Los perdedores

Diego Ayo*Diego-AyoPululan las interpretaciones de índole eminentemente coyuntural: «los candidatos fueron malos”, decía más de un masista, a cuya sentencia seguían otras razones no menos inmediatistas: «la campaña electoral fue muy corta y por eso nuestros nuevos líderes no pudieron demostrar mucho”, argumentaba la señora Gabriela Montaño, presidenta de la Cámara de Diputados. O, el mismo Presidente afirmaba que la culpa reside en «los corruptos”.No hay duda que a estos argumentos se puede contraponer otros menos inexactos: claro que fue corta la campaña, pero lo fue también para la Sole que noqueó en El Alto. Que yo sepa, no estuvo esta ilustre alteña haciendo campaña dos o tres años antes. Además, resulta groseramente errada esta tesis cuando nos remitimos a los hechos: estos líderes que se califican hoy como malos estuvieron cinco años haciendo gestión, ¿cuál poco tiempo? ¿O es que Cocarico, el Cholango o Patana gobernaron seis o siete días? No pues: gobernaron cinco años, o sea, cinco años de campaña.Pero vayamos a nuestra explicación, en tres mensajes: ¿la culpa la tienen los corruptos? Sin duda, pero conviene recordar que esos corruptos «aceitaron” las estructuras de poder sindical alteñas y/o de las organizaciones sindicales campesinas, interculturales y cocaleras. Y si no se los denunció antes –resulta gracioso que sólo ahora el Presidente se acuerde de que son corruptos. ¿no lo sabía antes?- es por la sencilla razón de que el gobierno co-existe con estas organizaciones de «matriz social/popular/sindical” en una suerte de pacto patrimonial: «ustedes son mi brazo armado y me defienden en las calles apoyando todas nuestras políticas y yo les doy plata, cargos e impunidad”. Y es eso lo que ha sido criticado por los electores. Precisamente eso. Creo, es el primer mensaje para el MAS: la democracia es de todos, no de algunas mafias sindicales enquistadas en el gobierno. ¿Significa ello desconocer el enorme cambio que vivió el país de la mano de los movimientos sociales? Por supuesto que no: estos actores fueron canalizadores del cambio. Fueron los soldados de la revolución. Pero ya se vio, en cientos de experiencias mundiales que a los guerreros o les quitas la mamadera o te joden. No se puede pues construir un país con soldados sueltos. Ganó la democracia sobre la presión corporativa. Los ciudadanos buscan ser representados por quienes ellos quieren como electores y no por pretendidos héroes míticos de la revolución, auto-asumidos como representantes. Primer mensaje pues.Segundo mensaje: el caudillo tiene límites. No se puede controlar todo y a todos en todo momento. Y eso quedó demostrado con las ilegales intervenciones del Presidente en 53 eventos, registrados por Página Siete, de cierre de campañas, marchas, proclamaciones y, claro, inauguraciones de obra, que de poco sirvieron. Por ello, insisto, más allá de las interpretaciones coyunturalistas, lo cierto es que el gran perdedor es Evo. No culpen al empedrado de la cojera. No pues. Evo es el perdedor. No pudo, no dejó que se elijan líderes de forma más predecible. No hay duda que en muchos territorios del país primaron formas de selección de líderes en cabildos abiertos o asambleas comunales, pero no siempre fue así. No hay estudios que lo digan (aún) pero sospecho que en nombre de estas míticas democracias supuestamente muy participativas, reducidas y astutas oligarquías sindicales, vecinales y comunitarias, crean nexos con el Presidente de modo directo, en lazos de beneficio clientelar. Ese método de reclutamiento de líderes es perverso y más tarde que temprano, cobra factura. Eso es lo que se debe analizar y no caer en el matonaje de anunciar que «vamos de identificar a los dirigentes que han azuzado el voto cruzado, los vamos a castigar” (Idón Chivi). ¡Carajo! Purgas estalinistas que centran la mirada en algunos chivos expiatorios sin la menor autocrítica.Y, tercer mensaje: la gente, aquella urbana fundamentalmente, cuestionó el discurso vicepresidencial, plagado de elementos antidemocráticos: de intimidación y extorsión, además de la larga lista de atropellos políticos en nombre de «copar el poder”. Ese discurso fue útil para vencer a grupos racistas y oligárquicos con ínfulas incluso separatistas, pero hoy es trasnochado. García fue crucial en ese momento de la historia, pues puso el pecho. Pero hoy, su discurso es trasnochado y anacrónico. Y es que la gente quiere gestión, gestión y gestión y no amenazas. Él no sabe mucho de esto. Él sabe destruir, no construir. Sus epígonos, fascinados por su condición de «gran estratega”, no se percatan que el comportamiento de su líder en pleno partido, instigando a la hinchada a luchar, es patético una vez que suena el pito. No te la puedes pasar puteando contra los rivales, cuando ya todos están en el camarín. García Linera no se da cuenta, no se dará. Mantendrá la misma lógica y seguirá la guerra, boicoteando a los opositores gobernantes, siempre pensando en el poder, no en el país. Afortunadamente, mucha gente dijo no a todo eso, pidiendo tácitamente más gestión. Se recuperará espacios de poder con gestión, no con prepotencia. Este señor pues es también el otro mayor derrotado de esta elección.Son pues tres: Evo, Álvaro y sus huestes corporativas.Página Siete – La Paz