En el filo…

cayet Entre paréntesis….Cayetano Llobet T.

No creo que sea un hecho muy habitual que el Presidente de un país y una comitiva especial, con exposiciones y libretos, decida convertir a la Sociedad Interamericana de Prensa en su interlocutor directo, en instancia a la que explica sus acciones y en jurado ante quien hace el relato del conjunto de faltas cometidas por los periodistas y los medios. No sé si estaba en los cálculos gubernamentales, pero la SIP dejó de ser, por lo menos para Evo Morales, esa bestia negra instrumentada por la derecha, para convertirse en su interlocutor.

Y es que el gobierno necesita hacerlo porque, respecto de la libertad de expresión, de prensa y de opinión, se mueve estrictamente en el filo de la navaja. No puede disimular -nunca lo ha hecho-, el profundo disgusto que le causa cualquier voz disidente. Como toda cabeza autoritaria, Evo Morales detesta la posibilidad de que alguien le pueda decir algo crítico. Tampoco es parte de su formación y, coherente con su actitud de caudillo, está acostumbrado a la sumisión y obediencia de los que le rodean. ¿No es increíble la actitud de arrobo y admiración, casi de contemplación,  que tienen sus ministros cuando él habla? El gobierno asume como ofensa cualquier actitud de observación o de fiscalización de opinión. Por eso, el Presidente y sus ministros se han convertido en una suerte de coleccionistas de titulares, de comentarios de prensa y de televisión,  que son acumulados para ser exhibidos con la dosis de rabia acumulada.



Pero está la otra parte: la misma que enfrenta su mentor, el “Mussolini tropical”: no puede dar el salto al cierre total de la opinión, porque ésa es la rúbrica que se coloca en la etiqueta de un régimen francamente totalitario. El salto a ser Cuba  -¡sociedades con récord de alfabetización que no pueden leer sino el periódico oficial!- es el salto mortal. Tiene que caminar en el filo de la navaja: atemorizando a periodistas, agrediéndolos en Palacio, intimidando a dueños de medios  -algunos resultaron muy fáciles de intimidar-, comprando y creando medios, reclutando a mercenarios del gremio para la redacción y difusión de los boletines  oficiales, de  “la verdad del pueblo”, frente a “las mentiras opositoras”. Y no es malo el resultado que ha logrado. Ataca siempre, pero no le pueden decir que no hay libertad de prensa. La prueba es que -¡todavía!- puedo seguir escribiendo mi columna que a más de uno de los aduladores de Palacio le debe producir más de una náusea.

El gobierno ha logrado prácticamente todo en el desmantelamiento de la institucionalidad democrática: liquidación del control de constitucionalidad, eliminación de las más importantes instancias judiciales, práctica inexistencia de control legislativo, desaparición del control de gestión, instrumentación del Ministerio Público, impunidad para la comisión de arbitrariedades, e imposición del temor social a través de todos sus mecanismos. Hasta ha logrado consagrar el nuevo principio de la guía gubernamental: “no importa si es legal o ilegal, le meto nomás”, Evo dixit. Pero sigue sin poder dar ese paso que tanto desea: el silenciamiento de todos los que no piensan como él. Los medios lo incomodan, cierto. Y en esa suerte de ejercicio de la venganza  -que, al parecer, genera especial placer presidencial-, él incomoda a los medios. Los declara enemigos. Ahora lo ha hecho ante la SIP. No parece malo contar con tal testigo en la caminata por el filo de la navaja… de ellos y de nosotros.