El socialismo del ‘vice’

Susana SelemesusanaEl socialismo comunitario del ‘vice’ adolece de fallas teóricas que no pueden esconder ni su personalidad narcisista ni la mezcolanza de conceptos utilizados para pescar ingenuos. Habrá que recordarle que Marx nunca habló de utopías indianistas, ni en la sociedad socialista ni en la sociedad comunista, la última etapa de la lucha de clases. Ahí llegados, deben desaparecer las clases sociales y se disuelve el Estado, por lo tanto, tendría que disolverse también el Estado Plurinacional, una de las peores obras de su creación.El vice confunde socialismo con comunismo como si fueran iguales. ¿No lo sabe o solo manipula? Dice que “socialismo es comunismo”, que ahora, por razones obvias, recibe otros nombres. Seguramente los que él inventa. En la etapa comunista ya no rige la consigna “a cada quien según su capacidad” aplicada en la implementación socialista, sino “a cada quien según su necesidad”, que equivaldría a su igualitario socialismo comunal. Lo llamativo del análisis del vice es la ausencia de las clases sociales. ¿Quiénes libran, entonces, la lucha en el ‘campo de batalla’ entre el colectivismo comunitario frente al capitalismo retrógrado? ¿Los ‘comunarios’ serán los campesinos propietarios de sus parcelas –como los cocaleros– que pueden ser o son burgueses pequeños o medianos?El proletariado parece una clase en extinción en Bolivia, pues el vice nunca lo menciona. Es poco numeroso, cierto, pues el Estado no crea empleo productivo y la burguesía no tiene capacidad para generarlo en gran escala, pero la clase obrera era la vanguardia de la lucha revolucionaria. Las ausencias del vice apuntan también al ‘lumpen proletariado’, que en Bolivia es el grupo social mayoritario. Marx utilizó ese concepto para referirse a pobres, vagabundos y harapientos de la población más marginada, hoy desempleados, que sirven a regímenes dictatoriales y populismos autoritarios.Si el vice afirma que “los revolucionarios no luchamos por administrar mejor el capitalismo”, ¿qué han hecho en nueve años de centralismo absoluto –como corresponde a todo proyecto socialista–, si no administrarlo para repartir bonos, dobles aguinaldos y otras prebendas, a título de distribución de la riqueza producto de la extraordinaria renta petrolera y minera, amén de la corrupción estatal? Si la práctica es la única validación de la verdad, según los clásicos marxistas que sabían más de teoría que el segundo mandatario, habrá que recordarle que en ningún lugar del mundo se ha validado el éxito de la teoría socialista-comunista.El Deber – Santa Cruz