Tarija es la más rica de Bolivia, pero su pueblo se pelea por el agua

Más de Bs 4.000 millones de presupuesto, el doble de Santa Cruz y casi el triple de La Paz, no garantizan el acceso al servicio básico. La sequía desespera, el agua llega por horas al centro y hay familias pobres que esperan hasta siete días para abastecerse

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Marcelina Gómez, de 60 años, cuenta que hubo peleas en su barrio por recoger un poco de agua. Foto: Fuad Landívar.



EL DEBER

Es una agonía. La manguera escupe los últimos chorros del día y Marcelina Gómez (60), la abuela de la casa, vigila desazonada la boca de un turril a medio llenar. Sabe que sus nietos no volverán a recibir agua en siete días; aquí no hay grifos en las casas. Es el barrio 27 de Mayo de Tarija, una villa de casitas de ladrillo hueco y de terrenos que erosionan como cráteres de luna, a 15 minutos de las oficinas del gobernador Lino Condori y del alcalde Óscar Montes, donde la sed se calma con agua sifonada. Son las 10:00 y los 50 metros de manguera que cruzan la calle, desde la pila comunitaria hasta la casa de Marcelina, vomitan una última ráfaga bulliciosa de aire seco.

Teatro del subdesarrollo, en este vecindario las mujeres y los niños de 100 familias se turnan para mendigar agua de tres piletas comunitarias una vez a la semana, entre las 7:00 y las 10:00, de modo que cuando la desesperación y la sed coinciden, hay peleas a golpes entre vecinas. “¡Ay, señor, usted no va a creer, pero ayer se han golpeado dos vecinas por tomar un poquito de agua! Yo creo que eso es el colmo”, dice Marcelina, con su acento cantado.

Lidia Fernández (33), también del barrio de las madres, dice que ha visto la pelea y que está “cabreada de promesas”, que ni la derecha ni la izquierda cumplen.

Más al norte, la fundadora del barrio Santa Rosa, Julia Canedo (72), reniega en voz alta detrás de Trinidad Mamani (39) y de Catalina Ruiz (32). Está al final de una fila india de mujeres y chicos que cargan bidones y baldes en carretillas. Aquí hay cinco piletas comunitarias y hay 200 familias y, con un poco de orden, cada hogar consigue una toma diaria, aunque también hay peleas.

En 27 de Mayo y Santa Rosa calculan que con $us 30.000 de inversión en cada barrio se puede perforar un pozo, comprar un tanque de agua e instalarlo para que todos tengan agua; demasiada plata para los vecinos, pero poco si se piensa en el multimillonario ingreso por regalías del gas.

No son historias de África subsahariana, es parte de la vida de la capital de Tarija, el departamento que, por ironías de la historia, tiene para 2013 un presupuesto general de Bs 4.129 millones, el más alto de las nueve regiones de Bolivia, el doble que la locomotora cruceña y casi el triple de lo que La Paz, la sede de Gobierno, recibe este año, según el Ministerio de Economía.

“Tanto que mentan que Tarija tiene plata y tanto que nos hacen ir al centro en romería a pedir por agua”, protesta doña Marcelina, antes de perderse detrás de una puerta de calle que se cierra.

Otros son los responsables

Hoy el alcalde Óscar Montes tiene una “agenda demasiado apretada” como para explicar el porqué no está garantizada la dotación de agua en la ciudad. El gobernador Lino Condori no dará entrevistas. Mario Gareca, secretario de Medioambiente y Aguas de Tarija, responde acusando a las administraciones anteriores por el desabastecimiento del servicio, Mario Cossío incluido. Claro que Condori ya va hacia su tercer año de interinato.

“Servicios básicos es competencia 100% municipal”, asegura. “La dotación de agua potable es un proceso de 10 a 15 años, es responsabilidad de anteriores gestiones”, dice también. “Si la cooperativa cobra, debe invertir”. Gareca espera que en mayo de 2014 le presenten el proyecto Guadalquivir de captación y almacenamiento de agua, cuyo costo es de Bs 165 millones, algo que, supone, garantizará el suministro hasta el 2030.  

Pero Benito Castillo, gerente general de la Cooperativa de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario Tarija (Cosaalt), tiene una opinión diferente. Con la Ley Marco de Autonomías en la mano, Castillo señala al Gobierno nacional, a la Gobernación y a la Alcaldía de tener la competencia de elaborar, financiar y ejecutar subsidiariamente proyectos de agua potable, según las líneas del artículo 83. Así disculpa a la cooperativa de las carencias.

Asegura que los 32.000 socios activos de la ciudad necesitan 450 litros por segundo para tener su demanda cubierta, que los barrios, como 27 de Mayo, Santa Rosa, El Trigal o San Bernardo, no tienen dotación domiciliaria porque son nuevos y no están dentro de su planificación y que en época de sequía, como ahora, el racionamiento golpea más fuerte a los barrios de pileta.  

  Un viaje corto al río Rincón La Victoria y otro paseo por la avenida costanera del Guadalquivir, que cruza cerca del centro, basta para ver a esos caudales bravos convertidos ahora en hilos de líquido. Las autoridades dicen que la culpa es de la sequía, del clima. La culpa es de otros.

Evo Morales siempre dice que el agua es un derecho humano. Si se le toma la palabra, de 10 millones de habitantes que tiene Bolivia, a dos millones se les viola sus derechos

  LAS CLAVES

Algunas comparaciones

El presupuesto general del departamento de Santa Cruz es de Bs 2.088.387.176, según el Ministerio de Economía. La Paz recibe Bs 1.419.451.828, mientras que Tarija percibe Bs 4.129.915.381.

La distribución

El secretario de Medioambiente y Agua de Tarija, Mario Gareca, aclara que casi la mitad de los recursos se transfieren a las zonas productoras del Chaco.

García Linera subraya la riqueza

“En 2005, los nueve departamentos tenían para inversión $us 600 millones; en 2013 solo Tarija tiene para inversión pública $us 600 millones”, dijo el ‘vice’.

Las excusas de la Gobernación

La Gobernación de Tarija dice que invierte por año más de Bs 170 millones con ayuda del Gobierno nacional. Ahora esperan el diseño final del proyecto Guadalquivir para mayo de 2014.

El déficit durante la sequía

Se necesitan 550 a 600 litros por segundo para dotar a los 32.000 socios activos de Tarija, eso sin contar individualmente los hogares de barrios periféricos. En época de estiaje hay 400 litros de agua por segundo, por lo que se asume un déficit de al menos 150 litros por segundo.

Los caudales Rincón de la Victoria y Guadalquivir han reducido sus aguas estos meses.

LA ESCASEZ GOLPEA A LOS CHICOS EN EDAD ESCOLAR

Los hijos de Catalina Ruiz (32), del barrio Santa Rosa, hoy no podrán bañarse para ir a la escuela y donde estudian deberán ir al baño solo si se ha reunido un poco de agua. Y esa es una realidad que afecta a buena parte de los niños de la ciudad de Tarija, los de edad escolar, porque no hay suministro en la casa y en el colegio se raciona el servicio.

De 7:00 a 10:00 hay agua en los colegios del centro. En la tarde hay otras tres horas de servicio. Eso es lo que se pudo observar en escuelas como 15 de Abril y Aniceto Arce.

Lidia Fernández (33), del barrio 27 de Mayo, dice que hace rato no puede bañar a sus guaguas y que le da pena y rabia mandar al mayorcito a clases medio sucio.

Más complicado es el caso de los colegios  San Luis y Lindaura Anzoátegui de Campero. En San Luis solo hay agua en las piletas hasta las 8:00 y para lavar los baños se guarda el líquido en los  basureros. En esa infraestructura pasan clases alrededor de 2.500 estudiantes de cuatro instituciones, los colegios San Luis, turno mañana y noche, María Laura y el Instituto Comercial Superior.

En el Lindaura Anzoátegui de Campero solo hay agua de 6:00 a 8:00. La escuela tiene un tanque elevado, pero eso no es suficiente, por lo que deben reservar el líquido en turriles.

Allí pasan clases más de 1.200 estudiantes en dos turnos. Solo hay agua en el turno de la mañana.

Benito Castillo, gerente general de la Cooperativa de Servicios de Agua potable y Alcantarillado Sanitario Tarija (Cosaalt), es consciente del problema y lo atribuye a la baja presión del caudal del Rincón de la Victoria y del Guadalquivir, principales suministros de la ciudad.

Para la Secretaría de Medioambiente y Aguas de la Gobernación, el aprovechamiento adecuado solo del 50% de los cuerpos acuíferos de la ciudad sería suficiente para dotar de agua a Tarija hasta 2030.