Los venezolanos desconfían de sus instituciones

Emilio J. Cárdenas*EMILIO-CARDENAS-GRANDEVenezuela es apenas un mal remedo de la democracia. Casi, ni eso. Muy a primera vista, sus instituciones parecieran ser las propias de una democracia. Pero la verdad es otra. Muy distinta. En Venezuela todo el poder está concentrado en manos del Ejecutivo.La Legislatura es apenas un sello de goma y los jueces operan como meros agentes del Poder Administrativo. Por esto, una encuesta reciente de la consultora Delphos sobre las instituciones electorales tiene relevancia. Los resultados de la misma, encargada por la Universidad Católica Andrés Bello, deben difundirse. Porque confirman que el pueblo de Venezuela tiene una enorme desconfianza al Consejo Nacional Electoral (CNE).Para los opositores, la desconfianza es enorme. Comprende nada menos que al 86,5% de los encuestados. A casi todos, entonces. Pero también al 21% de quienes dicen ser oficialistas pero desconfían de la CNE. ¿Por qué? Porque desconfían de su imparcialidad, así como de su autonomía. Y de su buena fe. Prácticamente la mitad de los venezolanos, a estar a las encuestas, la consideran parcial y dependiente del gobierno central. Si se miran ambas cualidades, 3 de cada 5 venezolanos desconfía abiertamente. Lo que es tremendo.La situación es todavía algo peor que la descripta puesto que el 75% de los encuestados afirma haber tenido constancia (experiencia) directa de la ocurrencia de irregularidades electorales. Sea situaciones donde se forzó el voto al oficialismo; propaganda que no respeta los parámetros reglamentarios; utilización de vehículos o fondos oficiales para trasladar a los votantes, etc. Violaciones de todos los colores.En los últimos tiempos, las campañas electorales venezolanas han sido mañosas y torcidas, con marcos y condiciones muy poco equitativas, desde que siempre el oficialismo resulta favorecido. Esta es no sólo la visión del 88% de los encuestados opositores. De casi todos, entonces. También es la de un tercio de los encuestados que se pronuncian como chavistas. Gravísima como realidad.La encuesta apunta enseguida a otra pregunta clave. ¿Vale la pena votar? O ¿todo es necesariamente engaño o trampa? Nada menos que el 36% de los venezolanos cree que no vale la pena ir a votar, por los fraudes de todo tipo que se cometen en el camino. El 66% de los encuestados cree, además, que los mecanismos que se utilizan para asignar la representación proporcional no son justos y favorecen siempre al oficialismo.Respecto de las Fuerzas Armadas de Venezuela, el 53% de los encuestados desconfía de ellas. Cuando se trata de sus funciones electorales, el 51% no cree -para nada- en la imparcialidad de sus militares. Y el 48% supone que favorecen y están al servicio del gobierno nacional. Malísima imagen, queda visto.Continuando con las percepciones negativas de la encuesta comentada, 2 de cada 3 venezolanos creen que el oficialismo utiliza ilegalmente los dineros públicos para financiar con ellos sus campañas. Y la mitad es partidaria de que los fondos públicos se repartan con equidad entre todas las fuerzas que participan en las campañas.En lo que es una falencia extendida en toda la región, la gran mayoría de los venezolanos no está tampoco satisfecha con las fuerzas de oposición. Hablamos de un 61,4%. Muchísimo. El tema es preocupante, por demás. Y fruto de las demonizaciones, descalificaciones, mentiras y acoso que tienen como blanco a los líderes de la oposición.Quizás por esto, el 68,5% de los venezolanos apoya que las misiones electorales internacionales trabajen a lo largo de las jornadas de votación, a la manera de veedores.Una vez más, la enorme disconformidad de los venezolanos con su situación política e institucional está más allá de toda duda. El modelo “chapista” no genera atracción, sino fuerte rechazo. Fundamentalmente por su falta de honestidad política. Curiosamente, los organismos regionales parecen no leer estas encuestas, ni enterarse de sus resultados. Miran para otra parte y a eso le llaman “consenso”.Por esto 1,5 millones de venezolanos viven fuera de su país. El 90% de ellos emigró durante la era “chavista”. También por esto, el 10% de quienes hoy residen en ese país está haciendo trámites para poder emigrar. Dar vuelta la página en sus vidas. Al costo que fuere. Alejarse de la desesperanza. Poder mirar hacia adelante.Venezuela que, por su riqueza, fuera siempre un “polo de atracción” para los latinoamericanos, ya no lo es. Es un vértice de expulsión de gente. Como Cuba. Tristísimo.*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones UnidasEl Diario Exterior – Madrid