Obsesión estatizante y narcisismo opositor

Daniel A. Pasquier Rivero

PASQUIER-110x110 El Estado Plurinacional (EP) no encuentra equilibrio. Al igual que en Bolivia, su antecedente o referencia jurídico político, el discurso de los gobernantes pasa de manera asombrosa de un período radical de derechas a otro radical de izquierdas. De socialistas a neoliberales. No aparecen los matices. En la oposición ocurre lo mismo, sufre de vértigo conceptual doctrinal. La ciudadanía, entre absorta y triste, contempla cómo casi ninguno sabe de lo que está hablando. El MAS, catapultado al poder con la promesa “del cambio”, un caballo de Troya para todo residuo de la izquierda más conservadora y retrógrada de entre los políticos bolivianos. Entendieron, una vez más, que era “ahora o nunca”, no para reivindicaciones político sociales, sino para salir de la pobreza. La corrupción convertida en debilidad manifiesta en la administración del Estado.

Las reivindicaciones o la Torre de Babel. El grueso de los seguidores, indígenas y campesinos aglutinados en los denominados movimientos sociales, el 30 % de la población nacional, entendió, cada uno a su manera, lo que debería significar el cambio – se trataba básicamente de recibir lo que se pida-, traducido esto en reivindicación legal por postergaciones recientes o ancestrales y, por tanto, reclamos que deberían plasmarse en derechos reconocidos en la CPE y las leyes, eliminando discriminaciones y marginalidades inaceptables en democracia y hasta en sociedades mínimamente civilizadas. Otras eran más rupestres, compartidas con sectores marginales urbanos, pues la falta de oportunidades les dejaba con pocas o nulas posibilidades de ascenso económico y social; era la hora de compensar. Sin embargo, el Estado privilegia a las FFAA ante educación, salud, empleo, no atiende las exigencias básicas de los sectores desprotegidos, no por falta de ingresos sino por incapacidad.



No basta la intención ni la buena voluntad. La improvisación ha caracterizado los planes y programas económicos de los últimos cinco años. Al éxito en las reformas políticas se contrapone el desastre en el control o descontrol del gasto público, en la promoción de inversiones; se frenó a los sectores privados más competitivos, hubo confusión en la definición estratégica pública – privada en las áreas más prometedoras como son la agroindustria, la explotación de minerales (incluyendo el hierro y el litio) y la industrialización del gas. No es posible seguir justificando con estupideces la inoperancia, ignorancia, deslealtad, en que se convierten los argumentos de verdaderos vendepatrias ante los reclamos por la marcha del proyecto con la Jindal Steel & Power. ¿Se lo quiere entregar a Venezuela el Mutún?, dígalo el gobierno de una buena vez, para que Puerto Suárez, Santa Cruz y el país entero haga oír su voz.

La empresa bandera del EP a la deriva, se hunde. YPFB reúne todos los signos y síntomas malignos apuntados a otros sectores. Después de años escondiendo información, ocultando desde agosto 2010 el estado de las reservas de gas, manipulando gestores que deberían dar estabilidad técnica a la empresa (de nuevo un presidente dedicado a fiscalizar en persona los surtidores la emisión de facturas, repitiendo el ridículo de otro que casco en testa trepado a un cisterna pretendía controlar el contrabando de combustible), se pelea con todos los que hoy garantizan el servicio en casi todo el territorio nacional. ¿Salvará la debacle “invertir”, para otros, sinónimo de “botar”, los 1.800 millones de dólares (MD) anunciados el 2011? La producción bajó, las reservas no son suficientes ni para soñar con la industrialización, Brasil se convirtió en competencia y en Argentina empiezan por calificar de “ilógico” el precio que nos pagan, apuntando que lo más “razonable” es aplicar una cláusula de los contratos de 2006 para “renegociar” (J. Lapeña, Presidente del Instituto Argentino de Energía, www.hidrocarburosBolivia.com). El país vuelve a preguntarse, ¿qué pasó, cuando se echó prácticamente a Petrobras y se abrieron los brazos a Venezuela con Petroandina?

La agenda en Cochabamba entre Hugo Chávez y Evo Morales. Analizarían cómo han llegado ambos a la cola de los países respecto a seguridad jurídica a las inversiones, a estar entre los países menos atractivos del mundo para la inversión externa, de líderes de la corrupción, de la inflación, del menor crecimiento respecto a sus vecinos, denunciados por flagrantes atropellos a los derechos humanos, a la libertad de información y al Estado de Derecho. ¿Se podrían de acuerdo en algo tan básico, que es mejor dejar hacer y dejar trabajar que meterse en todo sin saber prácticamente de nada?

¿Qué pasó con la plata? El país ha tenido los mejores ingresos de su historia, por la mayor demanda externa y los altísimos precios a sus productos tradicionales y no tradicionales, por las remesas de millones de compatriotas que sudan fuera por oportunidades que no encuentran dentro, los dólares del tráfico ilegal de drogas (reconocidos por el Vice, unos 700 MD anuales) y, los 10.000 MD en reservas en el BCB. Pero ahora, por fin se supo que la deuda pública interna y externa casi se llevan todo. En boca del Presidente, no hay plata para aumentar sueldos y que el déficit fiscal para el 2011 está calculado en 880 MD. Que el país está endeudado hasta el jopo: el 85% de la mentada reserva “neta” está en papeles, son bonos del Estado emitidos y transferidos a inversores privados.

En definitiva, el país está acorralado. Entre un gobierno con una obsesión, cantar loas al porcentaje de la economía controlado por el Estado (alrededor del 35%), aunque sus empresas arrojen pérdidas, y de otra, una oposición narcisista que agota sus energías delante del espejo preguntándose quién es el más bello. Críticos recalcitrantes a Evo Morales hasta que los invita a Palacio donde hacen gala de la mejor de las sonrisas: basta el aroma del Quemado, cercanía al símbolo del poder, para cambiarles el humor.