¡Despenalicemos las drogas!

Javier Paz García

javierpaz177_ Hay dos motivos para rechazar la penalización de las drogas. El primero es ético y tiene que ver con definir el rol del Estado en la sociedad. Los seres humanos vivimos en sociedad y creamos al Estado para ejecutar ciertas actividades de interés común. Pero el Estado no debería involucrarse en temas que atañen estrictamente al individuo: entre estos temas se encuentra las preferencias de consumo de cada persona.

Por supuesto, no es incongruente para un socialista apoyar la penalización de las drogas, porque el socialismo es precisamente la enajenación de toda libertad individual y la tutela de un Estado todopoderoso y paternalista. Pero quienes creemos en los principios de la libertad y el rol limitado del Estado no podemos apoyar esta visión. Si admito que el Estado tiene tutela para decirme que no puedo consumir cocaína, bajo el argumento de que es dañina para mi salud, entonces también tengo que admitir que el Estado tiene tutela para decirme cuánta sal, azúcar refinada o carnes rojas debo consumir; tiene tutela para prohibir el cigarrillo, la cerveza o el automovilismo; y si llevamos el argumento a su consecuencia lógica, debo admitir que tiene tutela para decidir sobre la educación de mi hijo y obligarlo a aprender quechua o aimara, cuando yo, como padre, preferiría que aprenda inglés o chino mandarín.



Hay otro motivo, que es práctico. La lucha contra las drogas no solo ha sido desastrosa, sino también contraproducente. Hoy mueren en México más personas debido a la violencia que la lucha contra la droga genera, de las que morirían por el consumo en sí mismo si la droga fuera legal. Si las drogas fueran legales, el grupo terrorista colombiano FARC no tendría el monopolio que le da sustento. Si la ilegalización de la droga tiene como objetivo que menos gente muera, entonces el remedio ha resultado peor que la enfermedad. La lucha contra las drogas ha permitido el nacimiento de mafias y cárteles que infectan a la sociedad y al Estado, permean todas las instituciones y exacerban la corrupción; ha incentivado el tráfico de armas que, tarde o temprano, terminan en las manos de bandidos locales y matan a gente inocente que nada tiene que ver con el tráfico o el consumo de estupefacientes.

Si toda la violencia, muerte y corrupción que la lucha contra las drogas genera tuviera como recompensa su efectiva desaparición, entonces quienes defienden la penalización tendrían un argumento a favor, pero la realidad es que es posible encontrar drogas en cualquier país del mundo.

El Deber – Santa Cruz