Muerte del Gobernador del Caquetá, golpe a la política de seguridad democrática de Uribe

image En vísperas de Navidad, los colombianos no podían recibir peor noticia. El asesinato por la guerrilla del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, provocó conmoción y desconcierto. Cuando muchos creían que los rebeldes de las FARC ya habían sido neutralizados, la muerte del político representa un duro golpe contra la llamada política de seguridad democrática impulsada por Álvaro Uribe desde que asumió la presidencia en agosto de 2002. Los insurgentes degollaron a su rehén al verse rodeados por el ejército.

BARCELONA Joaquim Ibarz – La Vanguardia

“Lo asesinaron miserablemente, lo degollaron", dijo el presidente Uribe al anunciar la muerte del gobernador.  El cuerpo de Cuéllar apareció en una zona despoblada, cerca del lugar donde los guerrilleros abandonaron e incendiaron el vehículo que usaron para escapar. Cuéllar había sido secuestrado la noche del lunes por un comando de las FARC, que mató a un policía de seguridad y destruyó con un explosivo la entrada de su casa. El gobernador murió justo el día en que cumplía 69 años. 



Antes de participar en política, Cuéllar se dedicaba a la explotación agrícola y ganadera de sus tres haciendas en el Caquetá. Pertenecía al movimiento independiente Alianza Social Indígena.

Según los analistas colombianos, los guerrilleros mataron al gobernador por la presión militar de la operación de rescate ordenada por Uribe. Así lo dejó entrever el propio presidente colombiano. “Los altos mandos me han explicado que como había persecución de la Fuerza Pública, los terroristas, seguramente para evitar hacer disparos, procedieron a degollar al señor Gobernador”, dijo el mandatario.

Pocas horas después del secuestro del gobernador, Uribe ordenó al Ejército y a la Policía el rescate de todos los secuestrados en poder de la guerrilla: “He pedido a las Fuerzas Armadas que hagamos todos los esfuerzos para rescatar al señor Gobernador del Caquetá y para rescatar a los otros secuestrados que quedan en poder de estos bandidos”. El presidente destacó que “es la hora de tener mucha firmeza para avanzar en el rescate militar de los secuestrados, para rescatar al Gobernador del Caquetá y para avanzar en la derrota de estos bandidos”. Desde que asumió el poder, Uribe prometió derrotar a las FARC, la guerrilla más antigua de América Latina.

Las fuerzas armadas colombianas realizaron una operación envolvente por tierra y aire para tratar de rescatar a Cuéllar. Unos 2.000 soldados y policías habían sido desplegados en un territorio con fuerte  presencia de las FARC.

“El cadáver del gobernador apareció amordazado, irreconocible y rodeado de minas y otros artefactos explosivos, por lo que tardamos tres en horas en rescatar el cuerpo”, dijo una fuente de la XII Brigada militar que participó en el rescate. El gobierno colombiano había ofrecido una recompensa de 300.000 euros por información que permitiera ubicar y rescatar al político. 

La orden de Uribe de rescatar a todos los secuestrados por las FARC reavivó la angustia y el temor de los familiares ante la posibilidad de un desenlace sangriento, como así ocurrió.

Las FARC todavía mantienen en su poder a 24 militares, algunos de ellos como el sargento Pablo Moncayo y el cabo Libio Martínez, con 12 años de cautiverio. El gobierno de Uribe negociaba en los últimos meses la liberación de dos militares, uno de ellos cautivo desde 1997. El asesinato de Cuéllar y el operativo militar llevaron a la Cruz Roja anunciar su retiro de las tareas de facilitación para la liberación de los militares Josué Calvo y Pablo Moncayo, en poder de las FARC, cuya liberación se esperaba para los próximos días.

Las FARC empezaron el secuestro de políticos a inicios de esta década y alcanzaron a tener más de 20 rehenes, entre ellos Ingrid Betancourt, rescatada el año pasado. Todos están ahora en libertad; 11 diputados de la asamblea del valle, que fueron secuestrados en Cali, murieron en un enfrentamiento entre guerrilleros.

LA GUERRILLA SE REACTIVA

JOAQUIM IBARZ BARCELONA

ºEl asesinato del gobernador Cuéllar representa un fuerte revés en la estrategia de seguridad de Uribe. Y más si se tiene en cuenta que Colombia entrará en enero en la campaña para las comicios legislativos de marzo y presidenciales de mayo. La incertidumbre aumenta al no haber aclarado Uribe si volverá a cambiar la Constitución para optar a otra reelección.

En período electoral la guerrilla aumenta la intensidad de sus ataques. Aunque las FARC  decretan el boicot a las urnas con acciones criminales que van desde paros armados, ataques a la población civil y asesinatos, no se esperaba el secuestro de un gobernador. Si bien podría tratarse de una acción aislada con el fin de causar zozobra, también puede significar el reinicio de actos terroristas, una vez las FARC han dado por cerrada la liberación de los mal denominados secuestrados políticos.

Hacía tiempo que las FARC no habían recurrido al secuestro de un político como objetivo militar, mucho menos en una zona de guerra. La acción contra el gobernador Cuéllar se compara con la captura de Guillermo Gaviria, gobernador de Antioquia, quien en abril de 2002 fue hecho rehén junto con su asesor Gilberto Echeverri. Los dos murieron en mayo de 2003 en una fallida operación de rescate.

La muerte de Cuéllar muestra la capacidad terrorista de una guerrilla que aunque está acosada, diezmada en su liderazgo, desmotivada en sus filas y desorientada en su cúpula, aún tiene capacidad para dar golpes contundentes. El diario El Nuevo Siglo de Bogotá subraya en un editorial que “subestimar la capacidad de las FARC de planear secuestros de altos funcionarios y de dar golpes militares como los de los últimos meses es un craso error que la sociedad no puede cometer. Estas acciones de alto impacto buscan agrietar el respaldo social a la política de seguridad democrática”.

El departamento selvático del Caquetá ha sido la punta de lanza de la implementación del Plan Patriota, con el que se buscaba aniquilar a la guerrilla. Uribe había venido anunciando que la estrategia de control de orden público entraba en una fase de consolidación territorial; la muerte del gobernador muestra que aún no se puede cantar victoria.

León Valencia, director de la Fundación Nuevo Arcoiris,  que realiza un seguimiento del conflicto colombiano, ha destacado que “el asesinato de Cuéllar es una señal de que la guerrilla se ha reactivado y que se necesitan cambios importantes”; según la Fundación Nuevo Arcoiris, las operaciones de las FARC aumentaron 25 % entre enero y octubre de este año respecto al mismo período en 2008. Las unidades de inteligencia del ejército atribuyeron el rapto a la columna insurgente Teófilo Forero, que se suponía desarticulada. Con 600 combatientes bien preparados es la estructura guerrillera que más éxitos ha dado a las FARC.

La reciente unificación estratégica de las FARC con el grupo insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN) puede propiciar otros golpes de la guerrilla.

CINCO VECES SECUESTRADO

Con anterioridad a su muerte, Cuéllar ya había sido secuestrado cuatro veces por diferentes frentes de las FARC. La primera fue en diciembre de 1987 cuando estaba en su finca, en Morelia. La segunda ocurrió en 1995, mientras se dirigía con su esposa a otra de sus propiedades; 78 días después fue dejado en libertad tras pagar un rescate.

En junio de 1997, cuando ya era alcalde de Morelia, fue secuestrado de nuevo. Y en marzo 1999 lo capturó el frente 39 de las FARC en el municipio de Belén de los Andaquíes (Caquetá).