Piénsatelo bien antes de aceptar una invitación a comer en casa de un invasívoro. Un entrante de picudos rojos –un tipo de coleóptero– podría preceder a un estofado de visón americano. De postre, unas hormigas rojas del fuego garrapiñadas; y en la sobremesa, prepárate para recibir un discurso sobre las propiedades nutritivas y los beneficios ecológicos de estos y otros platos en apariencia poco apetitosos.
Si acudes a ese festín, habrás caído en las redes de un seguidor del invasivorismo, un movimiento surgido en Estados Unidos para ayudar a erradicar algunas de las más de 50.000 especies que han invadido este país.
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Los invasívoros disfrutan de asados de pitones de Birmania, púdines de hierbas sudamericanas o mariscadas de mejillones cebra. Defienden así los ecosistemas locales de las criaturas exóticas y generalmente letales para las autóctonas. También ensalzan las propiedades nutritivas de las nuevas especies, sobre todo las de los vegetales, que conservan aún algunas de las cualidades que se atenúan con la domesticación, como es el sabor.
Estos particulares gourmets afirman, por ejemplo, que algunas de estas plantas silvestres superan a las cultivadas en su cantidad de fitoquímicos, sustancias con propiedades antiinflamatorias y de otro tipo que las han convertido en objeto de estudio para tratar la diabetes, el cáncer y las dolencias neurodegenerativas.
Más información sobre este tema en el reportaje Si no puedes con ellos, cómetelos, escrito por Francisco Jódar. Puedes leerlo en el número 405 de Muy Interesante.
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Fuente: muyinteresante.es