El reto de la democracia plurinacional

Salvador Romero Pittari

SALVADOR En la última década varios países de la región han adoptado un régimen constitucional democrático y plurinacional, a estos dos rasgos institucionales se une un tercero que proviene de las inclinaciones políticas de cada gobierno antes que de la Constitución: el populismo, aunque en ésta no faltan los elementos que contribuyen a adoptarlo. Ninguna de esas dimensiones es nueva, aunque la combinación resulta novedosa, sobre todo porque el populismo pone su marca propia al resto de los componentes de tal orden político, de ahí los riesgos.

La democracia aún guarda su marca de origen, por lo menos si se la entiende en términos mínimos, como los procedimientos para renovar periódicamente los poderes públicos mediante el recurso al voto con la más amplia participación ciudadana. La plurinacionalidad tuvo su origen en el cambio de las sensibilidades acarreado después de la segunda guerra, cuando los hombres comprendieron el horror de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios que sacrificaron millones de personas por el delito de tener valores y comportamientos distintos a los de mayorías. Poco a poco, los Estados admitieron su carácter multicultural y buscaron formas de organización donde sus diferentes integrantes encuentren un espacio de diálogo y reconocimiento en igualdad de condiciones.



Finalmente el populismo, tomado como “una retórica política” que considera al pueblo de base como el depositario de las virtudes originales de la sociedad y como principio de la legitimidad del poder, hizo ya su aparición en el mundo greco-romano. Los gobiernos populistas suelen mirar con recelo a los demás segmentos de la sociedad juzgados como no auténticos, alienados, corruptos y de patriotismo dudoso, razón por la cual tratan de de alcanzar sus objetivos políticos estableciendo modalidades de enlace directo con las masas populares, con los movimientos sociales en el vocabulario actual, sin pasar por las mediaciones institucionales.

La pesada carga acarreada por las orientaciones populistas acaba por desvirtuar el funcionamiento de la democracia y de la multiculturalidad, sobre todo por la obsesión que muestran algunos de los gobiernos de la región por recrear un pasado original, perfecto y armónico, adjudicado como patrimonio al pueblo, que así adquiere una preeminencia sobre los demás sectores y clases de la sociedad negando la historia real hecha de mezclas humanas, culturales y organizativas.

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Las democracias plurinacionales y populistas se legitiman en los movimientos sociales y en la comunidad originaria, si bien ambas fuerzas no tienen los mismos intereses, ni han recorrido historias similares, tampoco sus orientaciones son coincidentes, pues mientras los primeros crean una permanente agitación, efervescencia y manifiestan una desconfianza hacia lo instituido, la segunda reposa sobre las tradiciones, lo permanente. Ambos aparecen, no sin conflictos ya visibles, en el armazón constitucional como instancias de control para las autoridades elegidas por voto representativo con el objetivo de hacerlas cumplir sus compromisos y velar por su honesto desempeño, mas en la práctica tal poder de control se ejerce siguiendo intereses políticos, lo que produce una gran inestabilidad en las gobernaciones, municipios, empresas estatales.

La inclinación popular se expresa igualmente en el ámbito de la justicia donde nuevas disposiciones y leyes castigan actos de corrupción, popularmente atribuidos, a las élites políticas y sociales precedentes. La judicialización de la política que allí se manifiesta, puede restringir la abierta competencia partidaria.

El desenvolvimiento de estos sistemas políticos que está forjando un estilo inédito de ciudadanía, en provecho de los sectores populares, campesinos y originarios, descuida la población urbana, mayoritaria en los países andinos que comienza a expresar cada vez con mayor fuerza su descontento, al igual que con las políticas de descolonización, que además de incumplir el pacto plurinacional, corroen las identidades mestizas. El reto principal de los regímenes democrático-plurinacionales populistas es el de reequilibrar sus políticas para no llevar las sociedades a la ingobernabilidad.