Policías de Bolivia trabajan con equipos y mobiliario de sus casas; gobierno no les da recursos

LA PAZ. Investigadores de cuatro divisiones  de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) revelaron que trabajan con  materiales de escritorio y muebles traídos desde sus casas ante la falta de equipamiento en la entidad.

Policías de la FELCC trabajan con mobiliario de sus casas

Investigadores de cuatro divisiones hablaron con Página Siete. Las condiciones de la mayoría de las oficinas de la fuerza son precarias, el espacio es reducido y afirman que el presupuesto sólo es para las unidades nuevas.

imagePágina Siete. Dos litigantes hacen trámites en la división Personas de la fuerza anticrimen de La Paz, ayer.



Página Siete / La Paz

Investigadores de cuatro divisiones  de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) revelaron que trabajan con  materiales de escritorio y muebles traídos desde sus casas ante la falta de equipamiento en la entidad.

«Ésta es mi computadora, me la traje desde mi casa y éste es mi escritorio, mi propio mueble, me los traje para trabajar”, afirmó un investigador, quien trabaja unos 10 años en una de las divisiones. No dio su nombre por temor a represalias.

Computadoras antiguas, impresoras sin tinta  y muebles en mal estado son parte de las oficinas de cualquier división de la FELCC. Para ingresar a alguno de sus ambientes en el edificio principal se debe recorrer pasillos estrechos y con poca luz, debido a que los pocos focos que tienen iluminan tenuemente y el resto están quemados.

Página Siete visitó cuatro divisiones de la fuerza anticrimen: Homicidios,  Familia y Menores, Propiedades y Delitos contra las Personas. Los investigadores califican a estos ambientes como «precarios”, aunque conservan la esperanza de que algún día se destine presupuesto para tener un mejor espacio y contar con material.

«Yo me compré esta computadora, era necesario porque aquí no nos han dado”, afirmó otro investigador, mientras atendía un caso. Él contó que desde que llegó, hace cinco años, a una de estas divisiones ni siquiera le proporcionaron hojas bond para imprimir su trabajo.

Otras divisiones en el edificio contiguo se caracterizan por tener sillones con forros de tela  para «ocultar” el desgaste de los muebles, evidente a la vista de cualquiera. Sus escritorios, tan cerca el uno del otro, daban la impresión de estar en un pequeño laberinto.

¿Qué hacen cuando se acaba la tinta de la impresora, les dan  presupuesto para adquirirla?, se les preguntó. «Cuando eso pasa no nos dan dinero, así que  hacemos vaquita (colecta) para  comprar entre todos”, dijo otro policía.

Al llegar a un piso más arriba el panorama era similar. Los escritorios y los estantes estaban con  «parches” para disimular su mal estado, al igual que el piso de madera precaria, cubierto con alfombras. Las cortinas oscuras hacían de separadores entre escritorios, pero las quejas, reclamos o sugerencias de la gente podían ser escuchadas con facilidad.

«Ni hojas nos han podido dar, sólo dan presupuesto para unidades nuevas; sería un milagro si dan plata para nuestra división”, afirmó otro investigador, quien confesó que tenía otras expectativas sobre la institución policial.

«Desde que ingresé me compré mis propias hojas para trabajar, esta computadora y el monitor también son míos (los señala); cada uno se trae sus cosas desde su casa, porque si no es así no avanzas”, afirmó otro efectivo, quien coincidió con sus camaradas investigadores. 

Para conocer cuánto de presupuesto se destina al material de escritorio, se buscó sin éxito al comandante departamental de esta fuerza, Juan Sanginés. Su celular estaba apagado. 

El personal  en Homicidios también pide una nueva infraestructura para mejorar la atención al usuario.

«Los familiares vienen desesperados, lloran, necesitamos un lugar adecuado y aquí no hay, todos se enteran de que se ha muerto un ser querido, no hay privacidad”, dijo un policía.