiempos de oscuridad), Hannah Arendt cuenta que una vez un izquierdista antiestalinista visitó al dramaturgo en su exilio norteamericano para comentarle acongojado la caza de opositores que había desatado el dictador ruso. La respuesta de Brecht fue esta: «Mientras más inocentes son más se merecen ese castigo”. La interpretación de la Arendt es que Brecht estaba solapadamente explicando que esos hombres eran culpables de no haber luchado en su momento contra el dictador, así que se lo tenían bien merecido.Ingeniosa interpretación, sin duda, pero no muy congruente con el estalinismo confeso de Brecht, en un texto en el que además la célebre filósofa se deja llevar excesivamente por la admiración hacia su compatriota.Siempre que hago estas compulsas históricas me quedo con la sensación de que estoy mezclando peras con manzanas, o mejor, para usar otra vez el remanido aforismo «marxiano”, que comparo inapropiadamente el presente de farsa con el pasado de tragedia. Así que para liberarme de esa incomodidad, termino recordando un chiste que corría en los «dorados años ochenta”.El juglar de la dictadura castrista Silvio Rodríguez había hecho famosa en Latinoamérica otra frase brechtiana: «Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay hombres que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos; pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”. Pero con el correr del tiempo, la juventud local había perdido la inocencia original, los rigores de la vida la habían golpeado, tornándola un tanto cínica, así que no faltó el ocurrente que acuñó una nueva versión: «Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay hombres que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos; pero hay los que luchan sólo los domingos, esos son los cachascanistas”. (He dicho local, pero ahora que lo pienso, quizá se haya tratado de una importación de México, sabedor de que el pueblo mexicano también se nos parece en nuestra afición por la lucha libre).*Ensayista y crítico literarioPágina Siete – La Paz