¿Más cambios?

José Gramunt de Moragas, S.J.

GRAMUNT Pasadas las fiestas de Navidad y Año Nuevo, período en el que mucha gente se tomó una vacación, las actividades vuelven a su ritmo habitual. No se anuncian grandes cambios. Uno se pregunta si todavía quedan algunos cambios por cumplir. La política errática del gobierno de Evo no hace pensar en más cambios, a no ser el dominio total de los medios de comunicación social. Hecho este preámbulo, permítanme pasar revista a unos pocos asuntos de la actualidad nacional.

Los asambleístas plurinacionales retornaron a sus curules. Seguirán obedeciendo a “la voz de su amo”. Aunque, entre ellos, algunos se han vuelto críticos del gobierno masista. Pasando al tema judicial, existen fundadas razones para pensar que su dependencia del poder central, léase, de la política gubernamental, se encargará de desmentir las declaraciones pomposas sobre la independencia del órgano jurisdiccional.



La contramarcha de los cocaleros promovida por el gobierno en un intento de contrarrestar la buena acogida que mereció la anterior caminata de los campesinos originarios del Parque Nacional Isiboro-Sécure, está resultando un mal refrito recalentado que no suscita el interés, y menos el aplauso ciudadano.

En Cochabamba se reabrió la llamada Cumbre Social, en el confortable complejo hotelero La Casa Campestre. Según el programa, esa cumbre se propone elaborar una nueva agenda gubernamental, con “un enfoque económico, productivo y social”. La cumbre tiene poco de social en cuanto la Central Obrera no concurre. Y es que Evo Morales siempre receló de la COB porque podía hacerle sombra en la máxima representación de los cocaleros colonizadores. Por otra parte, la COB está abocada a la preparación de su congreso ordinario que se llevará a cabo en Tarija la próxima semana, para elegir al nuevo comité directivo.

La Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, cuyo presidente ya asistió a la Cumbre Social de diciembre, con el propósito de concertar un programa con el gobierno, insiste en consolidar las inversiones, y dinamizar los mercados, pero no encuentra en el régimen hibrido de Evo Morales, el respaldo suficiente para devolver la confianza a los inversionistas. El gobierno confía demasiado en que se mantendrán eternamente los buenos precios de las materias primas, pero no previene los tiempos de las vacas flacas.

Ahora vamos al asunto de la prensa. Para no faltar al guión oficialista, el pasado domingo, el omnipotente Juan Ramón Quintana hizo una de sus sorpresivas reapariciones periódicas y acusó a la Asociación Nacional de la Prensa de ser agente del imperialismo yanqui. Financiar programas de formación profesional con ayudas del exterior no es ningún delito, respondió el presidente de dicha Asociación.

Por último, no se ha producido la esperada recomposición parcial del gabinete ministerial que suele ser la guinda del pastel de principio de año. Lo que no impide que algunos golosos de poder estén relamiendo sus esperanzas. No obstante, los analistas prevén que si hay cambios, no serán de gran trascendencia. Don Evo no tiene mucho donde escoger en las primeras filas del masismo.

ANF