Entre Luis Arce y Alí Agca

Juan León

león La última celebración del bicentenario de las luchas libertarias en Bolivia se fue a Potosí con desfile, pero sin bombos ni platillos. El Gobierno nacional estuvo totalmente ausente por temor al enojo de los potosinos, aunque ocho de cada diez votaron por la reelección. El precio de los minerales en el mercado mundial está en niveles récord y aunque no es nuevo, el litio les ofrece otra vez grandes posibilidades. Pero 10 de los municipios más pobres del país son potosinos, el “Cerro Rico” está por colapsar y su historia de frustraciones sigue.

Sin embargo, el tema hoy, al margen del saludo a Potosí, se motiva en dos noticias lejanas en el tiempo y el espacio, pero vecinas por algunas características comunes.



La primera es la “revelación” de Luis Arce Gómez sobre el presunto lugar en el que habrían sido enterrados los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado hace más de 30 años. La segunda, la del terrorista turco Ali Agca, que hace también 30 años disparó contra el papa Juan Pablo II y dice hoy que el Vaticano planeó el atentado.

Arce Gómez declaró que el día que asesinaron a Marcelo Quiroga llevaron el cadáver al Comando del Ejército y que llamó al general Banzer para decirle: “Yo devuelvo el cadáver a los familiares de Marcelo Quiroga, porque yo no ordené que lo maten”, pero que el cuerpo fue llevado a “Santa Cruz, concretamente a la estancia del general Banzer, que es San Javier”.

La “revelación” de Arce Gómez mantiene en el misterio el lugar en el que fueron enterrados los restos, libera de la carga de develarlo a las Fuerzas Armadas e involucra directamente a Banzer en el asesinato. Sobre su paradero real, el remedio es peor que la enfermedad, pues ahora no hay quién confirme o desmienta esa versión, porque los muertos no hablan.

A miles de kilómetros y casi en forma simultánea, Ali Agca “reveló” que fue el cardenal Agostino Cassaroli, también muerto, quien planeó el atentado de 1981 para “desprestigiar” al Partido Comunista italiano. “El gobierno del Vaticano lo tenía todo planeado. En primer lugar, me pagaron de 40.000 a 50.000 dólares para herir al Papa”, dijo. Y se tragó 29 años en prisión sólo porque se negó a convertirse al cristianismo, aunque finalmente lo hizo.

En Turquía creen que Agca está loco o que trata de convencer a todos de estarlo. Hace cuatro años decía “soy el Mesías y declaro hoy el día del juicio final”. Más cerca, “el loco Arce”, como lo llamaban sus camaradas, expresa que “no era un pelele, yo mandaba” durante el gobierno de la dictadura, pero se lava las manos y afirma “yo no ordené matar a Marcelo Quiroga”.

Así la cuestión, lo que dicen Arce y Agca suena más a historieta que a historia, aunque es muy sutil la línea que diferencia a la ciencia que estudia los acontecimientos del pasado de los que se cuentan con dibujitos.

La Razón – La Paz