Delirante iniciativa

Claudio Fantini

FANT Se puede decir que evoca al absurdo Ministerio de la Verdad con que George Orwell describía el totalitarismo. También se puede decir que haber pensado una Secretaría del Pensamiento está reñido con pensar. Cabe incluso preguntarse en qué pensaban los que pensaron semejante idea.

Está claro que el mejor servicio que Ricardo Forster podría hacer al pensamiento, es rechazar el delirante cargo de secretario del Pensamiento Nacional, ofrecido por la presidenta Cristina Fernández.



La desopilante creación de un ente burocrático para regular el pensamiento es tan inquietante, que hasta podría actuar como cortina de humo sobre el "caso Boudou", reemplazándolo como tema central en el debate político de estos días. Y sacar de las tapas de los diarios al vicepresidente sería urgente para el gobierno, porque es casi imposible pensar que Boudou pueda ser culpable, sin que también lo sean Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Nadie le creyó a Pinochet cuando dijo que no ordenó ni supo de los crímenes que ejecutaba la DINA del general Contreras. Es impensable que alguien que lo controlaba todo, no controlara precisamente el aparato de inteligencia de la dictadura.

Algo parecido aunque, obviamente, en otra dimensión del delito, pasaría de ocurrir lo que parece inexorable: Amado Boudou declarado culpable de corrupción por el caso Ciccone Calcográfica. En ese caso, resultará difícil creer que Kirchner era ajeno a la maniobra. Y las sospechas crecieron por las resoluciones que tomó el gobierno de Cristina. Haber sacado de un plumazo al eficaz y leal Esteban Righi, haber removido al juez Rafecas y al fiscal Rívolo, y finalmente haber estatizado una imprenta, todo por pedido de Boudou, justifica sospechar que el vicepresidente tiene un inmenso poder de extorsión sobre el gobierno kirchnerista. Y si alguien tiene ese poder es porque otro tiene vulnerabilidad ante la extorsión.

Para sacar semejante tema del centro de la mesa, hasta puede venir bien una iniciativa estrafalaria y preocupante como la anunciada por el Ministerio de Cultura de la Nación.

Pareciera que, encuadrado en el slogan "profundizar el modelo", el gobierno dio este paso que profundiza el camino iniciado con la creación de usinas de propaganda y del instituto de revisionismo histórico.

Algo tan absurdo que justifica imaginar que alguien, en el futuro, parafraseando el poema de Martin Niemöller, escribirá: "Cuando crearon un instituto para revisar la historia, no protesté, porque yo no era anti-kirchnerista… Ahora vienen por mi pensamiento y ya no queda nadie que pueda protestar".

El País – Montevideo