Dos marchas, un camino

La contramarcha del Conisur -también llamada “narcomarcha” por voceros de oposición- llegó finalmente a la ciudad de La Paz, en medio del regocijo de la administración de Evo Morales.Las diferencias en el trato gubernamental a esta movilización, en comparación con el recibido por la larga travesía de los defensores del TIPNIS, saltan a la vista.En este caso no existieron bloqueos camineros que entorpecieran el avance, ni mucho menos la salvaje represión policial sucedida en Beni, el pasado 25 de septiembre.De igual manera, los medios de comunicación públicos, convertidos en oficialistas por el régimen evista, difundieron profusamente las vicisitudes del avance de la columna del Conisur, sin emplear las descalificaciones que abundaron al referirse a los marchistas de la Cidob.Casi se diría que la antimarcha sería como la imagen invertida en el espejo de la primera movilización. Al punto que uno de los presuntos represores de Yucumo, el llamado “Comandante Masking” (el ex director de régimen interior y supuesto ideólogo del amordazamiento de mujeres indígenas, Boris Villegas), acaba de aparecer en El Alto a la llegada de las tropas conisuristas, como si se tratara de un organizador que monitorea el evento.El guión a seguir en los próximos días es relativamente previsible: se trata de forzar la modificación de la ley corta del TIPNIS, introduciendo la consulta “previa” bajo la probable figura de un referéndum bi-departamental Cochabamba/Beni, con resultado prefabricado en favor de la construcción de la carretera que diseccionaría el corazón del bosque.Movilización popular de un lado, que galvanizó un renovado espíritu de unidad nacional el pasado mes de octubre. Contramovilización inducida desde el Estado, del otro lado, a la manera de los regímenes fascistas.Dos marchas y un camino… [email protected]