Las quejas de S.E.

Manfredo Kempff Suárez

manfredokempff21_thumb Desde que S.E. accedió al gobierno no ha hecho otra cosa que quejarse. Sus jeremiadas han trascendido las fronteras de Bolivia, al comienzo con gran impacto. Sus lamentos de su vida de niño campesino y pobre, humillado en un país de oligarcas sin alma ni corazón, creemos que llegó a conmover a algunos espíritus nobles que no tenían la menor idea de quién era el indiecito plañidero que había llegado a ser Presidente de Bolivia. Hoy, cuando todo el mundo conoce a S.E., sus quejas ya no tienen efecto y por tanto la gente en el exterior le cree menos, los medios informativos poco, y sus colegas mandatarios, nada.

Eso de victimizarse es una especialidad de S.E. Siempre dice que lo quieren tumbar, que lo quieren matar, que todos lo desprecian, que lo segregan, que los gringos lo odian, que los gamonales no aceptan a un aborigen iletrado como Presidente. Y siempre afirma que tiene pruebas irrefutables que dará a conocer sobre las conspiraciones que diariamente se arman contra él, y hasta se inventa golpes de Estado que él los califica así porque sirven para sus propósitos. No es otra cosa el cacareado “golpe” de septiembre del 2008 en Santa Cruz, golpe invisible que sirvió como pretexto para matar a tres ciudadanos extranjeros, encarcelar a medio centenar de cruceños y desterrar no sabemos cuántos más a quienes el régimen teme.



Ahora S.E. dice que lo están traicionando, tanto en el Ministerio de la Presidencia como en la Cancillería. Ha afirmado que en ambos ministerios conspiran contra él. En el Ministerio de la Presidencia, porque le pasan informes a Samuel Doria Medina sobre el programa “Bolivia cambia, Evo cumple”, que sabemos es una descarada estafa al pueblo boliviano; y en la Cancillería, porque le perforan y le hacen caducar a propósito su pasaporte. Nada menos que a S.E., cuya única distracción es viajar, le agujerean su pasaporte. ¡Canallas! Pero, además, dice S.E. que algunos funcionarios venden datos secretos a EE.UU. ¿Será posible?

Ahora S.E. no puede acusar a los rancios oligarcas de la diplomacia dieciochesca, a esos embajadores del caviar y los cócteles de ser los conspiradores, porque desde el 2006 a la fecha no ha quedado ni uno en la Cancillería. Así que quienes conspiran tienen que ser los traidores masistas. Porque todo el mundo sabe que el Servicio Exterior está copado, además de algunos militares, únicamente por masistas, desde el Canciller hasta el portero.