La desconfianza en el Padrón Electoral

image

Editorial La Razón.



Con los actos electorales del pasado, con los errores y las posibles manipulaciones políticas no se puede hacer nada; lo hecho, hecho está. En cambio, mirando lo que se viene, la CNE tiene la oportunidad de demostrar su imparcialidad despejando toda desconfianza en el Padrón.

A pesar de que la Corte Nacional Electoral (CNE) asegura que el Padrón Electoral ha sido depurado con respecto al referéndum revocatorio del 10 de agosto, en el que se constataron múltiples irregularidades, la desconfianza continúa. Depuraciones y auditorías no han sido suficientes.

Un representante de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha declarado que el Padrón boliviano es confiable en un 95 por ciento. Mas, antecedentes registrados este mismo año ponen en duda la imparcialidad de los enviados de ese organismo internacional, de manera que sus opiniones difícilmente puedan encontrar fe alguna en parte de la población.

A 39 días de un nuevo referéndum, en el que la ciudadanía definirá la aprobación o no del proyecto de Constitución Política del Estado (CPE), de lo que se trata es de dar certidumbre, de una buena vez, a los bolivianos, que sienten que su voto no cuenta desde que han comenzado a surgir las observaciones —muchas veces con pruebas incluidas— en torno a los últimos procesos democráticos de votación. Y, en estas circunstancias, la desconfianza deviene en una consecuencia lógica.

En este punto, cualquier persona podría preguntarse cómo es posible que, después de un proceso de depuraciones y auditorías, continúe ese sentimiento de rechazo al Padrón Electoral. Pues, el meollo de la susceptibilidad radica en el registro ciudadano, es decir, en la oficina de Identificaciones que tiene a su cargo la extensión de los carnets de identidad.

Salta a la vista que en el proceso de transparentación de datos ha faltado cruzar la información contenida en el Padrón Electoral y la Dirección de Identificaciones, pese a que precisamente ésta es la institución más contaminada por las irregularidades; de otro modo, cómo se explica la existencia de dobles y hasta múltiples carnets en poder de una misma persona.

A comienzos de año, La Razón descubrió que en las oficinas de Identificación de La Paz se trabajaba de noche con la base de datos. Esa irregularidad fue suspendida, pero meses más tarde, en julio, se constató que había sido retomada. Por aquel entonces faltaban pocos días para el referéndum revocatorio de agosto y se procedía con la digitalización de kardex, extrañamente, fuera de las instalaciones policiales —que era lo que correspondía—. Una casa particular, ubicada entre las calles 1 y 2 del barrio de Irpavi y adaptada en un inmueble incautado al narcotraficante Isaac Chavarría, servía para esos efectos.

También en julio, en una casa de campaña del MAS en Cochabamba se otorgaban carnets gratis y, por otro lado, la diputada Ninoska Lazarte (Podemos) aseguró que había constatado que en el Chapare se emitían esos documentos sin control.

Éstas y otras denuncias provocaron alarma por la evidencia de que el número de votantes no sería el real sino uno inflado, con el presunto interés de favorecer al partido gobernante.

Con los actos electorales del pasado, con los errores y las posibles manipulaciones políticas no se puede hacer nada; lo hecho, hecho está. En cambio, mirando lo que se viene, un año muy importante en esta misma materia, la CNE tiene la oportunidad de demostrar su imparcialidad despejando toda desconfianza en el Padrón. Quizá el tiempo no alcance para lograrlo hasta el 25 de enero, pero sí hasta diciembre del 2009.