La corrupción y las “organizaciones sociales”

La Aduana no es la única “víctima” de las exacciones de las “organizaciones sociales”. Entidades como Cotel, Epsas, YPFB y otras deben entregar religiosamente sus aportes a las “organizaciones sociales” cuyos dirigentes hoy transitan en  vehículos último modelo  y habitan en lujosas casas. Si Evo quisiera cortar de raíz esa expresión evidente de corrupción, también podría disponer una investigación de las fortunas de los dirigentes varios de los cuales son parlamentarios en la actualidad.

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Evo Morales en una reunión con las organizaciones sociales afines al Gobierno.



Los “movimientos sociales” han sido mostrados por el gobierno del MAS como los depositarios de un legado ancestral altamente ético que se resume en la trilogía del “ama sua, ama llulla, ama kella” (no seas ladrón, no seas flojo, no seas mentiroso). De acuerdo al discurso oficial serían también la expresión de un proceso de cambio que desembocará en el establecimiento de una sociedad en la que serían eliminadas todas las lacras de un pasado colonial.

Sin embargo, si nos atenemos a los hechos éste no es más que otro mito creado por el gobierno en un complejo e intrincado proceso de construcción simbólica y cuyas bases reales de sustentación resultan muy endebles y discutibles.

El propio presidente Evo Morales dio a conocer un hecho que era conocido por todos: que la Aduana Nacional fue “loteada” por las llamadas “organizaciones sociales”. En varias oportunidades, el ex presidente de la Aduana, César López, denunció que recibía presiones de dirigentes como Edgar Patana, de la COR de El Alto, para incorporar a la entidad a varios de sus allegados.

López, quien después resultaría confrontado con ex hombre fuerte del gobierno del MAS, Juan Ramón Quintana, denunció que Patana no solo amenazaba con movilizaciones en caso que no se incorporara a sus recomendados, que por lo general resultaban muy duchos en  manejos nada claros por decir lo menos, sino que también quiso en una ocasión, que se diera vía libre a un camión con contrabando valuado en dos millones de dólares.

Pero Patana no es el único protagonista de “loteo” de la Aduana. Con el pretexto de un “control social” se dio carta blanca a dirigentes de las localidades de Desaguadero, Achacachi y otras para que participen en el decomiso de carburantes que fueran llevados de contrabando al Perú.

Naturalmente el producto de los decomisos nunca llegaba a la Aduana sino a los bolsillos de los dirigentes que experimentaron una súbita bonanza económica. Era frecuente también la exigencia de aportes para solventar movilizaciones de todo tipo, particularmente los consabidos cercos al Parlamento.

Sin embargo es evidente que no fue solo Patana, actual candidato por el MAS a la alcaldía alteña,  el protagonista de los chantajes ni la Aduana  la única víctima de las exacciones de las “organizaciones sociales”. Entidades como Cotel, Epsas, YPFB y otras deben entregar religiosamente sus aportes a las “organizaciones sociales” cuyos dirigentes hoy transitan en  vehículos último modelo  y habitan en lujosas casas.

El reconocimiento de esta realidad por parte del presidente Morales puede resultar positivo pero como de costumbre esto no pasa de ser una declaración muy tangencial. Si Evo quisiera cortar de raíz esa expresión evidente de corrupción que son las “organizaciones sociales” en primer lugar no designaría como candidato a una persona como Patana o también podría disponer una investigación de las fortunas de los dirigentes varios de los cuales son parlamentarios en la actualidad.

Como siempre, en el caso del presidente del Estado Plurinacional, del dicho al hecho hay mucho trecho.