Análisis. Expertos ven la falta de alcance de la Policía para llegar a las zonas de mayor índice delictivo de la ciudad.
Ref. Fotografia: Peligro. Las pandillas y la venta de alcohol se suman a la pobreza y la desintegración de familias para que reine la inseguridad en los barrios alejados de la ciudad.
Basta caminar unos minutos por el barrio Las Américas, ubicado en el Distrito 12 al sur de la ciudad, para descubrir el temor de los vecinos ante la presencia de gente extraña. La gente se asoma a sus ventanas y rejas para hacer notar el malestar que le genera el rondar y observar su casa, sin antes conocer la finalidad de este reportaje.
Cerrando su reja con llave y enviando a los niños que asoman a su puerta, Eloína afirma aún con desconfianza, «Aquí los vecinos vemos cómo nos arreglamos para echar a los maleantes, basta un silbido para que se arme la alarma, aunque no siempre se logra la protección cuando los maleantes tienen su estrategia para callar: no descuidan su navaja y al que grita también le puede costar una raya en la cara o la misma muerte», señala la mujer.
Los barrios alejados e inseguros, sin apoyo policial. De acuerdo con la Comisión de Niñez, Adolescencia, Género y Asuntos Generacionales, este distrito, al igual que el 1, 6, 7 y 8 que comprenden las principales ciudades satélites de la capital, son considerados las zonas de mayor índice delictivo, por las autoridades policiales y de lucha contra la inseguridad.
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Sin embargo, esta situación se contradice con las políticas de seguridad que encaran las instituciones llamadas a velar por esta área en el departamento, toda vez que en estas zonas es donde llegan en menor grado las patrullas y planes de seguridad, al menos en esto coinciden los vecinos y diversos expertos en seguridad quienes ven una policía que opera más de manera reactiva que preventiva.
Hablar de patrullaje policial es sinónimo de impotencia y molestia en los vecinos del barrio San Cayetano, en la zona de la Pampa de la Isla, al otro lado de la ciudad, «Las patrullas son solo para las calles del centro, o barrios que están en la urbe, a nosotros los que vivimos casi fuera de la ciudad, no llega la policía ni rogándoles, porque no tienen combustible, porque son menos que los pandilleros o porque simplemente no les da la gana, aquí uno se las arregla como puede», señala Pascuala Toledo, quien no oculta su molestia por el descuido que hay por parte de las autoridades hacia esta zona de la ciudad.
«No hay un día en que no haya un hecho delictivo, pero la muerte o el robo que sufrimos los pobres por la inseguridad a las autoridades no les preocupa, pues si así fuera al menos tendríamos respuesta de la policía cuando pedimos su auxilio», renegó.
Autoridades evitaron hablar sobre el tema. Es importante mencionar que para la elaboración del presente artículo se solicitó la versión del ministro de Gobierno, Jorge Pérez, quien se negó a dar la entrevista a nuestro medio en una de sus últimas conferencias que dio en la ciudad.
Asimismo se buscó en reiteradas oportunidades al director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, (Felcc), Miguel Ramos, quien adujo no contar con el tiempo necesario para brindar una entrevista sobre este tema.
El alcohol acompaña a la inseguridad en zonas rojas. Para el presidente de la Comisión de la Niñez y Adolescencia, Juan José Castedo, el problema de la inseguridad en las diferentes zonas mencionadas está acompañado de la proliferación de locales de expendio de bebidas alcohólicas y el escaso control que existe por parte de las autoridades llamadas a controlar el orden de la ciudad, que van desde la Policía hasta la comuna, quien está a cargo de fiscalizar el correcto funcionamiento de los comercios y locales donde se expende el alcohol.
Asimismo, atribuye gran parte de este problema a la disgregación familiar y a la poca promoción de valores en las nuevas generaciones, que se ve reflejado en la proliferación de pandillas juveniles precisamente en estas zonas.
«Creo que hay una gran carencia de recursos y políticas que apunten a reducir la inseguridad y la pobreza que deriva en todo esto, pero gran parte de esta responsabilidad surge desde el núcleo de la sociedad que es la familia y es ahí donde está fallando la sociedad», señala Castedo.
Si bien afirma que su instancia realiza un trabajo preventivo constante en algunos colegios, lamenta que este tenga limitaciones para llegar a la mayor cantidad posible por la falta de recursos económicos.
«Estamos encarando un proyecto, pero aún hace falta fortalecerlo pese a la ayuda y cooperación de instituciones, para evitar que más jóvenes caigan en este problema, pues ellos son el futuro», señaló.
Los controles no llegan a los barrios. Coincide con él, el presidente de la Federación de Juntas Vecinales, (Fedjuve), Omar Rivera, quien es crítico de las debilidades del Estado en todos sus niveles, para la implementación de políticas preventivas.
«No hay que negar los avances que ha logrado la policía gracias al último evento internacional que se realizó en la ciudad, pero esto es mínimo en comparación a lo que necesitamos, lo que se necesita es que los controles policiales lleguen a los barrios alejados que es donde hay más problemas de inseguridad», señaló el dirigente.
En este mismo contexto, el dirigente también afirma que «la raíz del problema no está en la mayor o menor cantidad de policías que tengamos, sino de la clase de ciudadanos que estamos formando a través de la educación de nuestras nuevas generaciones».
El sistema de patrullaje es obsoleto. Para el analista en seguridad ciudadana, Rolando Fernández, el crecimiento y desarrollo de la ciudad han sobrepasado las capacidades que tiene la policía.
No obstante, menciona que la fuerza del orden ha sido rebasada por la habilidad de los delincuentes quienes superan a los efectivos en estrategias y operaciones.
«El modelo de la Policía es fracasado y fuera de contexto, pues los delincuentes llegan donde los policías y los patrullajes no lo hacen, lamentablemente los planes operativos no están de acuerdo con los hechos delictivos, deben ser continuos, ante todo en zonas donde pueden haber delitos y que precisamente son las más alejadas», señaló.
En este sentido sugirió un trabajo coordinado entre los tres niveles de estado. «Lo que se necesita es una policía operativa y preventiva no reactiva como es actualmente», dice.
Estudio
Los estudiantes, la población más vulnerable
Según el estudio realizado por CIES Internacional, la sensación de inseguridad en la gente es más elevada en la ciudad de Santa Cruz, en relación al eje central.
De una calificación sobre 10, las personas consultadas consideran que la seguridad en su ciudad llega a un 2,4.
La investigación indica que si bien Santa Cruz es la ciudad donde se siente menos seguridad, sus ciudadanos no se organizan para luchar contra la delincuencia.
El 76% de la población cruceña consultada admitió no estar organizada entre sus vecinos para combatir la inseguridad. Un dato que se diferencia respecto a lo que sucede en otras ciudades; en La Paz, el 44% carece de planificación vecinal contra antisociales.
Cívicos
Proponen una cooperativa de seguridad departamental
Una cooperativa de seguridad y una policía departamental es la propuesta que surge desde el Comité pro Santa Cruz, ante la escasa reacción y respuesta que ha percibido por parte del Gobierno nacional, según manifiesta su presidente, Fernando Castedo.
De acuerdo a lo que menciona, el proyecto pretende ser inclusivo y democrático para llegar a todos los distritos de la ciudad mediante una especie de seguridad privada que permitirá coadyuvar el trabajo de la Policía.
«No queremos usurpar funciones pero queremos soluciones para la inseguridad que está afectando a nuestros vecinos sin discriminar estratos sociales», señaló el líder, quien afirma que hasta el momento no ha obtenido una respuesta del Gobierno pese a los diferentes diálogos y reuniones que han sostenido los últimos meses.
Entre las propuestas y solicitudes que ha hecho llegar este organismo, están la demanda de una policía departamental que permita hacer más efectivos los controles y operativos de la Policía.
«Necesitamos tener la logística y la infraestructura adecuada para poder hacer efectiva y real la seguridad para los vecinos, esto también implica que se trabaje por una cárcel moderna y no un albergue de malvivientes que llegan a este lugar como si fuera una escuela para realizar sus crímenes», señaló.
Castedo no dejó de mencionar la necesidad de renovar el sistema judicial de nuestro país que repercute en la reincidencia de delitos por parte de los reclusos que están en las cárceles.
«No podemos hablar de seguridad para los vecinos si tenemos estas fallas, pero aún esperamos que el Gobierno nacional escuche nuestras demandas», dijo.
«No hay que desmerecer el trabajo que hace la policía y los logros que se han dado con la cumbre del G-77, pero son mínimos los controles y los patrullajes no llegan a los barrios alejados donde sí es necesario» .
Omar Rivera
Pdte. de la Fedjuve
«El vecino está un tanto descuidado con reclamar, no ganamos nada, hay que buscar acciones el Estado debe modernizar y mejorar su sistema de control y patrullaje que es obsoleto».
Rolando Fernández
Experto en seguridad
Detalles
Zonas rojas bajo la lupa
Distrito 1. Tiene como principal debilidad la instalación de locales de expendio de bebidas alcohólicas en la zona de la Av. Busch, además que es una zona estudiantil que es vulnerable a los delitos por albergar gran cantidad de estudiantes extranjeros.
Distrito 6. La zona de la Pampa de la Isla es la ciudadela considerada de mayor índice delictivo que otros distritos al ser más asediada por las pandillas . La zona de la final Av. Virgen de Luján es la más temida por los que habitan en esta parte de la ciudad.
Distrito 7. La zona de la Villa Primero de Mayo tiene en desventaja la proliferación de pandillas. A esto se suma la gran cantidad de boliches, karaokes y lenocinios ubicados sobre la Av. 6 de Julio, Radial 10 y Cumavi que la convierten en una de las zonas más complicadas por la inseguridad.
Distrito 8. En el Plan 3.000 su mayor conflicto se genera en la rotonda de la misma ciudadela, pues además de expandirse el mercado negro, proliferan los hechos delictivos en los horarios nocturnos. También es invadido por locales y la venta de alcohol.
Fuente: eldia.com.bo