Hay bandas que salen de gira por el mundo chapeando un nombre que no pueden sostener, y otras que reniegan de su pasado con un presente forzado. Marginado de ese dilema, Bon Jovi parece tener bien claro su papel a casi treinta años de carrera: no hay mejor historia que la propia, y qué mejor que estar a la altura de ella justo cuando el grupo acaba de ser postulado para ingresar el Rock and Roll Hall of Fame. En la antesala de su beatificación, la consigna parece ser reivindicar todo el proceso previo a la canonización por sobre los arrestos explosivos de tal o cuál etapa. En esa tesitura, Bon Jovi rompió la proscripción rockera de River con una noche inolvidable a través de un repertorio que apenas soslayó dos de sus trece discos.
Tan exhaustiva y e incluyente fue su lista de temas, que hasta el propio Jon Bon Jovi se dio el gusto de exponer "Blaze of Glory", leitmotiv de su primera intentona solista en el lejano 1990. Así sea rockeando con sus clásicos ochentosos más contundentes o remoloneándose en sus baladas para cumpleaños de 15, estos eternos embajadores de la juventud eterna nunca parecen sobrar la situación. Podrán revisarse cada uno de los mohines del cantante sin advertirse canchereada alguna. En los cafetines ortodoxos permanecerá la discusión acerca de si conviene recordarlos como emblemas del hard rock ochentero, o como los posters que empapelaron paredes adolescentes en los ’90. Más relevante es certificar, en vivo, que la soberbia no es personal, sino musical, y en stándares demoledores.
La cuarta visita de Bon Jovi a Argentina comenzó pisando las 21, con el añejo "Blood on Blood" e, inmediatamente, "We Werent’ Born to Follow", de su reciente disco The Circle, como para recordarnos que no solo de blaquear hojas amarillas vive el hombre. Aunque la verdadera acción comenzó con "You Give Love a Bad Name", mientras en el Campo VIP el personal de seguridad reclamaba a punta de megáfono que el público permaneciera sentado. El primer momento intenso llegó de la mano de "In These Arms", poderosa muestra de época de Keep on the Faith (1992), que rompió las barreras del tiempo e hizo cundir por igual tanto a los cuarentones nostálgicos y como a la inesperadamente abundante platea sub-30. Tras repasar la era 00-09 (es decir, desde el regreso con Crush en adelante), se metieron en las páginas más entrañables de su historia a través del medley "Bad Medicine"- "Shout!"-"Pretty Woman"- "Lay Your Hands On Me" (a cargo del guitarrista Richie Sambora) y la balada "I’ll Be There For You", antes de que Jon Bon Jovi se colgara la guitarra eléctrica para detonar con "Runaway", el hito de su 1984 fundacional. Unas pantallas de alta definición fueron todo el esmero escénico.
La puesta fue concreta y contundente en todos los sentidos: al frente de batalla (junto a su socio creativo Richie Sambora), Jon Bon Jovi recién se soltó a desandar las tablas en las postrimerías de la velada, mientras que los históricos Tico Torres y David Bryan (en conjunto con los sesionistas Hugh McDonald y Bobby Bandiera) custodiaron el anonimato de los segundos planos. Los años de ruedo pusieron las cosas en su lugar, y cada una de ellas parece estar en la medida justa y al servicio de una leyenda que atendió a domicilio. Manejando los intereses y las intensidades del público a partir de argumentos más nobles que la demagogia.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
¿Hasta qué punto uno puede confiar en los gestos desprendidos de artistas que no suelen dejan nada librado al azar? Sin embargo, la banda pareció conmovida por el fervor que inspiraron en 45 mil personas, y la mejor evidencia estuvo en la extensión de su repertorio: nunca habían tocado tantas canciones en su gira actual como las 27 de esta escala porteña. Después del tándem "Wanted Dead or Alive"-"Livin’ On a Prayer" (de Slippery When Wet, su disco consagratorio), amagaron con despedirse una y otra vez ante una efervescencia popular que les frustraba el plan. Casi a pedido, volvieron a arremeter con "These Days", "Have a Nice Day" y "Someday I’ll Be Saturday Night". Antes de "Bed of Roses", Bon Jovi (con la casaca original de la selección argentina de fútbol y su nombre estampado en la espalda) suplicó: "¡Vuelvan a sus casas!". Así fue, no sin antes dejar en claro que la historia grande se escribe también con pequeños gestos, y todos los que tuvo Bon Jovi en River estuvieron a la altura de sus pergaminos.
La Nación