Tensión por carretera. En Tipnis alistan armas y el Gobierno de Evo no cede

La construcción vial que propone el Ejecutivo es resistida por los indígenas, que ya afilan flechas para defender el parque Isiboro Sécure.¿El petróleo es el imán que atrae a la carretera? Unos ven progreso y otros, que la coca matará al bosque.

imageEn la selva. Habitantes del parque Isiboro Sécure saben de los riesgos que una carretera trae para su medio. Un grupo de chimanes (foto) advierte que luchará para conservar su territorio y sus costumbres

El Deber



Indígenas en pie de guerra

Plan. Chimanes, yuracarés y moxeños afilan flechas para defender el Tipnis.

Las alegres jornadas de pesca y de caza se han reducido hasta que la situación de alerta esté vigente en el mundo de los chimanes. El tiempo que dedicaban a esos quehaceres diarios ahora lo ocupan en la fabricación masiva de arcos y de flechas, armas silenciosas con las que están decididos a evitar que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, que empezó a ser construida en su primer tramo, atraviese el corazón del Isiboro-Sécure. Si ello ocurre, aseguran, los animales silvestres y los árboles frondosos, los ríos cristalinos y los más de 4.000 indígenas que viven en esa zona remota de Bolivia, estarán marcados por el exterminio o por cosas peores.  

Pero en el seno del Parque Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis),   en las riberas de sus lagos y lagunas y en medio monte, además de los chimanes también moran las tribus originarias Yuracaré y Moexeñoa. En ese territorio de  más de 1.100.000 hectáreas anclado en los departamentos de Beni y de Cochabamba, ya se ha esparcido la noticia de que una carretera amenaza con partirlo en dos.

Para evitarlo ya tomaron la seria decisión de hacer flechas y arcos en grandes cantidades, pero no para cazar animales silvestres, sino para atacar a quienes osen tumbar los árboles con intenciones de reemplazar las sendas de tierra por el asfalto. 

imageCargados. A diferencia de días pasados, ahora trajinan un montón de flechas a todos los lugares donde se dirigen

La dirigencia del Tipnis, a la cabeza de Adolfo Moye, un yucaré de cara redonda, se ha encargado de decirle al Gobierno de Evo Morales que más le vale que sea consecuente con su amor a la Madre Tierra que profesa cada vez que puede, y que construir una carretera en esa zona es atentar contra la vida y las mismas leyes bolivianas, puesto que el Tipnis tiene el doble estatus de Área protegida y de territorio Comunitario de Origen (TCO).

Eso, dice Moye, es una coraza que debe impedir que un Gobierno tome una decisión unilateral en desmedro de una cultura que él supuestamente defiende. “Los indígenas de Bolivia no son solo los que viven en el altiplano. Nosotros también existimos”, le dice Moye al presidente y lo hace desde su oficina que tiene en las afueras de la ciudad de Trinidad, a 200 kilómetros del epicentro del Isiboro-Sécure. 

Las comunidades indígenas son ahora centros de entrenamiento de defensa. Puerto Rico es una de ellas. Ahí viven 37 yuracarés (dos ancianos, ocho parejas de adultos y 19 menores de edad). Todos ellos creen que la paz que ahora reina en ese mundo donde nacieron puede convertirse en un infierno y que por ello en las mañanas perfeccionan su puntería. Los adultos enseñan a las mujeres menores de 40 años de edad el arte de ‘flechear’, algo insólito porque hasta antes de que estén dispuestos a morir, las armas solamente eran una cosa de hombres.

Aquí todos están dispuestos a morir. Así lo ha dicho Alfonso Chovi, un habitante chimán que viven en la Curva, un ranchito apretado entre el monte y el río Sécure, adonde se llega después de viajar durante seis horas desde San Ignacio de Moxos por un sendero que los vehículos apenas pueden transitar porque la maleza gana terreno cada vez que llueve. 

La decisión de jugarse la vida en una guerra que quizá ya esté perdida, cuenta Chovi, ha sido tomada en conjunto entre los 40 pueblos que viven en la tierra del Tipnis. “Aquí sabemos que las carreteras son motores de deforestación, y sin árboles ya no habrá vida”, dice el gran cacique mientras saca filo a la punta de caña hueca de su flecha.  

Ahora que la mano del hombre foráneo todavía no ha clavado sus uñas con fuerza en el Isiboro Sécure, los indígenas son amos en sus dominios. Justo Hervin es un yuracaré que en Trinidad pasa desapercibido entre una muchedumbre de gente mestiza y las veces que ha intentado buscar trabajo, lo más digno que le han ofrecido ha sido para cavar pozos de letrinas rústicas por un sueldo de hambre.

Pero en el monte él es el hombre al que todos quieren y entienden porque sabe hablar el chimán, el yuqui y el moexño, las tres lenguas con las que se comunican en el Isiboro-Sécure, ese reino al que sus ocupantes está decididos a con flechas y dientes.

    Las voces de la selva   

"Técnicamente no es viable desviar el trazado de la carretera. Hay que buscar un acuerdo

Carlos Romero | Ministro de la Presidencia

No nos oponemos a la ruta. Solo que la queremos lejos de este reino donde los pájaros aún cantan

Jaime Canchi | Yuracaré

Hay dos caminos. Pelear por esta que es nuestra casa o aceptar una muerte lenta

Rosauro Guaji | Yuracaré

En Tipnis alistan armas y el Gobierno no cede

Textos: Roberto Navia Gabriel. Fotos: Clovis de la Jaille

Jonás sueña por las noches que estira la mano para que una gente rara que pasa por su lado le regale una moneda para no morirse de hambre. Raquel en las últimas cuatro noches se ha despertado sudando porque una pesadilla le ha revelado que un día de estos debe escapar del mundo sin sombra en el que se ha convertido el bosque. 

La tribu chimán en la que viven está dentro del  Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) dentro de los departamentos de Cochabamba y de Beni, un ‘mundo’ inmenso que ellos no acaban de conocer y que tiene una extensión de 1.091.656 hectáreas, 31 veces más que la mancha urbana de Santa Cruz de la Sierra y ocho más que Ciudad de México.

Jonás y Raquel son esposos desde hace ocho años y desde que se enteraron de que una carretera asfaltada está tocándoles la puerta son presa de su peor miedo. No quieren ser víctimas de una de las que consideran la peor plaga que está atacando a los indígenas de Bolivia: la mendicidad.

Ambos dicen que los sueños que están teniendo ellos y casi toda la tribu de los chimanes que vive en La Curva, son una advertencia apocalíptica de sus ancestros. “Nos están anticipando que una carretera será el motor que nos expulsará hacia las ciudades donde nos convertiremos en cuerpos anónimos”, dice ella y él asiente con la cabeza. 

La carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos tendrá una longitud de 306 km y la construcción del primero de los tres tramos empezó a ser ejecutada  desde el 3 de junio por la compañía brasileña OAS. El Gobierno, que es el promotor de este proyecto (que costará cerca de $us  415 millones), y los aproximadamente 4.000 indígenas yuracarés, chimanes y moxeños que habitan el Isiboro Sécure están seriamente enfrentados. 

Los originarios, a través de los dirigentes del Tipnis y de la Central de Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob), se han declarado en estado de emergencia porque el trazo dos de la carretera de 117 km, entre Isinuta y Monte Grande, que cruza de sur a norte por  el parque que además de ser un área protegida, es una Tierra Comunitaria de Origen, es decir, un lugar que los indígenas y las leyes bolivianas consideran ‘sagrado’, donde el ser humano, los animales y las plantas tienen derecho a existir  alejados del fantasma del exterminio.

El yuracaré Adrián Terrazas también tiene sueños malos. Está con miedo de terminar pidiendo limosna en Trinidad, capital de Beni; o en Santa Cruz, donde indígenas de tribus  de otras regiones de Bolivia fueron reducidos a indigentes.

Adrián sabe que muchos yuracarés que vivían en la zona sur del parque, que fueron expulsados por la presencia de colonos que cultivan coca, mendigan en las rotondas, en los semáforos de las ciudades, que estiran la mano a los conductores o que venden limones o que hacen cualquier monería para arrancar lástima y monedas.

Para hacerse escuchar, el 25 de este mes saldrán de las 40 comunidades del bosque para empezar a marchar a partir del 2 de agosto desde Villa Tunari hasta la ciudad de La Paz, y si el Gobierno persiste, se enfrentarán con sus flechas a las máquinas que construyen la carretera. 

El presidente Evo Morales advirtió que el Gobierno tiene los recursos económicos, pero que algunos supuestos defensores del medio ambiente, a través de las Organizaciones No Gubernamentales, "usan a nuestro hermanos para que no se construya este camino”. “Quieran o no quieran, vamos construirlo y en nuestra gestión vamos a entregar Villa Tunari-San Ignacio de Moxos", remató.

El ministro de la Presidencia, Carlos Romero, dijo que técnicamente no es posible desviar el tramo cuestionado pero que se dialogará con los “hermanos indígenas”.

Pero el miedo a una devastación del ecosistema boscoso está fundado. El Programa de Investigación Estratégica de Bolivia (PIEB) sostiene que varios estudios ponen en evidencia que la tala de bosques se extiende a una distancia de entre 3 y 15 km a ambos lados de una carretera y que en algunos escenarios se estima que los impactos indirectos ocurren a no menos de 50 km a cada costado del asfalto. A este ritmo, con la apertura de la carretera que el Gobierno quiere construir por el Tipnis, el PIEB proyecta un final sin remedio: en los próximos 18 años el 64,5% del bosque se habrá convertido en madera. Es decir, de las cerca de 1,2 millones de hectáreas que tiene el Isiboro-Sécure, 610.848 hectáreas ya no serán la casa caliente del chancho tropero ni del tejón, del mono nocturno ni de la hurina, del jaguar ni del mapache ni de otras 2.000 especies de animales que se estima existen en toda la superficie del parque y con mayor concentración en la serranía y en piedemonte, justo por donde se pretende construir el asfalto negro de la carretera, negro como esos sueños que a Jonás y a Raquel, a Adrián y a otros indígenas les sacude en las madrugadas largas en las que no soportan imaginar a un bosque sin sombra.

    Las etnias que habitan el isiboro-sécure   

Los chimanes

Según el Censo 2001 del INE, hay 6.351 chimanes en Bolivia. Las primeras referencias sobre los chimanes se dieron en el siglo XVII, cuando los jesuitas fundaron la Misión de San Francisco de Borja (1693), que fue cuestionada y resistida por ellos. Actualmente, sus principales problemas se derivan de la presencia de los comerciantes, los madereros y los colonos. El matrimonio es preponderantemente monogámico con fuerte tendencia a la poligamia. Desarrollan una actividad agrícola de subsistencia.

Yuracaré

Según el censo 2001 (INE), existen 1.809 yuracarés. Están ubicados en los departamentos de Cochabamba y Beni. La colonización republicana de Chapare presionó a este grupo hacia tierra adentro, y de esta manera hacia su dispersión. Se dice que no reconocen a un jefe único, debido, principalmente, a su dispersión geográfica. La caza, la pesca y la recolección se combinan con labores de la agricultura. Su necesidad de ingresos adicionales los impulsa a vender su fuerza de trabajo.

Moxeños

Según el censo 2001 (INE) existen 4.228 y son parte de la familia sociolingüística Arawak. Los moxeños  viven en el departamento de Beni, en las provincias Cercado, Moxos, Ballivián y Marbán. Municipios, de San Javier, San Pedro y San Ignacio de Moxos.

A partir de los años 70 en que se produjeron inundaciones importantes, se observa un acentuado proceso de migraciones, desde las áreas rurales hacia los centros urbanos como Trinidad y aún hacia el departamento de Santa Cruz y otras regiones.

    Lo que dice la carta magna   

Artículo 30:

7. Los pueblos y naciones indígenas, originarios  y campesinos tienen derecho a la protección de sus lugares sagrados.

10. A vivir en un medioambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los ecosistemas.

III. El Estado garantiza, respeta y protege los derechos de las naciones y pueblos indígena originarios campesinos consagrados en la Constitución y la ley.

Artículo 342: Es deber del Estado y de la población conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales y la biodiversidad, así como mantener el equilibrio del medioambiente.

Artículo 343: La población tiene derecho a la participación en la gestión ambiental, a ser consultado e informado previamente sobre decisiones que pudieran afectar a la calidad del medioambiente.

¿El petróleo es el imán que atrae a la carretera?

Objetivo. El Gobierno indica que los fines son netamente el de integrar a Beni con el resto del país.

image

Es por el petróleo. Es por esa riqueza que supuestamente está guardada en las entrañas del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) que el Gobierno quiere construir una carretera. Eso ha dicho el presidente de los indígenas que viven en esa selva, Adolfo Moye y el Foro Boliviano de Medio Ambiente y Desarrollo (Fonomade) ha publicado un mapa en el que muestra que yacimientos hidrocarburíferos están durmiendo en el subsuelo del bosque.

El ministro de Hidrocarburos y Energía, José Luis Gutiérrez, según Erbol, dijo que su repartición está haciendo exploración en todos los lugares donde existe hidrocarburos y que se harán las consultas en los casos donde  puedan afectar.

“Todo está en función al parque, cuando hay áreas reservadas, ahí sí que no podemos ingresar. Se está viendo el ingreso para los caminos, verdad, ahora también estamos viendo que pueda ingresarse con exploración”, dijo la autoridad.

Otro tema que lo relaciona con la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos es que esta forma parte de la niciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que se trata de un foro de diálogo entre las autoridades responsables de la infraestructura de transporte, energía y comunicaciones en los doce países suramericanos.

IIRSA tiene por objeto promover el desarrollo de la infraestructura bajo una visión regional, procurando la integración física de los países de Suramérica y el logro de un patrón de desarrollo territorial equitativo y sustentable.

“De 10 proyectos camineros regionales, cinco pasan por el terirtorio nacional”, dijo el ex superintendente Forestal José Martínez.

La carretera fue respaldada en 2009 por un crédito comprometido por el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y formará parte del nuevo corredor bioceánico.

Se sabe que según indica la Constitución Política del Estado, la explotación de recursos naturales y la construcción de infraestructura en territorios indígenas está sujeta a un proceso de consulta libre, previa e informada a los dueños del territorio.

La consulta, sin embargo, que esperan que  sea convocada por el Estado, aún no llega, denunciaron los dirigentes del Tipnis.

   EL Tipnis de película   

Avatar y Evo:  El presidente Evo Morales dijo en enero de 2010 que se sentía identificado con la temática de Avatar, la película de James Cameron. En esa oportunidad la prensa informó que el mandatario  acudió por tercera vez en su vida a una sala de cine y comentó que, pese a tener una "alta dosis de fantasía, la película es una profunda muestra de la resistencia al capitalismo y la lucha por la defensa de la naturaleza. Encontró en el argumento de Avatar un paralelismo con su lucha por la protección de la Madre Tierra y contra el capitalismo. La película cuenta la historia del planeta Pandora, donde humanos, indígenas y avatares luchan por su supervivencia. El argumento de la película enfrenta dos formas de ver el desarrollo y la convivencia con la naturaleza.

Chico Méndez:  Los indígenas del Tipnis dijeron que se identifican con la vida del brasilerño  Francisco Alves Mendes Filho, más conocido como Chico Mendes, asesinado en diciembre de 1988. Fue un recolector de caucho, sindicalista y activista ambiental brasileño. Méndez luchó de manera pacífica contra la extracción de madera y la expansión de los pastizales sobre el Amazonas. Consiguió el apoyo internacional, y recibió el premio Global 500 por la ONU en 1987, ese mismo año ganó también la Medalla por el medio ambiente de la organización Better World Society.

Se estima que puede haber petróleo

Carlos Romero | Ministro de la Presidencia

No existe por ahora ni hemos discutido sobre ninguna iniciativa hidrocarburífera en el Isiboro Sécure. La carretera que se quiere construir está destinada a la vertebración caminera, al ecoturismo.

Un parque Nacional es la máxima protección que se debe dar a un área, de tal manera que eso está salvaguardado sobre una actividad de hidrocarburos. Se estima que puede existir petróleo, pero  por ahora no hay ninguna actividad.

El camino es una vieja aspiración de los benianos, pero también una necesidad estratégica de la región y del país. Es un proyecto significativo en la medida en que no solamente va a permitir una integración física. Pero entendemos la preocupación de los hermanos indígenas de que se dé un ‘avasallamiento’ de sus tierras. Este problema se puede producir con o sin la carretera.

Unos ven progreso y otros, que la coca matará al bosque

Peligro. Un exviceministro advierte que narcos se beneficiarán con la ruta.

imageArmonía. En la zona norte del Tipnis las aguas de los ríos son transparentes y a los peces se los saca con lanzas desde la canoa

La carretera que empezó a ser construida desde la puerta de la tierra cocalera de Chapare (Cochabamba), hasta el pueblo olvidado de San Ignacio de Moxos (Beni), se bate entre el cielo y el infierno. Para el Gobierno de Evo Morales, esta ruta de 306 km será una locomotora de desarrollo y una obra que traerá bienestar a los pueblos históricamente desatendidos, pero para otros hombres, también de peso, incluyendo al exviceministro de Tierras Alejandro Almaraz, que encabezó la reversión de latifundios en favor de los indígenas, el diseño del tramo dos de la ruta que pasará por el centro del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) provocará el crecimiento desmedido del cultivo de la hoja de coca y creará además una vía de circulación rápida no solo para las mercancías e intereses de Brasil (país que está financiando la ruta con $us 332 millones), sino también para el tráfico de drogas. Así lo declaró a la red Erbol.

“Con una carretera que atraviese el Tipnis se dan oportunidades muy grandes para un avasallamiento masivo y descontrolado del negocio de la coca ilegal, esto es arrasador, devastador para las comunidades indígenas y para la naturaleza porque esos cultivos de coca se implantan donde antes había monte”, sostuvo.

Parte de la preocupación de Almaraz ya es una realidad en la zona sur del Tipnis.

EL DEBER comprobó que entre el río Isiboro y una carretera ripiada de 42 kilómetros que muere en la comunidad Ichoa, existen 14 asentamientos humanos con gente llegada desde el occidente del país. En esa zona donde hasta hace 10 años la tribu yuracaré era dueña de sus dominios, ahora hay plantaciones de hoja de coca que han remplazado a los bosques donde los originarios se abastecían de comida y de aire fresco.

El ruido de las motosierras suena intermitente durante el día y los pocos indígenas que quedan o bien optan por fusionarse a los colonos y plantar coca, o bien marchan con la ropa del cuerpo hacia el norte del Isiboro Sécure, donde todavía se puede vivir en paz. Este es el caso de Benjamín, que vivía en la comunidad San Antonio de la zona sur del parque. Como su bosque quedó sin animales silvestres y sin árboles, emigró con una mano adelante y otra atrás hacia el otro extremo del Tipnis.

El vicepresidente Álvaro García Linera dijo a los medios del país que geopolíticamente la vía en construcción es vital para Bolivia, que es importante para el sector del transporte, para incentivar la producción y el flujo del comercio interno. “En 10 años se verán claramente los logros. Quienes se oponen son ONG y las redes oligárquicas”, expresó.

EL DEBER también comprobó que en la zona colonizada del Isiboro-Sécure, durante las madrugadas las bocinas de los vehículos que ofrecen el servicio de transporte público y el ruido de las motosierras en uso constante, han remplazado al canto de los pájaros, y muchos árboles han sido convertidos en casas de madera con techo de zinc.

Hay solución al efecto perverso

José Martínez | Exsuperintendente forestal

El Tipnis es un territorio indígena y un parque nacional, vale decir, es un área protegida. Ahí está prohibido hacer actividades que vayan a deteriorar el alto valor biológico.

El mismo Gobierno aprobó el Tratado 169 de OIT que reconoce el territorio a los pueblos indígenas y los derechos y usos tradicionales. 

El segundo elemento es que las carreteras tienen un efecto perverso en contra de los indígenas porque los desplaza a las áreas urbanas. 

Lo que hay que tomar en cuenta es que no hay que oponerse a la carretera, sino proponer alternativas y poner en la balanza cuáles son los beneficios y los problemas que se vienen. En este caso la balanza está desequilibrada, porque vamos a tener serios contratiempos, perderemos biodiversidad y a los pocos indígenas que quedan. No vale la pena hacerla con costos muy altos.  

Es necesario hacer una variante en el tramo dos que pretende pasar por el medio del parque. La otra es construir por otros lados una carretera, con un sistema de puentes, de manera que sería una obra de ingeniería muy interesante para el turismo. 

La balanza entre los pros y los contras de la carretera es absolutamente negativa para Bolivia. Se nos presenta como una necesidad por el financiamiento que está haciendo el gobierno de Brasil.

    Los dos títulos del bosque   

– El Decreto Ley 07401 del 22 de noviembre de 1965 creó el Parque Nacional Isiboro-Sécure. En sus considerandos señala la "necesidad de conservar las cuencas hidrográficas, las nacientes de los ríos para la navegación, la riqueza de los recursos naturales y la belleza escénica, que podrían ser afectadas por la construcción de un camino siguiendo el borde del pie de monte y por la colonización".

– Después de la Marcha por el Territorio y la Dignidad del Estado promulgó el Decreto Supremo 22610 del 24 de septiembre de 1990 que reconoce al PNIS como territorio de los pueblos Mojeño, Yuracaré y Chimán y se lo denomina Tipnis. El DS amplía la superficie del Tipnis a las áreas externas de los ríos Isiboro y Sécure, incorporando a las comunidades asentadas en las riberas de los ríos y constituyendo una franja de amortiguamiento.

Inmersión por las entrañas de la selva

image Hogar. En sus dominios ellos no son cuerpos anónimos. Los árboles solo se cortan para hacer balsas o construir casas que son calientes para noches frías

Roberto Navia | El Deber

Las dos mujeres se quedaron quietas cuando vieron la camioneta en la que entraba al bosque. Una de ellas se quedó petrificada mientras su bebé en brazos seguía moviendo su boca para alimentarse de su pecho desnudo. Después, Justo, el guía que llevé para comunicarme con los chimanes, les dijo en su lengua que era periodista y no el hombre malo que apoya la construcción de la carretera.

Esa misma noche abrieron las puertas de su tribu y desde la ventana de una casita de madera pude ver los blancos ojos de dos caimanes que miraban como faroles de ferrocarril. Al día siguiente navegué por aguas diáfanas que revelan su intimidad mostrando peces que se comen y otros que se topetean para hacer el amor. “Aquí nunca ha venido Evo Morales, ni ningún otro presidente de Bolivia”, me dijo Pinto Rocha, el yuracaré más viejo de Puerto Rico, ese mismo que sin ningún pudor me reveló que ahí la vida se disfruta con las reglas heredadas de los ancentros: las mujeres se pueden casar a los 13 años, los niños empiezan a matar animales que se comen desde los 10, hay ancianos  que no han cobrado el Bono Dignidad porque no tienen un carné y la gente no se muere ni de vieja ni de cáncer, sino, de una simple diarrea. “No tenemos ni una posta sanitaria y nos quieren meter una carretera”, dice sin enojarse.