La abdicación del rey

Pedro Shimose

SHIMOSE Cuando se publique esta columna, el príncipe de Asturias ya habrá sido proclamado rey de España con el nombre de Felipe VI, pero no es del todo ocioso comentar el artículo Las tres herencias del franquismo, de Reymi Ferreira [EL DEBER, 06.06.14]. El título es equívoco porque se refiere a la monarquía española como una “herencia que recuerda una época oscura y tenebrosa (sic), que halló una puerta de salida decorosa con la monarquía (…) de suyo anacrónica y expresión de conceptos políticos medievales, inadmisibles en nuestra época”. El artículo de Reymi revela que, en Bolivia, se desconoce la abundante bibliografía sobre la Guerra Civil, el franquismo, la transición democrática y el reinado de Juan Carlos I. Tampoco distingue la diferencia entre monarquía absolutista y monarquía parlamentaria, y olvida que la Constitución de 1978 fue refrendada por el pueblo español, de la misma forma que la espuria Constitución Plurinacional fue refrendada, en 2009, por el pueblo boliviano.

Reymi dice acertadamente que la II República fue derrotada por el apoyo del fascismo (Italia y Alemania), pero no aclara que las democracias liberales (Gran Bretaña, Francia y EEUU) se inhibieron, dejando la defensa de la II República en manos de un Frente Popular dominado por Stalin. La lucha interna en el Frente Popular, entre anarcosindicalistas (CNT); socialistas (PSOE); marxistas independientes (POUM) y comunistas estalinistas (PCE), fue encarnizada. Los demás partidos de la II República (monárquicos, liberales, católicos demócratas y socialdemócratas) fueron barridos por el Frente Popular. Léanse las memorias de Azaña, Besteiro y Alcalá-Zamora, y el libro 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil, del historiador Stanley G. Payne.



La dictadura franquista, sostiene Reymi, “sumió a sus ciudadanos en la pobreza y la opresión”, pero no aclara que en tiempos de la II República también se reprimió a los opositores, se asesinó y se quemaron iglesias y conventos, entre otras tropelías. Además, la pobreza no fue invento del franquismo; ya existía (véase el mediometraje Tierra sin pan / 1932, de Buñuel, prohibido por la II República), aunque se agudizó durante la posguerra. A partir de la visita del presidente Eisenhower a Madrid (1953), se rompe el cerco internacional a España (Franco mantuvo relaciones diplomáticas y comerciales con Fidel Castro) y se inicia la etapa desarrollista que se intensificaría con la instauración (no ‘restauración’) de la monarquía parlamentaria. Definir el reinado de Juan Carlos I como “herencia franquista” es un error. (Continuará) // Madrid, 20.06.2014

El Deber – Santa Cruz