Bolivia, el cangrejo latinoamericano

Daniel A. Pasquier Rivero

PASQUIER Quién puede entender un triángulo cuadrado. El actual Gobierno se encontró un país que había encontrado por fin la fórmula para contar con reservas de gas e hidrocarburos suficientes. Garantía al aprovisionamiento del consumo interno, sinónimo de desarrollo, y producía los volúmenes de gas para honrar los compromisos adquiridos, tras laboriosas negociaciones durante décadas, con Brasil y Argentina. Simultáneamente la demanda internacional de petróleo se había disparado, alcanzando los volúmenes negociados más del 500% en la década, por las llamadas economías emergentes (India, China y Brasil entre otros) y, con ello, se dispararon los precios. Los ingresos por exportación de gas e hidrocarburos alcanzaron cotas no imaginables; de 20 $US/barril el 2000 superó los 140 alrededor de julio 2008; un breve retroceso el 2009 y otra vez en ascenso hasta ahora entre 80-105. Es decir, los países exportadores “como en las mil y una noches”, los precios más altos en 40 años. Condiciones espectaculares para el MAS en el poder: 2005-2010.

Suele ocurrir que las oportunidades se ofrecen a todos pero sólo algunos las saben aprovechar. Además de esos ingresos, las recaudaciones tributarias en el mismo período crecieron en 105%: de los 15.881 millones de bolivianos a los 32.852. Y las exportaciones no tradicionales iban en aumento, cosecha de un esfuerzo comercial y logístico de años. El 2010, por ejemplo, las exportaciones del sector agroindustrial a Chile representaron el 63,69% (datos del INE, elaborados por IBCE). Los minerales con precios históricos. Entonces, ¿qué pasó?



Explicaciones sencillas y certeras. La torpe pseudo-nacionalización de los hidrocarburos el 2006 corrió a los principales socios del país. Brasil, gran dependiente del aporte energético boliviano para su industria, volcó su interés, sus recursos humanos y financieros a otros lugares, y Petrobras se sacó la lotería saliendo del país: lo descubierto en el pre-sal en las costas brasileras, entre 50.000-100.000 millones de barriles de crudo, son reservas mayores que las de EEUU. Se convirtió en el octavo proveedor a ese inmenso mercado, y el mismo Barack Obama ha ratificado en Brasilia su interés en unirse a los esfuerzos de investigación, exploración, etc., y de convertirse en uno de “sus mejores clientes”, seguro y confiable a largo plazo. Los nombres de empresas, técnicos y funcionarios que se paseaban en esa cumbre de colosos eran los mismos que hace cinco años estaban en Bolivia. Fuera del negocio. YPFB se debate entre ofertas que son promesas, y demagogia pura; su presidente, Carlos Villegas, “garantiza” todo, pero sólo abriendo enormemente la boca, porque soluciones no se ven por ninguna parte. Siguen patrocinando campeonatos de fulbito. Sin embargo, “huelen” otras ocupaciones, como la novedosa intención de controlar la venta de gas y combustibles en zonas requeridas en especial por el contrabando y el narcotráfico.

Tanto tanto va el cántaro al paúro que al final se rompe. Se dice que YPFB ahora está llena de licenciados, abogados y “buenos amigos”, pero no hay geólogos y petroleros con experiencia técnica, que los tenía. Medida tras medida, erradas por supuesto, dejaron sin recursos humanos calificados a la empresa. El ejemplo más patético, que lo dice todo, es saber que un anterior presidente se dedica ahora a vender productos de Herbalife en la capital del Estado Plurinacional; otros llegaron a las playas del Caribe. S. Rivas, ex ejecutivo de YPFB, dice que “para satisfacer las exigencias de Brasil, las de Argentina y para el mercado interno, en 5 años se termina nuestro gas” y propone, en serio, la declaración del país en “quiebra hidrocarburífera”. Han pasado sólo cinco años.

La deuda pública externa, la caja de Pandora. En estas condiciones, ¿Para qué se ha endeudado al país? Si la suma de los ingresos podía respaldar cualquier proyecto de desarrollo, ¿dónde están los 3.991 millones de dólares (contratados entre 2006-2010), con los picos de 1.200 MD el 2008 y 2009? Son cifras del BCB. ¿Y la deuda pública interna, cara y a corto plazo? ¿No suman entre las dos alrededor del 70% de las reservas netas del país? sin cartas ni espadas. La Fundación Jubileo y el BCB pueden discrepar si esta deuda es sostenible o no, pero que la deuda existe, no se discute. ¿Algún proyecto que justifique las cifras que se mencionan?

¿A quién se le pasa la factura? Encadenados a los errores, interminables, ¿por ignorancia, o por empecinamiento ideológico antiimperialista y descolonizador? Todos marchan al incremento en la producción de biocombustibles, y a promover la investigación hasta convertirlos en combustible para aviones. ¿Y los proyectos de energía atómica? ¿Y las hidroeléctricas que encara sólo Brasil, cansado de esperarnos? Es el resultado de mirar para adelante y no de vivir atados al pasado. Eso es conseguir dignidad para sus pueblos y ejercer verdadera soberanía de parte del Estado. Llorar sobre leche derramada es indigno y peor, por no ejercer derechos soberanos.

La tradición en occidente, desde Santo Tomás de Aquino, es reconocer a los pueblos el "derecho de resistencia a la opresión". Latinoamérica avanza en desarrollo y en democracia. Mejores condiciones materiales garantizan también la paz en los pueblos. Y asistimos “in vivo” a la rebelión de sociedades enormes, dispares, cansados de promesas y bla bla. Pueblos verdaderamente “enfermos” de miseria, de pobreza, de falta de oportunidades reales, mientras una casta, cúpula o nomenclatura de cualquier color disfruta de paraísos terrenales. Bolivia, entre pocos, es el cangrejo. Perdiendo el tren una vez más, también en el respeto a la ley, por parte de un Gobierno al que le gustaría un pueblo sojuzgado y dócil, amantes de lo ajeno. Pero todo apunta a que pronto serán historia. El amor por la libertad, por la democracia, está rompiendo fronteras. Y cangrejo que no nada, se lo lleva la corriente.

El Día – Santa Cruz