Bolivia, ¿Para cuándo un país en serio?

La Razón. La historia nos ha dejado lecciones para encontrarHoy es el aniversario de nuestra casa grande. De la Patria que apasiona, que atrapa, pero también preocupa. Nos emociona sin límites cuando la recordamos asociada a las muestras de unidad de sus habitantes, como cuando escuchamos la cueca de Apolinar Camacho o sufrimos-festejamos con las derrotas o los triunfos de la selección de fútbol. Nos sujeta de manos y pies cuando asoma un impulso por buscar otros rumbos en los momentos de mayor pesimismo. Nos preocupa cuando constatamos que su destino, en manos de unos pocos hombres y mujeres, a veces irresponsables, bordea los despeñaderos, conducido como si la Patria fuera de propiedad de esos pocos.La alegría de este día ha sido cubierta por una nube densa y negra —de esas que traen las peores tormentas— que amenaza con manchar toda celebración de hoy y el resto del mes y del año, por la incertidumbre a la que nos tienen acostumbrados los «líderes» del país, asiduos amantes del enfrentamiento político y la división de los bolivianos. Ellos, de uno y de otro lado, con gestos de egoísmo y una vez más irresponsabilidad han sembrado entre los bolivianos un sentimiento de miedo permanente por el mañana, por los hijos, por el trabajo, por la cada vez mayor imposibilidad de vivir y trabajar en paz.Motivado por esas circunstancias, el diario La Razón decidió este año hacer una revisión de nuestra historia, aquella que empezó en 1825, para recuperar las lecciones que nos dejaron los predecesores —varios de ellos sí auténticos patriotas— para enseñarnos una y mil maneras de encontrar el necesario acuerdo entre bolivianos y la reconciliación nacional.El resultado es esta revista de 72 páginas, en las que destacados historiadores y profesionales escriben sobre la dudosa, aunque famosa, hipótesis conocida de que «Bolivia no cae en el abismo, se detiene y llega a acuerdos». ¿Es objetiva dicha tesis? ¿No será que en realidad en muchos momentos de la historia caímos en el abismo y nos levantamos desde allí? ¿Existen cuestiones nacionales capaces de aunar esfuerzos en la Bolivia de hoy?Las respuestas conducen a concluir que los bolivianos —como advierte Roberto Laserna—, caemos en el peligro de la autocomplacencia. Para ser más precisos, otro de los autores es más explícito: «Bolivia es un eterno país en borrador». Es decir que en los 183 años de vida republicana, las caídas al abismo han sido numerosas, que pocos líderes supieron evitar los ciclos de violencia, inestabilidad política, con dolorosas consecuencias económicas. En los momentos críticos de la República, la mezquindad o el personalismo de los políticos evitó hitos gloriosos que pudieron marcar definitivamente el porvenir de los bolivianos. Los aportes de dos invitados de La Razón ponen como ejemplo el triste caso de la Guerra del Chaco. Buena parte de ello se debe a que los excluidos de la Colonia fueron los olvidados de la República.Sin embargo, la violencia no surgió de los marginados, sino de quienes buscaron reafirmar o retornar al poder. Ese ha sido el rasgo del siglo XIX y principios del XX.Hoy, en los inicios del siglo XXI, existe otra realidad política con nuevos protagonistas, en la que se espera que las lecciones de 183 años sean consideradas y que los acuerdos nacionales por la democracia, la paz, la estabilidad económica, la lucha contra la pobreza sean posibles y den luego paso a un objetivo mayor: el encuentro de los bolivianos.El valioso conocimiento de todos nuestros invitados, a quienes agradecemos por su esfuerzo y su compromiso con el país, nos permitirá mirar esas posibilidades. Ojalá, de una vez por todas, hagamos de la diferencia una virtud y no una fuente de problemas, como ocurre en el presente.